¿Cómo pueden contribuir los sindicatos de Senegal a los esfuerzos en pro de la transición energética para hacer frente al cambio climático en el país?

¿Cómo pueden contribuir los sindicatos de Senegal a los esfuerzos en pro de la transición energética para hacer frente al cambio climático en el país?

Union leaders believe that trade union centres will be able to make stronger contributions to the NDCs if affiliated workers are present at all levels of the national economy potentially impacted by climate change. Senegalese fishermen stand on their boat in the port of Saint-Louis, Senegal, in April 2017.

(Anton Ivanov)

En Bargny, una ciudad costera situada a una treintena de kilómetros al sur de Dakar, la apertura hace un año de una nueva central eléctrica de carbón auspiciada por el Gobierno parece una incongruencia en un momento en el que Senegal quiere mostrarse como un país pionero en la promoción de las energías limpias y renovables que tiene como objetivo lograr que estas representen el 30% de la combinación energética en 2025. Los 118.000 millones de francos CFA (unos 180 millones de euros, 214 millones de dólares USD) para la financiación de la central de Bargny provienen de un consorcio de inversores, entre ellos el Banco Africano de Desarrollo (BAD).

Sin embargo, la elección del carbón plantea preguntas y, sobre el terreno, la central de Bargny suscita incomprensión y conflictos. La región, que ya debe lidiar con el avance del mar, que destruye sin cesar viviendas en la zona costera y desplaza a las poblaciones, vive atemorizada por los efectos negativos de esta infraestructura. Asociaciones locales, como la Asociación de mujeres transformadoras de productos pesqueros, el colectivo ‘No a la central eléctrica de carbón’, concejales municipales y el Colectivo por la defensa del medio ambiente, respaldadas por socios extranjeros como el Comité católico contra el hambre y por el desarrollo (CCFD-Terre Solidaire, por sus siglas en francés), denuncian la “apropiación forzosa de tierras” por el Estado en beneficio de este proyecto público-privado, los desplazamientos de familias enteras o la desestabilización de las actividades de las mujeres transformadoras de productos pesqueros en una zona donde la pesca es la actividad principal, entre otras cosas. Sobre todo, critican enérgicamente la probable generación de residuos y de productos contaminantes y su impacto en la salud y el medio ambiente.

Las centrales solares se multiplican; los proyectos de gas y petróleo empiezan a despegar

Desde el punto de vista energético, Senegal debe tomar una decisión difícil y elegir entre aprovechar la riqueza de sus recursos fósiles o demostrar su compromiso con la acción climática. La explotación de su yacimiento de petróleo, uno de los más importantes de África occidental, debería cobrar un nuevo impulso a partir de 2023, ya que las empresas locales trabajan en un proyecto de colaboración con British Petroleum (BP), mientras que los 450.000 millones de m3 de gas certificados apuntan a que el Estado obtendrá ingresos importantes en el futuro. Esto ya ha suscitado preguntas en cuanto a la capacidad de las autoridades senegalesas de prever y prevenir los riesgos inherentes a la extracción de estos hidrocarburos en alta mar, especialmente las amenazas para el ecosistema marino.

Al mismo tiempo, Senegal quiere llevar a cabo su transición hacia energías renovables y se esfuerza sin cesar por aumentar la parte correspondiente a las energías limpias en el consumo energético doméstico e industrial, favoreciendo iniciativas tanto privadas como públicas.

Además del nuevo parque eólico de Taïba Ndiaye, que está situado a un centenar de kilómetros de Dakar y cubre actualmente el 15% de las necesidades de electricidad de Senegal (suministrando energía a cerca de 2 de los 15 millones de habitantes), desde 2016 están en funcionamiento cuatro nuevas centrales solares en localidades rurales.

Se trata de iniciativas que convierten a Senegal en un país de referencia en África occidental en el ámbito de las energías renovables.

Además, Senegal debe respetar sus compromisos internacionales, en particular el relativo a la reducción de gases de efecto invernadero. En el marco del Acuerdo de París de 2015, el país contrajo diversos compromisos, como reducir, por sus propios medios, la contaminación de los gases de efecto invernadero de 5 a 9%. Sin embargo, gracias a la ayuda que se prevé recibir de la comunidad internacional, esta reducción podría oscilar entre el 17 y 27%. Una de las medidas contempladas es controlar mejor las emisiones de las infraestructuras existentes. “Se deben medir y evaluar las cantidades de gases de efecto invernadero que pueden generar las grandes infraestructuras. Las normas de emisión tienen por objeto reducir al mínimo la contaminación. Se aplican a todos los proyectos industriales de Senegal antes de su aprobación por los servicios competentes del Estado”, explica Cheikh Ndiaye Sylla, director de gabinete del ministro de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible.

En su primera contribución determinada a nivel nacional (o CDN), prevista para 2023, se ha estimado que los sectores de actividades como la industria y la construcción de edificios, se verán afectados por la reducción de los gases de efecto invernadero. El sector del transporte también se verá afectado. Senegal pondrá en marcha en 2021 un tren exprés regional (TER) y un BRT (un sistema de transporte colectivo rápido por autobús que comunicará a 14 municipios de las afueras de la capital, Dakar), que deberían contribuir a la reducción de la contaminación producida por los vehículos de motor, gracias a la transferencia modal. No obstante, surge la cuestión del suministro de energía para estos sistemas de transporte. Sin embargo, según un estudio ambiental y social estratégico realizado por el BAD: “estas emisiones que se evitan podrían ir acompañadas en una fase posterior del suministro de energía a la tracción proveniente de una fuente de energía renovable”.

Los sindicatos quieren tener una mayor influencia en la CDN de Senegal

“Senegal está formulando sus compromisos en la CDN, que sigue constituyendo la base del compromiso del país con los esfuerzos mundiales de atenuación y adaptación”, se alegra Babacar Sylla, responsable de cuestiones ambientales y climáticas en la Confederación nacional de trabajadores de Senegal (CNTS), la mayor central sindical del país. Aun así, según matiza, “desafortunadamente, las medidas más ambiciosas contenidas en el documento de referencia dependen de opciones condicionales, es decir, sujetas a financiación”.

En este sentido, aún estamos lejos de ganar la batalla y varios actores como Sylla lamentan que las condiciones de carácter financiero (las “opciones condicionales” que cada país enumera en su CDN) obstaculicen el voluntarismo que debe impulsar a los poderes públicos. Por ejemplo, el Gobierno senegalés condiciona la sustitución del 40% del carbón dedicado a la generación de electricidad propia por gas natural a la obtención de financiación internacional. Es lo que se prevé hacer, por ejemplo, con la central eléctrica de carbón de Bargny. Sin embargo, “estimamos que es necesario detener la actividad de las centrales eléctricas de carbón y de gas y realizar inversiones masivas en energías renovables”, destaca Babacar Sylla. En todo el territorio senegalés hay una decena de centrales eléctricas de carbón, la mitad de ellas situadas en la región de Dakar. Pertenecen todas a Senelec, la empresa pública de electricidad.

Sin embargo, para influir en el contenido de la CDN, los sindicatos necesitan que las autoridades públicas les presten atención y les escuchen, algo que no resulta nada fácil. “El Gobierno escucha esporádicamente nuestra opinión sobre cuestiones vinculadas al cambio climático. Sin embargo, consideramos que los ministerios de Medio Ambiente y de Trabajo deberían tratar de formalizar la contribución de los trabajadores para lograr una CDN inclusiva y pertinente. No obstante, por el momento, en vista de todos nuestros recordatorios a las autoridades, el proceso de involucración de las centrales sindicales no es muy fluido”, lamenta Elimane Diouf, de la Confederación de sindicatos autónomos (CSA). “La CSA se ha puesto en contacto con el Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible e incluso ha designado a un coordinador para iniciar el diálogo porque pensamos que este ministerio es un departamento central para el conjunto de las preocupaciones relacionadas con el cambio climático y la transición energética”.

El objetivo de las centrales sindicales senegalesas es integrar las comisiones creadas como miembros de pleno derecho con el fin de preparar mejor la CDN de Senegal.

Según Diouf, es un deseo que requiere establecer un “verdadero diálogo social” tripartito entre el Estado, la patronal y los sindicatos. Babacar Sylla, de la CNTS, también defiende esta necesidad: “Con una lucha sindical puesta a prueba por el cambio climático (…) debemos adoptar un enfoque puramente inclusivo y basado en el diálogo social con nuestros interlocutores tradicionales, es decir, el Estado y el sector privado”.

Incluir a los trabajadores en la transición energética

Para los dirigentes sindicales, las contribuciones que se prevé que las centrales sindicales hagan a la CDN serán mucho más fuertes porque los trabajadores afiliados se encuentran en todos los segmentos de la economía nacional posiblemente afectados por el cambio climático. Es un factor útil que hay que tener en cuenta a la hora de identificar las ideas en las que hay que hacer hincapié ante las autoridades. Para Elimane Diouf, las propuestas pueden ser múltiples y diversas: concretar proyectos y programas que favorezcan la protección de las zonas costeras de Dakar en Saint-Louis de la erosión marina, convertir la Gran Muralla Verde en una realidad, revitalizar los valles de ríos fósiles en beneficio de la agricultura, la horticultura, la ganadería, la pesca…

“El país intenta, como puede, desarrollar iniciativas muy beneficiosas en el ámbito de la energía, como la apertura de centrales de energía solar y eólica, la entrada en vigor de la ley sobre el plástico o los esfuerzos relacionados con el transporte. Sin embargo, constatamos que la puesta en práctica de ciertas medidas deja al margen a un gran número de trabajadores. Este método no inclusivo va en contra del principio de transición justa que la CNTS continúa promoviendo en su enfoque”, se queja Babacar Sylla, que también es ingeniero de ordenación urbana y medio ambiente.

Al mismo tiempo, la CNTS se esfuerza, dentro de la organización, por llevar a la práctica su visión de un enfoque mundial del cambio climático en un país como Senegal. “Estamos convencidos de que la mejor manera de acompañar a nuestros compañeros trabajadores es, en primer lugar, sensibilizarlos sobre el nuevo horizonte hacia el que avanzamos. Después, hay que capacitarlos para que puedan beneficiarse plenamente de la transición energética con planes de transición que tengan en cuenta las experiencias (o no) de unos y otros, la antigüedad, los beneficios ya adquiridos, etc.”, preconiza Sylla. Por ello, “la CNTS quiere anticiparse para que sus afiliados no se queden atrás en la transición energética”.

La CSA creó un departamento de medio ambiente y desarrollo sostenible en su congreso de 2016 para ocuparse de las cuestiones relacionadas con el cambio climático. Los movimientos de jóvenes y de mujeres han llevado a cabo diferentes actividades para “sensibilizar a las poblaciones y los trabajadores asentados en determinadas zonas costeras como Mbour, Kayar, Rufisque, Bargny y Saint-Louis”, indica Elimane Diouf, secretario general de esta central sindical. Sin embargo, la crisis sanitaria provocada por la covid-19 ha dado lugar a la suspensión de esta iniciativa. El desafío sigue siendo inmenso.

“Es relativamente difícil comprender el concepto de transición justa, sobre todo en las empresas donde los trabajadores normalmente solo se interesan por el sustento diario, sus ingresos, su nivel salarial… Pero, por otra parte, los trabajadores de muchas empresas se han familiarizado con otros conceptos como la calidad, la responsabilidad social de las empresas o la seguridad”, explica Elimane Diouf.

“Esto les ha permitido mirar un poco a su alrededor para ver cómo pueden concebir prácticas de producción limpias, establecer relaciones sociales con las poblaciones de su entorno…”, añade.

Al centrarse en zonas costeras, los jóvenes y las mujeres de la CSA abordan dos grandes problemas: la emigración irregular, con salidas cada vez más numerosas de jóvenes hacia Europa en embarcaciones precarias, y el avance del mar. “Mediante el concepto de la transición energética, nuestro objetivo es convencer a los jóvenes y los trabajadores en general de que la promoción y el desarrollo de empleos denominados ‘verdes’ son posibles a través de diversos proyectos y programas vinculados al medio ambiente. Ante los desafíos que ponen en peligro nuestros espacios vitales, tratamos de mostrarles que existen oportunidades para salir de donde están, en la medida de lo posible”, defiende el secretario general de la CSA.

En concreto, la CSA ha puesto en marcha con socios italianos proyectos relacionados con el fortalecimiento de las capacidades de sus afiliados en sectores con un gran potencial de mano de obra, como la agricultura y las agroempresas. Sobre el terreno, esta visión se traduce en “acuerdos con los responsables de Industries chimiques du Sénégal (ICS) y los dirigentes de la central eléctrica de carbón de Bargny para alentarles a que velen más por la salud y la seguridad de los trabajadores y las comunidades ribereñas”. Su secretario general espera retomar la colaboración cuando mejore la situación sanitaria provocada por el coronavirus.

“Colaboración histórica”

Esta voluntad manifestada por la CNTS de trabajar con otros actores justifica la colaboración iniciada con la Fundación Friedrich Ebert (FES) en Dakar. Según Ismaïla Diack, responsable del programa de la FES, abordar cuestiones relacionadas con la transición energética conlleva la defensa de principios como la justicia social y la necesidad de dar respuestas concretas a las poblaciones afectadas por el cambio climático.

“El Gobierno podría tener más en cuenta las preocupaciones de los jóvenes y sus asociaciones en este ámbito, en particular la preocupación de encontrar un empleo y la necesidad de proteger su entorno inmediato. Nosotros les ayudamos. Primero nos hemos centrado en un tema importante: la gobernanza litoral”, informa Ismaïla Diack.

En este sentido, la fundación alemana forma parte de un grupo de trabajo integrado por cinco centrales sindicales senegalesas y una veintena de actores en el ámbito del medio ambiente que intervienen en varios lugares del país. “Colaboración histórica”. Así es como Babacar Sylla describe la relación que la CNTS mantienen con la Fundación Friedrich Ebert. “En lo que respecta a la cuestión del clima, la FES, que nos ha ayudado durante todos estos años a participar en grandes cumbres y reuniones sindicales de alto nivel, ha considerado que era necesario organizar las actividades a nivel nacional. Es una visión que compartimos, pero como la CNTS, por sí sola, no lo logrará satisfactoriamente, pensamos en diversificar los actores involucrando a otras centrales afiliadas a la CSI”.

Estas centrales sindicales son la UNSAS (Unión nacionales de sindicatos autónomos de Senegal), la CNTS/FC (Confederación nacional de trabajadores de Senegal/Fuerzas del cambio), la UDTS (Unión democrática de trabajadores de Senegal) y la CSA (Confederación de sindicatos autónomos). Según Babacar Sylla, fue el secretario general de la CNTS, Mody Guiro, quien “en calidad de presidente de la CSI-África, tuvo la idea de involucrar a las otras centrales sindicales senegalesas en el fortalecimiento de las capacidades y la formulación de estrategias”. El objetivo de este grupo de trabajo es elaborar, en los próximos meses, un documento de orientación estratégica y un plan de acción en favor del clima y contra los efectos del cambio climático, así como demostrar que los sindicatos apoyan el conjunto de iniciativas del país por una transición justa.

This article has been translated from French by Raquel Mora

La realización de esta crónica ha sido posible gracias a los fondos de la Friedrich-Ebert-Stiftung y forma parte de una serie de artículos sobre los sindicatos y la transición justa.