La democracia en el lugar de trabajo, todavía más importante en un contexto de pandemia

“No me importa trabajar, pero sí me importa morir”. Este es el lema de la Liga de Trabajadores Negros Revolucionarios, cuyos miembros protestaron, entre otras cosas, contra los peligros de trabajar en las líneas de montaje de la industria automovilística de los Estados Unidos a finales de los años sesenta.

Su lema ilustra a la perfección la importancia de las políticas de salud y seguridad para los trabajadores y los sindicatos. Para demasiadas personas, y durante demasiado tiempo, el papel desempeñado por los representantes de los trabajadores en la promoción de lugares de trabajo seguros y saludables ha sido en su mayor parte invisible. Esta situación ha cambiado como consecuencia de la covid-19. La lucha contra la pandemia ha situado la protección de la salud y la seguridad de los trabajadores en el centro de la atención pública.

Para los trabajadores esenciales que han continuado trabajando mientras el coronavirus se propagaba por todo el mundo, y para aquellos que regresan al trabajo con medidas de protección intensificadas, los representantes en materia de salud y seguridad, los comités de empresa y los sindicatos están desempeñando una función fundamental en la creación y el mantenimiento de lugares de trabajo saludables.

¿Por qué? Porque los trabajadores y sus representantes tienen un conocimiento más directo que la dirección sobre los riesgos diarios presentes en el trabajo. Su conocimiento tácito sobre lo que implica el “trabajo real” puede contribuir a una toma de decisiones fundamentada en cuanto a cuestiones relacionadas con la protección de los trabajadores ante peligros. La implicación de los trabajadores también ayudará a que entiendan mejor y apoyen las medidas adoptadas. Los representantes de los trabajadores garantizan una mejor supervisión del cumplimiento de las normas y los procedimientos y aseguran que se pueda pedir a la dirección que rinda cuentas de sus responsabilidades ante los trabajadores.

Por todos estos motivos, la legislación europea requiere la involucración de la fuerza de trabajo en casi todos los aspectos relacionados con la salud y seguridad en el trabajo (SST). Se reconoce desde hace tiempo que la participación de los trabajadores debe desempeñar un papel fundamental en la elaboración y la aplicación de políticas relativas a la salud y seguridad.

Desde los años setenta los trabajadores de la Unión Europea disfrutan de amplios derechos de información y consulta sobre cuestiones de SST, y con razón. Los efectos positivos de la participación de los trabajadores, la involucración de los empleados o una democracia activa a través de mejores políticas en materia de SST se reflejan en los datos de la tercera Encuesta europea de empresas sobre riesgos nuevos y emergentes (ESENER 3) publicada por la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo en 2020.

En primer lugar, las empresas que cuentan con una modalidad de representación de los trabajadores y las que tienen un representante de SST (y sobre todo uno escogido por los trabajadores) tienen más probabilidades de llevar a cabo evaluaciones periódicas del riesgo en su lugar de trabajo. Según la ESENER de 2019, alrededor del 70% de las empresas sin representación de los trabajadores realiza evaluaciones periódicas del riesgo, en comparación con el 85% de las empresas con una estructura representativa.

Mejores políticas de evaluación y prevención del riesgo

Se observa el mismo patrón cuando existe un representante de SST. Alrededor del 63% de las empresas que no cuentan con un representante realiza evaluaciones periódicas del riesgo. Cuando hay un representante de SST designado por la dirección, la proporción asciende a 83%, y cuando hay un representante de SST elegido por los trabajadores es de casi el 90%.

En las empresas donde hay representación de trabajadores y/o representantes de SST elegidos por los trabajadores no solo la evaluación de riesgos es mejor, sino que también se elaboran políticas de prevención más adecuadas. En lo que respecta a los riesgos para la salud, la ESENER de 2019 preguntaba a los encuestados si se adoptaban las siguientes medidas: suministro de equipos para ayudar a trasladar cargas pesadas, rotación de tareas para reducir el trabajo repetitivo, fomento de los descansos, suministro de equipos ergonómicos y reducción del tiempo de trabajo para las personas con problemas de salud.

En promedio, las empresas con representación de trabajadores adoptan más medidas de este tipo que las empresas que carecen de estas estructuras (alrededor de 3 medidas frente a menos de 2,5). Se observa el mismo patrón cuando existe un representante de SST escogido por la fuerza de trabajo.

Respecto de los riesgos psicosociales, en la encuesta también se preguntaba si se adoptaban las siguientes medidas preventivas: reorganización del trabajo para reducir las exigencias del trabajo, asesoramiento confidencial para los trabajadores, formación sobre la solución de conflictos, intervención cuando las jornadas laborales sean excesivamente largas o irregulares, y más autonomía para que los trabajadores tomen decisiones sobre sus propios trabajos. Las empresas que cuentan con una estructura de representación de los trabajadores suelen introducir muchas de estas medidas de prevención (un promedio de 2,5) en comparación con las que carecen de representación de los trabajadores (unas 2).

De manera similar, las empresas sin representante de SST suelen introducir menos de dos de estas medidas de prevención en comparación con una media que ronda 2,5 en el caso de empresas con representantes de SST elegidos por los trabajadores o la dirección.

Evidentemente, la diferencia podría deberse en parte a otros factores como el tamaño de la empresa. Las empresas más grandes podrían tener más probabilidades de contar con una estructura de representación, así como políticas de SST mejor desarrolladas. Sin embargo, las diferencias siguen siendo importantes incluso en modelos logit con múltiples variables controlados para otras variables como el país de origen, el tamaño de la empresa y su sector.

Por consiguiente, se puede concluir que los datos de la encuesta muestran que existe una relación positiva entre una democracia activa, contar con políticas de SST en los lugares de trabajo, empresas que identifican y previenen o mitigan riesgos, y la implicación de los trabajadores.

El coronavirus planteó sin duda nuevos riesgos para la salud de los trabajadores, además de los riesgos ya conocidos y abordados. Las federaciones sindicales internacionales pidieron, con razón, el reconocimiento de la covid como enfermedad profesional y la Confederación Europea de Sindicatos logró presionar para que se incluyera en legislación existente.

Aparte de la legislación, una democracia activa es fundamental. La presencia de representación de trabajadores promueve políticas de calidad en materia de salud y seguridad, muy necesarias en estos momentos de pandemia. Una democracia activa contribuye a tener lugares de trabajos más resilientes a la pandemia.