Desplazados por el clima, ¿problema o solución? Datos contra mitos

Desplazados por el clima, ¿problema o solución? Datos contra mitos

Houses on the coastline of Guet Ndar, the fishing district of Saint-Louis in Senegal, have been destroyed by storms and tidal waves in recent years.

(Stefano Fasano)

Ola a ola, Saint Louis se está hundiendo lenta pero progresivamente debido al aumento del nivel del mar. Las aguas que antes contribuían al sustento de esta ciudad del norte de Senegal ahora constituyen un riesgo para su propia supervivencia. Según las Naciones Unidas, Saint Louis es la ciudad más amenazada del continente africano por la subida del nivel del mar; el oceáno Atlántico se está tragando cada año hasta dos metros de su litoral. Varios miles de personas se han visto obligadas a mudarse tierra adentro a causa de las mareas de tempestad y la inundación de Doun Baba Dieye, una comunidad pesquera cercana. Para el resto de ciudadanos, la vida se está volviendo cada vez más precaria.

Este tipo de situaciones son cada vez más comunes, pues se está agravando la crisis climática. La migración y el desplazamiento provocados por el cambio climático están aumentando, al igual que la ansiedad y la desinformación sobre el tema en cuestión. En los últimos años hemos venido observando en medios de comunicación y políticos de los países del hemisferio norte un repunte de la retórica sensacionalista que propaga el miedo, asegura que el cambio climático provoca directa y automáticamente una migración en masa y alerta, con un lenguaje deshumanizador, sobre las inminentes ‘oleadas’ o ‘avalanchas’ de millones o miles de millones de migrantes y refugiados climáticos desesperados que amenazan con inundar Europa al huir de un hemisferio sur inhabitable.

Las predicciones apocalípticas pueden llamar la atención del público, pero ocultan una compleja realidad en la práctica y avivan la xenofobia y el racismo, bien arraigados en Europa, aprovechando el miedo a los migrantes.

Asimismo, presentan una imagen distorsionada y falsa: lo que revelan las investigaciones sobre el cambio climático y la migración es muy diferente del relato alarmista que se ha consolidado.

Los expertos coinciden en que el cambio climático está afectando a la movilidad. Sin embargo, la relación entre estos dos temas no es directa, como se suele interpretar, sino compleja y multicausal y varía según el contexto. La incertidumbre sobre cómo será el clima en el futuro, cómo evolucionará la capacidad de adaptación de los países y el modo en que se desarrollarán las políticas migratorias internacionales también pone en duda las previsiones sobre cómo afectará el cambio climático a la movilidad.

Datos contra mitos

La previsión del desplazamiento de millones o miles de millones de personas en las próximas décadas resta importancia al hecho de que la migración y el desplazamiento provocados por el clima no constituyen una amenaza en un futuro remoto, sino que son una realidad hoy en día. La cifra de desplazados internos en todo el mundo ha alcanzado un máximo histórico: casi 25 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares en 2019 debido a desastres naturales repentinos. A medida que se agudizan los fenómenos meteorológicos extremos, como los tifones, las tormentas y las inundaciones, y los problemas de desarrollo lento, como la subida del nivel del mar, la degradación de los suelos y los cambios en las precipitaciones, también se espera que aumente la movilidad provocada por el cambio climático.

Tratar a ‘la migración climática’ como una categoría migratoria aparte implica erróneamente que el clima se puede separar de otros factores, aunque las decisiones de trasladarse se basan en numerosos aspectos que están íntimamente relacionados y se influyen entre sí de forma muy compleja. Para la gente que depende de la agricultura de subsistencia como medio de vida, las condiciones ambientales y el resultado económico constituyen una misma cosa, pues los cambios en las precipitaciones o la temperatura pueden tener graves consecuencias económicas.

“Si no puedes ver los diferentes factores que funcionan juntos –factores sociales, políticos, económicos, medioambientales y demográficos– en realidad estarás obviando la perspectiva más amplia”, explica Caroline Zickgraf, subdirectora del Observatorio Hugo, un centro de investigación de la Universidad de Lieja (Bélgica) que se dedica a estudiar cómo el medio ambiente y el cambio climático afectan a la migración.

Otro concepto falso que se repite acerca del cambio climático y la movilidad humana es la creencia de que la mayoría de la gente que migra sale de sus países. En los últimos tiempos, gran parte de la atención mundial sobre los migrantes se ha centrado en los africanos que intentan llegar a Europa. Aunque este tipo de desplazamiento internacional de larga distancia constituye la imagen más popular de la migración, los datos demuestran que no es la más común. Sin embargo, estos datos suelen ignorarse.

En África central y occidental, la migración al norte de África o Europa representa únicamente entre el 10 y el 20% de los traslados, mientras que el 80 o 90% restante son internos y regionales. “En los últimos años, Europa ha sido el sueño de cada vez menos personas de las que se plantean migrar debido a las dificultades a las que se enfrentan para encontrar [programas] de regularización, trabajo y movilidad”, nos cuenta Aly Tandian, presidente del Observatorio de la Migración Senegalesa y profesor adjunto de sociología en la Universidad Gaston Berger de Saint Louis. Para los migrantes de África occidental, la mayor parte de los destinos son países africanos, debido a la falta de restricciones de visados y a la facilidad del desplazamiento por tierra. Esto permite a la gente una mayor movilidad al lanzarse en busca de oportunidades, mientras que la proximidad sociocultural y lingüística de muchos países de acogida genera cierto grado de familiaridad, explica.

Hind Aïssaoui Bennani, una especialista en migración, medio ambiente y cambio climático que trabaja en la Organización Internacional para las Migraciones en Dakar (Senegal), asegura que la importancia de los trabajadores migrantes se suele pasar por alto, a pesar de su relevancia en toda la región. La mayoría de los trabajadores migrantes se trasladan en busca de trabajo en sectores relacionados con los recursos naturales, como la agricultura, la pesca y la minería. “El medio ambiente no solo es una de las principales causas de la migración que obligan a la gente a trasladarse, sino que también atrae a los migrantes”, afirma Bennani. Sin embargo, según nos cuenta, el cambio climático también puede provocar inmovilidad y generar poblaciones atrapadas que no pueden trasladarse porque les faltan recursos o capacidad y que en general suelen ser las más vulnerables.

Azuzar el miedo

Todavía no se sabe cuánta gente se ha visto desplazada a causa del cambio climático. Debido a lo intrínsecamente complejos que son la migración y el cambio climático, los expertos aseguran que es difícil, si no imposible, predecir con precisión cuántas personas se pueden ver obligadas a migrar en el futuro. “Va a desarrollarse un amplio abanico de escenarios, según lo que hagamos en el ámbito de las políticas y las acciones climáticas, pero también dependerá de cómo responda la gente de formas que suelen ser no lineales. No solo se trata de que empeore el cambio climático y aumente la migración”, explica Zickgraf.

El año pasado, un informe del Instituto para la Economía y la Paz reveló que para 2050 se habrán desplazado 1.200 millones de personas debido a amenazas ambientales. La cifra se hizo viral y apareció en los principales medios de comunicación de todo el mundo, pero varios destacados expertos en migración la han rechazado. Entre ellos se encuentra Zickgraf, quien asegura que dicha cifra carece de fundamento científico y que se llegó a la misma mediante la manipulación y distorsión de los datos. Para comparar, un informe del Banco Mundial de 2018 que utilizó técnicas científicas de modelización calculó que, si no se toman acciones climáticas urgentes, 140 millones de personas se habrán desplazado dentro de las fronteras de sus países para 2050.

La izquierda ha utilizado el relato de que ‘el cambio climático provoca una migración en masa’ para hacer hincapié en las repercusiones humanitarias de dicho cambio y para impulsar las acciones climáticas. En cambio, la derecha y la extrema derecha lo han usado como un punto de confluencia para promover la militarización de las fronteras y la aplicación de políticas antimigratorias.

“Creo que hay muy buenas intenciones detrás de la idea de utilizar la migración como un llamamiento para acelerar la acción climática y hacer hincapié en las repercusiones que tiene el cambio climático para los seres humanos. Pero por desgracia, muchas veces beneficia al discurso de la seguridad”, advierte Zickgraf. “Lo que buscas es una acción climática y lo que consigues son unas políticas migratorias restrictivas porque lo que estás haciendo es reflejar el miedo de la gente”.

El miedo no es lo que motiva a la gente ni a los gobiernos a reforzar la acción climática, sino que ha fortalecido aún más la xenofobia y el racismo y ha contribuido a la consolidación de esa fortaleza llamada Europa. Además, presentar la ‘migración climática’ como una amenaza para la seguridad justifica la financiación de programas que intentan evitar la migración aislando a la gente en su lugar de origen, algo que viola el derecho humano fundamental a la libertad de movimiento. A medida que se agrava la emergencia climática, la llamada ‘crisis de los refugiados en Europa’ de 2015 se está utilizando cada vez más como un presagio de lo que se nos viene encima. Como nos explica Zickgraf, según los enfoques que utilizan la táctica del miedo, no son los cambios climáticos lo que tenemos que temer, sino al “otro” –la gente obligada a desplazarse en respuesta a dichos cambios–.

Otra de las cuestiones relevantes es la misma investigación de las migraciones, en concreto qué investigaciones se valoran y consideran. Tandian advierte que como en el continente europeo no se tiene en cuenta el amplio espectro de las causas de la migración, los análisis procedentes de Europa son limitados en su comprensión de los temas migratorios sobre el terreno en África. “Además, se suele contratar a organizaciones europeas para que estudien los asuntos migratorios, lo cual empobrece parcialmente los resultados y las decisiones políticas que se toman”, concluye.

La movilidad como adaptación

La actual tendencia de presentar la migración del hemisferio sur como una anomalía, un problema que resolver o una amenaza a evitar ignora el hecho de que la migración no es nada nuevo. A lo largo de toda la historia de la humanidad la movilidad ha sido una estrategia de adaptación para que los seres humanos hagan frente a los cambios climáticos o medioambientales. Tampoco constituye siempre una forma de escapar de una crisis. “La migración tiene que ver con la resiliencia y la adaptación. Y en África central y occidental la migración ya forma parte de la solución”, explica Bennani.

En algunas zonas quizá tengamos que facilitar la migración de forma preventiva, explica Zickgraf, asegurándonos de que la gente migre en las mejores condiciones como respuesta al cambio climático. “Lo que realmente queremos es permitir la libertad de elección. Y si solo vemos la migración como algo negativo o como algo que siempre se tiene que evitar, entonces desaprovecharemos todos los beneficios derivados de las migraciones que salen de las zonas vulnerables a las repercusiones climáticas”.

Como el cambio climático repercute considerablemente y de forma negativa en las vulnerabilidades y desigualdades ya existentes y afectará de manera desproporcionada a los habitantes del hemisferio sur que son los que menos han contribuido al mismo, facilitar la movilidad no solo constituye una estrategia de adaptación, sino una parte integral de la justicia climática.

La movilidad puede reducir la vulnerabilidad de la gente de Saint Louis y de otros muchos lugares en los que el cambio climático ya está destruyendo vidas y oportunidades. Pero además, la movilidad puede ayudarles a conseguir una vida mejor –un rol que se irá volviendo progresivamente más fundamental en este mundo cada vez más condicionado por la inestabilidad climática–.