La situación de los trabajadores agrícolas migrantes en Canadá, ya precaria, empeora con la pandemia

La situación de los trabajadores agrícolas migrantes en Canadá, ya precaria, empeora con la pandemia

A migrant farm worker picks grapes in Canada’s Niagara region. Migrant agricultural workers in Canada face poor working and living conditions, and risk of deportation. This situation has worsened over the course of the Covid-19 pandemic.

(UFCW)

María López suplicó que le dieran tiempo libre para ir a la iglesia en Navidad. Había trabajado durante meses como empaquetadora en un invernadero de Ontario (Canadá), sin un solo día de descanso, viviendo en un cobertizo junto con otros siete trabajadores y durmiendo en literas infestadas de insectos. Por la noche no tenía fuerzas ni para llamar por Skype a sus hijos en Filipinas. Lo único que quería era ir a la iglesia y enviar dinero a su familia en Navidad, pero su empleador le dijo que no. Le dijeron no a las horas extras, que no le pagarían un día entero de trabajo si no cumplía la cuota, que no le darían ningún día libre... Hasta que un día López dijo “basta”, y ahora está denunciando las condiciones que tuvo que soportar: “Sé que no he nacido aquí en Canadá, que solo soy una trabajadora extranjera, pero soy también un ser humano”.

En Canadá los trabajadores migrantes están atados a sus empleadores por medio de visados específicos, situación que favorece la explotación en las granjas, en los invernaderos y en las fábricas de alimentos. Según un informe de 2020 del sindicato de trabajadores del sector alimentario y comercial United Food and Commercial Workers Union (UFCW) y la alianza de trabajadores agrícolas Agriculture Workers Alliance, “Canadá ha experimentado una expansión continua de la mano de obra extranjera migrante y temporal en el sector agrícola en el marco de unos programas federales que proporcionan trabajadores migrantes a los empleadores y que después, básicamente, los abandonan a su suerte”. En 2012, el gobierno canadiense expidió 39.700 permisos para trabajadores agrícolas migrantes; en 2019 la cifra ascendía a 72.000.

La situación de los trabajadores agrícolas en Canadá desvirtúa la reputación progresista del país y tiene implicaciones en todo el continente americano en el ámbito de las redes internacionales de alimentación y migración, de una crisis de salud pública y del sistema canadiense y estadounidense de abastecimiento de alimentos.

“Los trabajadores migrantes de Canadá están sometidos a la explotación, a unas condiciones de trabajo y de vida pésimas y al riesgo de ser deportados. Estos problemas se agudizaron especialmente durante la pandemia de coronavirus. Los trabajadores agrícolas migrantes están muy expuestos al contagio, riesgo que se ve a su vez agravado por sus condiciones de vida tan precarias. Pero el miedo a ser despedidos y expulsados de Canadá limita su capacidad para denunciar estos problemas. Varios trabajadores migrantes han muerto por coronavirus en Canadá”, explica a Equal Times Jim Stanford, uno de los economistas laborales más destacados de este país.

La mayor parte de las tierras de cultivo más ricas del país norteamericano, incluida la zona donde trabaja María López, se encuentra en la franja sur del país, más poblada y con mejor clima, situada justo al otro lado de la frontera con Estados Unidos. Sarah Tabour es una científica y experta en trabajo agrícola, afincada en EEUU, que ha realizado una extensa labor sobre la contradicción que existe entre el concepto norteamericano de granja familiar como un espacio bucólico y pastoril y la realidad de las granjas como empresas capitalistas que explotan a los trabajadores. López lo resume así para Equal Times:

“Se da por sentado que Estados Unidos y Canadá son fundamentalmente diferentes, pero no lo son... En Estados Unidos, muchos trabajadores agrícolas empezaron a organizarse en agrupaciones que no son realmente sindicatos, por lo que las leyes antisindicales no les afectan [la Coalition of Immokalee Workers es un buen ejemplo]. Eso explica que en las plantas cárnicas haya tantas redadas de inmigración. Hay suficientes trabajadores para organizar una acción laboral seria, así que los propietarios llaman al ICE [Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos] para que ‘limpien’ el lugar”. También en Canadá la precaria situación de la inmigración, sumada a las leyes antisindicales, dificulta enormemente que los trabajadores puedan expresarse.

Vulneración de los derechos de más de 100.000 trabajadores agrícolas

En 2010, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) cuestionó a Canadá y a Ontario por su legislación relativa a los trabajadores agrícolas. Los códigos laborales nacionales y de varias provincias prohíben específicamente a los trabajadores agrícolas organizarse, especialmente en sindicatos. La OIT ha determinado que esto vulnera el derecho humano a la libre asociación, así como la Carta de Derechos y Libertades de Canadá.

Santiago Escobar es delegado nacional del UFCW, un sindicato que organiza a los trabajadores agrícolas en Estados Unidos y en Canadá. Escobar constata que las cosas no han cambiado mucho en la década transcurrida desde la resolución de la OIT, y que Ontario es culpable de vulnerar los derechos humanos de más de 100.000 trabajadores agrícolas migrantes y del hogar. Afirma que esto, unido al hecho de que los trabajadores agrícolas no estén cubiertos por la mayor parte del código laboral, implica que los trabajadores se ven presionados a trabajar muchas horas, incluso los fines de semana. Él ha conocido personalmente a muchos trabajadores agrícolas que han estado trabajando durante más de seis meses seguidos sin un solo día de descanso.

“El Gobierno federal debe colaborar con el Gobierno provincial para ofrecer más protección en materia de derechos humanos y laborales a los trabajadores migrantes que son vulnerables a los abusos y la explotación de los empleadores y los intermediarios. No podemos tener una clase inferior de trabajadores temporales en Canadá”, declara Hassan Yussuff, presidente del Canadian Labour Congress (CLC), la mayor federación de trabajadores organizados de Canadá, en relación a la resolución de la OIT.

Escobar señala que en la provincia de Quebec, mayoritariamente francófona y con una tradición sindical más sólida, el UFCW ha conseguido sindicalizar a más de 800 trabajadores procedentes de países hispanohablantes. El sindicato también ha ayudado a los trabajadores a obtener prestaciones salariales durante la pandemia, a no tener que lidiar con el acoso y el abuso sistémico, y a conseguir mejoras en las condiciones de vida. Pero en otras provincias los trabajadores siguen enfrentándose a abusos laborales con una escasa protección jurídica.

López explica que en el invernadero donde trabaja como empaquetadora “hace demasiado calor, sobre todo en verano”. Y añade: “una vez estuve trabajando una temporada en torno al mes de agosto, y sufría hemorragias nasales y ansiedad por asfixia porque hacía muchísimo calor y humedad. Manipulamos productos químicos sin disponer del equipamiento adecuado, y he sufrido enfermedades de la piel por reacción a los productos químicos”.

En diciembre, el UFCW publicó en Facebook un vídeo de un grupo de trabajadores agrícolas que estaban recibiendo una reprimenda. En el vídeo, filmado a escondidas por un trabajador agrícola, varios trabajadores asustados observan en silencio cómo su supervisor les insulta y les arroja tomates a los pies por haberlos cortado de una manera que él considera inapropiada. Aún más inquietante es el hecho de que, por una docena de tomates dañados, el supervisor les amenaza con descontarles cinco días de sueldo.

Las malas condiciones de los trabajadores agrícolas agravan la pandemia para todos

La crisis de la covid-19 ha puesto de manifiesto las dificultades que tienen los trabajadores migrantes. Según nos indica Chris Ramsaroop, organizador en Justicia For Migrant Workers (J4MW), que trabaja principalmente en el sur de Ontario, “la pandemia sigue agravándose debido a las condiciones que existían ya antes de la covid, como son las viviendas abarrotadas, unas condiciones de vida deplorables y la ausencia de una supervisión efectiva. Ante la falta de una regulación en condiciones, el programa de trabajadores extranjeros temporales acentúa y agrava la vulnerabilidad de los trabajadores. Es la combinación de un estatus migratorio restringido o precario y unas condiciones de trabajo pésimas”.

J4MW afirma que más de 1.780 trabajadores extranjeros temporales han dado positivo de coronavirus en Ontario, pero Ramsaroop estima que, como no se notifican todos los casos, la cifra real probablemente sea superior a 3.000: “Desde el comienzo de la pandemia hasta ahora no hemos constatado mejora alguna en las condiciones. Los trabajadores siguen contagiándose mientras los empleadores siguen dando prioridad a la producción, sin importarles las consecuencias de tal comportamiento en las vidas humanas”.

Juan (nombre ficticio) procede de México y lleva cuatro años trabajando en Canadá. Explica a este medio que es imposible mantener el distanciamiento social, ya sea en casa o en el trabajo, puesto que vive con 13 personas (todos ellos jornaleros agrícolas) a las que cada mañana recoge un viejo autobús escolar de 40 plazas en el que obligan a apiñarse a 80 trabajadores agrícolas. Dice que muchos de sus compañeros de trabajo tienen síntomas de coronavirus, pero no se atreven a decirlo porque “temen ser devueltos a su país. Esta granja es racista”.

Ramsaroop comenta que J4MW ha participado en la entrega de cajas de comida para los trabajadores, dado que muchos de ellos no tienen acceso a alimentos frescos. Afirma que algunos empleadores han estado utilizando la covid-19 como excusa para mantener a los trabajadores atrapados en las granjas, obligándoles a que les compren sus propios alimentos a precios prohibitivos.

Escobar, del UFCW, afirma que, además de los peligros físicos, la salud mental de los trabajadores migrantes se está viendo muy afectada por la pandemia debido al estrés que supone el empeoramiento de las condiciones de trabajo. Dice que sabe de un trabajador migrante que intentó suicidarse en un invernadero. A María López le diagnosticaron un trastorno de estrés postraumático debido a las experiencias vividas durante el tiempo que trabajó en una granja de Ontario.

El economista Jim Standford añade que estos trabajadores constituyen sin embargo una parte fundamental de la economía canadiense. “Los trabajadores migrantes desempeñan una función vital en la cadena de suministro de alimentos de Canadá, y la pandemia ha recalcado a los canadienses la importancia de dicha función. Esperemos que esto se traduzca en un apoyo generalizado a las medidas destinadas a proporcionar derechos y protecciones básicas a los trabajadores migrantes del país”.

Los defensores y los trabajadores están solicitando permisos de trabajo indefinidos y no vinculados a empleadores concretos, así como la posibilidad de organizarse, mejores salarios, la erradicación de los abusos y disponer de unas condiciones de vida más seguras. Esto es lo que también pide María López: “Tengo esperanzas y rezo por los trabajadores extranjeros que hemos venido aquí. Espero que este empleador deje de comportarse como un animal con nosotros. Y espero que el Gobierno nos proporcione más derechos para quedarnos aquí, para protegernos y para ser iguales a los demás”.