Una ‘nueva intifada’, esta vez digital, permite a la sociedad palestina recuperar el relato del conflicto

Una ‘nueva intifada', esta vez digital, permite a la sociedad palestina recuperar el relato del conflicto

Social networks have disrupted Palestinian activism and changed the image of the conflict internationally, online, and on the ground. The rallying cry ‘Palestinian Lives Matter’, inspired by the US slogan ‘Black Lives Matter’, features on a banner during a demonstration in support of Palestine in Toulouse, France, on 15 May 2021.

(NurPhoto via AFP/Alain Pitton)

Por encima de una estrecha y deteriorada callejuela flanqueada de modestas barracas, una gigantesca telaraña de cables eléctricos une las casas del campamento de Burj al-Barajneh, situado en los suburbios al sur de Beirut. En algunas de sus paredes hay murales que muestran al antiguo líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasser Arafat. Aquí habitan principalmente refugiados palestinos desplazados en 1948 durante la Nakba, (“la catástrofe” en árabe, en referencia al exilio de las poblaciones locales tras la creación del Estado de Israel).

Apoyado en un muro, Rami, un palestino de 25 años nacido y criado en este campamento libanés, que jamás ha pisado la tierra de sus antepasados, nos muestra los vídeos en su teléfono: “Aquí, en al-Lidd, [Lod, Israel] los Palestinos del 48 rebelándose contra la policía israelí, en directo, en Instagram, ¡lo nunca visto!”, explica a Equal Times.

Desde principios de mayo, los palestinos, independientemente de si se encuentran en los territorios ocupados, en Israel, en Gaza o en el extranjero, vienen protagonizando movilizaciones inauditas: “Podemos ver en directo el levantamiento de miles de palestinos tras la represión israelí y el apoyo que les está dando el mundo entero. En pocas semanas hemos recuperado la esperanza”, dice Rami. “¡Y todo gracias a las redes sociales!”.

La población recupera el relato sobre el conflicto

En un café de Ramala, en Cisjordania, Noor degusta un capuchino. A sus 24 años, esta palestina con un aire de ejecutiva no se pierde un detalle del levantamiento palestino: “Me mantengo informada a través de Instagram, de [los perfiles] de ’Eye on Palestine’, del Institute for Middle East Understanding’ (IMEU) y de los activistas”, comenta a Equal Times. Los nombres de Rami Younis, que vive en Israel, de Mariam Afifi y de Tarek Bakri, ambos de Jerusalén Este, son cada vez más conocidos y tienen miles de seguidores. Publican vídeos sobre la violencia de la policía israelí o de los colonos.

Sin embargo, el levantamiento comenzó con, entre otros, Mohammed y Muna al-Kurd, explica Laura Albast, de Palestinian Youth Movement (PYM), una organización comunitaria de jóvenes palestinos, transnacional e independiente, con sede en Washington DC. La familia al-Kurd, que vive en el barrio de Sheikh Jarrah de Jerusalén Este, corre el riesgo de ser desalojada de su casa para que la ocupen colonos israelíes. “A finales de abril, Mohammed y Muna lanzaron la etiqueta #SaveSheikhJarrah y varios movimientos de apoyo a la causa palestina como PYM y la campaña Palestine Solidarity Campaign difundieron su mensaje”, explica a Equal Times Laura Albast, miembro de la Palestinian Youth Movement (PYM), una organización comunitaria transnacional independiente con sede en Washington. Las manifestaciones se multiplicaron y la represión israelí se endureció en Jerusalén.

Las manifestaciones se multiplican y la represión israelí se endurece en Jerusalén. “El mundo puede ver en directo a la policía israelí atacando a los fieles en la mezquita de Al Aqsa y al Ejército israelí pulverizando los edificios de los medios de comunicación internacionales en Gaza. Es algo que provoca indignación”, añade Laura.

Cada día se difunden profusamente las fotos y los nombres de las familias palestinas muertas en los bombardeos, con detalles de sus edades, de sus ocupaciones y de su vida en Gaza. Al adueñarse de los medios de comunicación de que disponen, los palestinos se “humanizan”, dice Laura Albast. “Antes sólo hablaban del conflicto los medios de comunicación tradicionales y las víctimas permanecían apartadas. Ahora los palestinos muestran lo que están viviendo”. A finales de mayo se lanzó una nueva campaña en las redes sociales, #SaveSilwan, que está difundiendo la situación de 86 familias palestinas amenazadas de desalojo en el barrio de Silwan, en Jerusalén Este.

Una militancia cada vez mejor organizada

Ante el bloqueo informativo oficial total que imponen la propaganda, la censura militar y los medios de comunicación controlados por el Gobierno israelí, la mayoría de los palestinos recurren a internet para mantenerse informados.

Las redes sociales siempre han sido una herramienta indispensable de expresión y un refugio frente al día a día de la ocupación, pero también de los abusos de las autoridades palestinas en Cisjordania y Gaza, que no están exentas de actos de violencia y corrupción. Las redes ofrecen espacios de expresión fuera de las corrientes políticas tradicionales, con las que las nuevas generaciones ya no se sienten identificadas. Sin olvidar que también permiten mantener los lazos familiares rotos por las restricciones de movimiento impuestas por la política israelí de división de los territorios palestinos.

Desde hace varios años está emergiendo una Palestina 2.0, sobre todo desde la apertura en 2018 de la red 3G en Cisjordania (hasta entonces prohibida por Israel, alegando razones de seguridad). La población empieza ahora a controlar las herramientas digitales y está alertando al mundo sobre la ocupación. Ya a finales de 2017 se hizo viral el vídeo de una adolescente palestina de Cisjordania, Ahed Tamimi, abofeteando a un soldado israelí que había entrado en su casa. A la familia Tamimi, acostumbrada a documentar su lucha, se le escaparon las consecuencias de la controversia. La joven fue detenida y condenada a ocho meses de prisión tras la difusión del vídeo, que en principio solo fue grabado para denunciar la actitud de los soldados.

Hoy “se ha intensificado el uso de las redes sociales”, explica a Equal Times Inés Abdel Razek, directora de Incidencia de Rabet, una plataforma que promueve iniciativas digitales en defensa de los derechos de los palestinos. “Los movimientos de la sociedad civil y las campañas de solidaridad están mejor organizados”.

La juventud palestina es de las más instruidas del mundo árabe, además de tener conexiones con una diáspora presente en todo el mundo. Parte de la nueva generación pudo estudiar en el extranjero, domina el inglés y los códigos occidentales. Es el caso, por ejemplo, de Ines Abdel Razek, que estudió en Francia.

El activismo palestino de hoy se inspira mucho en el estadounidense, en concreto en el movimiento Black Lives Matter. En 2020 se hizo viral la etiqueta #PalestinianLivesMatter, que se utiliza para denunciar la invisibilización de la represión israelí contra la población palestina. La iniciativa “di los nombres de las víctimas palestinas” también se inspira en la campaña #SayherName (“di su nombre”), que ponía de relieve a las mujeres afroamericanas asesinadas por la policía desde 2015.

Según declaraciones a este medio de Abaher Elsaka, sociólogo palestino de la Universidad de Birzeit, en Cisjordania, “los palestinos están utilizando eslóganes en inglés, fáciles de entender, llamativos, y vídeos cortos. También cuentan con el apoyo de famosos influyentes, como la modelo estadounidense de origen palestino Bella Hadid”. Los mensajes están calando a ambos lados del Atlántico y del Mediterráneo. Sin embargo, al relato del lado israelí le está costando adaptarse a la batalla virtual.

Seguir el relato universal y descolonialista

En Twitter, Facebook, Instagram o Tik Tok, los activistas tratan de dar un giro al relato clásico sobre la cuestión palestina. Para ellos, no se trata de un conflicto en pie de igualdad entre dos países –Palestina e Israel– sino de la lucha por su libertad de un pueblo oprimido, los palestinos, contra uno opresor, el Estado judío. Cuando el conflicto armado estalla a mediados de mayo en Gaza, los activistas apelan a través de las redes a cambiar el vocabulario con el que nos referimos al conflicto.

Según el IMEU, ya no hay que hablar de “enfrentamientos” o de “ambas partes”, sino “apartheid” y de “violencia de Estado”. Las publicaciones en las redes interpelan: “¿Eres progresista salvo cuando se trata de Palestina?”. La lucha palestina parece haber dejado atrás el relato basado en la resistencia nacional y ha abrazado uno apoyado en la defensa universal de los derechos humanos. Pretende hacerse eco de las luchas de los negros estadounidenses y de los negros sudafricanos durante el apartheid. Según la investigadora Leila Seurat, esta nueva narrativa está llegando a un público más amplio:

“Durante mucho tiempo la causa palestina fue coto del nacionalismo árabe. En los años sesenta y setenta fue asumida por la izquierda y luego por los movimientos antiimperialistas y altermundistas. Hoy atrae a quienes luchan contra toda forma de discriminación y se inspira en las teorías interseccionales y poscoloniales”.

Como en otros movimientos recientes en Líbano, Irak y Argelia, esta intifada moderna carece de cabeza visible. Más bien cristaliza la ira de una juventud necesitada de representantes. “Muchos jóvenes ya no cuentan con la Autoridad Palestina”, dice Ines Abdel Razek. En abril, el presidente de la AP, Mahmud Abbas, anuló las elecciones palestinas que debían celebrarse a finales de mayo. Esta decisión ha alimentado una profunda frustración entre los jóvenes palestinos, deseosos de votar por primera vez [las últimas elecciones se celebraron en 2006]. Los palestinos también están decepcionados por la guerra fratricida que desde 2007 libran Hamás, Fatah y sus facciones. Ante la falta de unidad política, “la sociedad civil se ha organizado”, añade Inés Abdel Razek. Una sociedad civil que prefiere favorecer y creer en la unidad cultural, más allá de las divisiones partidistas.

Una nueva era para la movilización palestina

No todo se juega en las redes sociales. Para denunciar la represión israelí en Jerusalén Este y Gaza, el Alto Comité de Seguimiento de los Ciudadanos Árabes de Israel –una representación extraparlamentaria de la población árabe israelí desde principios de la década de los ochenta– convocó una huelga general el 18 de mayo, que fue secundada por todos los partidos políticos y sindicatos, y seguida por los palestinos que viven en los territorios ocupados, en Israel y los refugiados, sobre todo en Jordania y Líbano. No se producía una movilización de tal magnitud desde la huelga del 30 de marzo de 1976, organizada contra la confiscación de tierras palestinas por parte de Israel en Galilea.

Los sindicatos siempre han desempeñado un papel importante en la movilización de la sociedad civil, especialmente en el llamamiento al boicot a los productos israelíes. Según Rana Shaheen, responsable del Departamento Internacional de la Federación General de Sindicatos Palestinos, la lucha por la causa palestina está estrechamente ligada a la defensa de los derechos sociales, ya que “la ocupación israelí provoca múltiples violaciones de los derechos de los trabajadores palestinos”, declara a Equal Times.

Es cierto que la participación de los sindicatos está hoy disminuyendo, según Abaher Elsaka: “hay una crisis general en los sindicatos y los partidos políticos”. Los palestinos son menos partidistas que sus mayores, pero siguen teniendo una fuerte conciencia política y social. Como muchos de su generación, Firas, un vendedor de 21 años de Jenin, al norte de Cisjordania, no se siente representado por los partidos tradicionales: “Ni Al Fatah ni Hamás”, nos dice. Aunque no está afiliado al sindicato, sí participó en la huelga: “Era importante para mí”. Al igual que Amir, un ciudadano palestino de Israel que aunque “no vota”, asegura que “se manifestó en Haifa el 18 de mayo”.

Según numerosos observadores, tras los últimos acontecimientos, el movimiento nacional palestino parece haber iniciado una nueva era. Algunos se preguntan si estamos ante el nacimiento de una nueva intifada. Para Firas, “el futuro es incierto”, pero “la unidad palestina es ya una gran victoria”.

This article has been translated from French.