Cuba, entre la indiferencia de Estados Unidos y el varapalo de Europa

Cuba, entre la indiferencia de Estados Unidos y el varapalo de Europa

The line of about 100 people seems calm and very disciplined when it comes to ensuring the queuing system is respected, but the worry is visible on the faces of those who have been waiting for three or four hours to get hold of some sausages, mincemeat, a bottle of oil or basic hygiene products in La Puntilla shopping centre (2021).

(Juan Antonio Sanz)

Cuba se ha enrocado con drásticas medidas de control económico, político y social, en un intento contrarreloj de atajar el devastador impacto que ha producido la pandemia del coronavirus en un país ya muy debilitado por el endurecimiento del bloqueo estadounidense. La aparente falta de interés de la Administración del presidente Joe Biden por cambiar la política de mano dura de su predecesor, Donald Trump, hacia la isla y la actitud cada vez más crítica de la Unión Europea a la represión de los derechos humanos en Cuba han agregado nuevos obstáculos a los intentos del Gobierno postcastrista de buscar un balón de oxígeno que alivie la complicada situación interior.

Entretanto, la población cubana trata de sobrevivir al desabastecimiento, la enfermedad que no cesa y la carencia de un horizonte de garantías democráticas, mientras encuentra en las redes sociales una manera cada vez más eficaz de expresar su descontento, dentro y fuera del país. Las últimas medidas económicas adoptadas por el Gobierno del presidente Miguel Díaz-Canel, desde la unificación monetaria de primeros de año, hasta la suspensión temporal de la aceptación de depósitos bancarios en efectivo de dólares estadounidenses, decretada este mes de junio, no han venido a aliviar la situación y sí a incrementar la incertidumbre y la protesta.

“Mira esta cola ¿cuántas personas hay? La mitad seguramente busca revender lo que puedan adquirir ahí dentro, que será bien poco. Pero sin esa reventa se morirían de hambre”, explica Yuneidis, de 48 años y residente en el municipio de Playa, al oeste de La Habana. La fila de gente, un centenar, parece tranquila y con mucha disciplina a la hora de respetar el orden de llegada, pero la preocupación es evidente en los semblantes de quienes esperan desde hace tres o cuatro horas para conseguir unas salchichas, picadillo, un pomo (botella) de aceite o algún producto de higiene básica en ese centro comercial de La Puntilla. No parece que quienes vayan a adquirir algún alimento o líquido de los que ahí se ofrecen a precios prohibitivos se vayan a hacer ricos cuando los revendan en algún municipio o villorrio más al interior de la isla, donde la escasez es si cabe mayor.

Yuneidis subraya que no habrá en esa tienda ninguna medicina. Ni en las tiendas ni en la mayor parte de las farmacias de la capital, desabastecidas de los principales medicamentos desde hace meses.

“La gente solo puede confiar en los familiares que les puedan hacer llegar medicinas desde el exterior”, agrega. Los medicamentos están perdidos (agotados) en las farmacias y la gente que los puede conseguir de fuera los convierte pronto en objeto de trueque para adquirir otros productos de primera necesidad, subraya esta mujer habanera. En este sentido, la extensión del uso de WhatsApp permite la creación de redes de suministro, compra e intercambio de lo poco que hay.

Y mientras este desabastecimiento crece día a día, la covid-19 tampoco retrocede en su incidencia diaria, ayudada por la proliferación de las multitudinarias colas en las que miles de cubanos esperan durante horas para hacer su compra mínima. La pandemia ha detenido en Cuba la principal fuente de ingreso de este país, las divisas que introducía el turismo y que había visto crecer multitud de pequeños negocios de cuentapropistas (trabajadores por cuenta propia) que basaban su magra prosperidad en el alojamiento, alimentación y ocio de los viajeros extranjeros.

Si el coronavirus paró de golpe el turismo, éste ya estaba tocado de fondo por las draconianas prohibiciones que la Administración Trump impuso en los últimos años a los viajeros estadounidenses. Éstos parecían haberse convertido, en el marco del deshielo que trajo Barack Obama a la isla, en la gallina de los huevos de oro para ciudades como La Habana, Santiago o Trinidad, además de los complejos turísticos de Varadero o de cualquiera de los cayos y pequeños archipiélagos de Cuba. Pero llegó Trump y el aparente futuro de bonanza se desvaneció como un espejismo. Reforzó y recuperó muchas de las medidas más duras del bloqueo impuesto a Cuba por Estados Unidos en 1962, y apenas diez días antes de dejar el poder, como remate, volvió a incluir a la isla entre los Estados “patrocinadores del terrorismo” internacional, lo que supuso un añadido golpe a la diplomacia y al maltrecho comercio exterior cubano.

El dosier Cuba, no es prioritario

Todas las esperanzas se concentraron entonces en Biden, el demócrata que hizo morder el polvo a Trump en las elecciones estadounidenses de 2020. En vano. Medio año después de la asunción del poder por Joe Biden no ha sido aún retirada o modificada ninguna de las más de doscientas medidas adoptadas o reforzadas por Trump contra Cuba. Raúl Castro, el que fuera número uno del régimen cubano, ante el público y en la sombra, tras la muerte en noviembre de 2016 de su hermano, se retiraba en abril de 2021 de la jefatura del todopoderoso Partido Comunista de Cuba con la enemistad con Estados Unidos más enquistada y aguzada que en los últimos años de Fidel. En el VIII Congreso del Partido Comunista, Raúl Castro, de 89 años, cedía el testigo al frente del Buró Político del PCC al presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, quien heredaba al tiempo la difícil tarea de convencer a los depauperados cubanos de que la Revolución triunfante en 1959 seguía siendo el camino a seguir en pleno siglo XXI y en medio del desastre financiero, energético, alimentario, social y, ahora, también sanitario.

En un análisis publicado por el diario digital 14ymedio “Sale Castro, queda el castrismo”, la periodista y opositora cubana Yoani Sánchez, autora del texto, aseguraba que “el castrismo es más que un hombre y su clan. Se trata de una manera de manejar la política, controlar los medios de prensa, gestionar desde el sector militar la economía, definir los planes de estudio, llevar las relaciones internacionales y estructurar la propaganda ideológica”. El resultado, según Sánchez, de esa manera de entender el mundo ha sido “el voluntarismo, la ineficacia y la intolerancia”.

La actitud hacia Cuba de Biden, que en estos primeros meses de su mandato sí se ha mostrado en cambio muy beligerante con las medidas adoptadas por su predecesor en suelo estadounidense, ha caído como un jarro de agua fría sobre la política de supervivencia de Díaz-Canel.

También ha supuesto un golpe a los anhelos de mejora de las condiciones de vida de los cubanos, quienes en esta crisis agravada por la pandemia ven ya el fantasma del terrible Periodo Especial, esa etapa de miseria y hambre que, a principios de los años noventa del siglo pasado, siguió a la retirada de las ayudas soviéticas, auténtico motor durante décadas del país. En estos nuevos tiempos pandémicos, con la asistencia venezolana reducida a un mínimo, sin la capacidad para revender el petróleo que le entregaba Caracas hasta no hace tanto, y con las implacables consecuencias del embargo estadounidense, la llegada de Biden a la Casa Blanca era un rayo de esperanza que finalmente se ha difuminado en las brumas del Caribe.

“Biden seguirá la política dura de Trump”, subrayó para Equal Times el analista en temas internacionales Alberto García Marrder. Este periodista residente en Miami no tiene duda alguna de que en estos momentos la política del nuevo huésped de la Casa Blanca no está en Latinoamérica y menos aún en Cuba, ni siquiera en Venezuela. “El tema de Cuba no es prioritario para Biden. Solo lo es China”, explica. Y China en estos momentos ha dejado de contemplar Cuba como una plataforma privilegiada hacia el resto de Mesoamérica, tal y como parecían augurar los numerosos contactos comerciales mantenidos en la primera mitad de la década pasada. Sin embargo, los problemas con los pagos y la falta de garantías jurídicas a los inversores chinos acabaron alejando de los principales rubros económicos de la isla a los pragmáticos empresarios y estadistas chinos.

Para William M. LeoGrande, “los funcionarios de la Administración Biden han confirmado que mantendrán las promesas de campaña de Biden hacia Cuba en lo que se refiere a la recuperación de las remesas (enviadas por cubanos desde Estados Unidos) y los viajes. Sin embargo, parece que no tienen prisa por llevar a cabo una revisión de las políticas en curso”. Según destacó a Equal Times este profesor de Gobierno y exdecano de la Escuela de Asuntos Públicos de la Universidad Americana, en Washington, “el deterioro de la situación humanitaria en la isla debería impulsar a los hombres de Biden a actuar más temprano que tarde, pero, sin duda, están más preocupados por la política interna” de momento.

LeoGrande explicó que Biden no puede permitirse alienar al senador Robert Menéndez, muy receloso ante la posibilidad de negociar con las autoridades cubanas. “Como presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, tiene el poder de retrasar todos los nombramientos de embajadores de Biden y altos funcionarios del Departamento de Estado, y el nuevo subsecretario para Asuntos del Hemisferio Occidental aún no ha sido confirmado”, agregó el experto en América Latina. Además, Biden ha apostado por un consenso bipartidista que también puede verse perjudicado con un acercamiento hacia Cuba. No está en las opciones de su Administración desatar en estos momentos las iras de otros senadores anticastristas, como es el caso de Marco Rubio, Ted Cruz y Rick Scott.

LeoGrande recordó que en la década de los años noventa, con la crisis de la economía cubana tras la retirada de la ayuda soviética, la Administración de Bill Clinton reconoció que la mayor amenaza que podría representar Cuba estaba en el eventual colapso del régimen.

“Ello habría conducido a una migración descontrolada, violencia y a la aparición de un posible punto de apoyo para la delincuencia transnacional”. En estos momentos, “aunque no creo que el régimen cubano esté al borde del colapso, la presión por la migración está aumentando, como lo demuestra el creciente número de balseros”, aseguró el experto. Para evitar un agravamiento de la situación, Biden “no tiene que volver a la política del presidente Obama para aliviar esta crisis. Solo tiene que restablecer el flujo de remesas, permitiendo que los cubanoamericanos ayuden a sus familias”, apuntó LeoGrande.

En opinión de Ted Henken, profesor de Sociología y Estudios Latinoamericanos en el Colegio Baruch de Nueva York, no parece que vaya a haber un gran cambio en la política de los EEUU hacia Cuba. No es una prioridad por tres razones, predice este experto. En primer lugar “hay muchas políticas domésticas e internacionales más urgentes y, segundo, el mismo Gobierno de Cuba −ahora bajo Miguel Díaz-Canel− le ha dificultado (a Biden) cualquier cambio de política en el corto a mediano plazo dado su aumento notable en la represión contra artistas, intelectuales, la sociedad civil y los periodistas independientes”. Según Henken, “es muy difícil para Biden justificar otro descongelamiento en este contexto”. Por último, asevera, “es inusual para un presidente de EEUU, especialmente un demócrata, cambiar políticas hacia Cuba en la primera mitad de un mandato presidencial dada la importancia de la Florida en las elecciones nacionales”.

El dosier de derechos humanos, en el punto de mira

Es, precisamente, ese endurecimiento en los últimos meses de la represión contra diversos elementos de la sociedad civil cubana la medida que ha concentrado las críticas internacionales sobre el Gobierno de Díaz-Canel. El ensañamiento de las autoridades se ha centrado especialmente en algunas agrupaciones, como el llamado Movimiento San Isidro (MSI), creado en 2018 en torno a artistas, intelectuales y periodistas independientes y que ha venido denunciando las medidas de represión, acercando sus acciones a una línea de activismo político que no gusta nada a las autoridades de la isla.

Decenas de sus miembros han sido detenidos y acosados por las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia cubanos, y algunos de sus principales integrantes han protagonizado largas huelgas de hambre en protesta, como ocurrió con Luis Manuel Otero Alcántara. Este líder del MSI realizó una huelga de hambre de ocho días que fue interrumpida por las autoridades. A continuación, el artista fue aislado durante cerca de un mes en un hospital de La Habana sin que pudiera apenas mantener comunicación alguna. Finalmente recibió el “alta médica” a fines de mayo.

Otero Alcántara fue uno de los ejemplos que adujo la resolución aprobada el pasado 10 de junio por el Parlamento Europeo (PE) para denunciar la situación actual de los derechos humanos en Cuba.

En la durísima resolución, calificada por las autoridades cubanas como “espuria e injerencista” y una muestra de “doble moral” de la Unión Europea, se denuncian, en concreto, “los ataques que se registran en la actualidad contra artistas del Movimiento San Isidro, disidentes pacíficos, periodistas independientes, defensores de los derechos humanos y miembros de la oposición política”. La resolución va más allá y “condena enérgicamente la existencia de presos políticos, la persecución política persistente y permanente, los actos de acoso y las detenciones arbitrarias de disidentes en Cuba”.

El texto critica igualmente al régimen comunista cubano por incumplir el Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación (ADPC) firmado entre la Unión Europea y Cuba en 2016. Pide al Gobierno cubano que “ajuste su política en materia de derechos humanos a las normas internacionales”, definidas en los documentos de los que Cuba es signataria, y le reclama que “permita a la sociedad civil y a la oposición política participar activamente y sin restricciones en la vida política y social”, así como reconocer el periodismo independiente “como una práctica legítima” con el respeto a “los derechos de los periodistas independientes en Cuba”.

Los profesionales sanitarios también están incluidos en la resolución: así, el PE “condena las violaciones sistémicas de los derechos humanos y laborales cometidas por el Estado cubano contra su personal sanitario enviado a prestar servicios en el extranjero en misiones médicas, que vulneran los convenios fundamentales de la OIT” y que el país caribeño ha ratificado.

Esta resolución supone un varapalo a las autoridades cubanas en uno de los momentos más delicados que ha vivido la isla desde el triunfo de la Revolución. Según refirió a Equal Times la periodista cubana independiente Luz Escobar, “es bueno y positivo que en escenarios como éste −el Parlamento Europeo− se condene lo que está pasando en Cuba”, pues se había eludido el tema cubano, mientras las denuncias en ámbitos nacionales e internacionales de Europa habían ido hacia la represión en países como Nicaragua o Venezuela. La resolución del PE da “visibilidad” al “problema de los prisioneros políticos que hay en Cuba”, más allá “de las denuncias en redes sociales” que pueden darse en la propia isla, explicó.

Para Fernando Ravsberg, periodista de origen uruguayo y residente en Cuba desde hace tres décadas, la situación es muy compleja. Según Ravsberg, la resolución del PE “pasó prácticamente inadvertida para la gran mayoría de los cubanos, los cuales por estos días centran su atención en otros temas. El más acuciante es el del repunte de la pandemia, que eleva los contagios al más alto nivel desde su inicio. Y el tema más polémico tiene que ver con el fin de la circulación interna del dólar estadounidense en efectivo”.

En este sentido, la condena del Parlamento, explica Ravsberg, “tuvo repercusión discursiva solo entre los miembros del Gobierno y el parlamento cubanos, además de los disidentes, que llevan meses promoviéndola”. Ravsberg vaticinó que la resolución “no parece que vaya a tener grandes efectos en las relaciones entre Bruselas y La Habana”. Y como ejemplo recordó que “casi al unísono que se votaba la condena, Cuba obtenía una posposición del pago de su deuda con el Club de París”.

This article has been translated from Spanish.