El arte del ‘slam’ como medio de expresión, arma de paz e instrumento de promoción en África

El arte del ‘slam' como medio de expresión, arma de paz e instrumento de promoción en África

In this August 2021 photo, student members of the Slam at School programme perform their poems at the Don Bosco Institute in Goma, Democratic Republic of Congo.

(Guerchom Ndebo)

Esta mañana de julio, en el instituto Sainte-Ursule de Goma, en la región oriental de la República Democrática del Congo (RDC), los alumnos recitan textos que defienden la igualdad de género, la justicia social, la protección de la infancia y la dignidad humana en un recital de slam al aire libre. Se han iniciado en este arte poético y oratorio a través del colectivo Goma Slam Session.

“En África se nos enseña a no criticar al jefe y a no decir ‘no’ a nuestro padre, no reivindicamos nuestros derechos y se nos dice que las mujeres deben estar en la cocina y los hombres en la escuela. Como artistas, utilizamos el slam para reivindicar nuestros derechos y acabar con los tabúes y prejuicios”, explica Ben Kamuntu, miembro del grupo, que cuenta con hasta 90 participantes.

Ben Kamuntu y sus amigos crearon en 2017 este colectivo con el objetivo de instaurar un foro de expresión e intercambiar ideas mediante esta forma de poesía, a veces recitada con música de fondo. El país se encontraba en ese momento en pleno periodo de transición: el antiguo presidente congoleño, Joseph Kabila, se aferraba al poder, aunque su mandato acababa de terminar.

“Pedimos un deseo para nuestro país para el año siguiente: un deseo de justicia, de un Congo democrático donde un presidente puede dejar el poder y ceder el lugar a otra persona, según lo dispuesto en la Constitución. Hicimos una poesía slam juntos en la que cada uno de nosotros pidió su deseo”, recuerda el joven.

El grupo ofrece un lugar de encuentro para promover el libre pensamiento en un barrio animado de Goma. Cada sábado, hay sesiones y ensayos, donde los participantes comparten textos, emiten críticas y se corrigen mutuamente.

“En Goma había poetas, pero no tenían una plataforma que los reuniera y les ofreciera un marco para expresarse. En nuestras sesiones de slam pueden intervenir todos los participantes. Aquí no hay jefe ni uniformidad, preconizamos la pluralidad, la fuerza colectiva”, cuenta Depaul Bakulu, miembro del grupo. “Cuantas más personas apoyen la misma causa, más se escuchará nuestra voz”, explica.

Movilización continental

En otros tiempos, en África existía la tradición oral de las competiciones de poesía alrededor de una hoguera. Se parecen extrañamente a las que se organizan desde hace algunos años en occidente. El slam moderno se considera el arte poético del siglo XXI. Apareció en la década de los ochenta en los Estados Unidos y se desarrolló en los años noventa en Francia. Entre combates oratorios e improvisación, el talento de los artistas no ha desaparecido y se enriquece gracias a la mezcla de tradiciones y modernidad.

En la RDC, Madagascar o Burundi, este arte tiene un papel fundamental en la vida diaria de las poblaciones y llega prácticamente a todo el mundo en escenarios públicos de todo el continente.

El slam moderno se desarrolló en Kinshasa, la capital congoleña, alrededor de los años 2000. Los textos de algunos artistas del slam son a menudo comprometidos, ya que hablan de dificultades políticas y de la crisis humanitaria en la región oriental del país, aunque también pueden tener una dimensión más personal y poética.

En Buyumbura, capital de Burundi, entre los padres y los niños, o incluso los alumnos y los profesores, este arte de la palabra tiene un efecto sobre todos aquellos que la escuchan. “A través de diversos temas, nosotros, los artistas, hacemos todo lo posible por contar la vida cotidiana de los burundeses”, comparte Junior Adasopo, miembro del colectivo de artistas burundeses de slam, Jewe Slam.

“El slam no es solo una forma de arte para mí, es un canal de expresión libre y un modo de vida”, cree firmemente Kerry Gladys Ntirampeba, otro miembro del colectivo.

En Goma, el último viernes de cada mes, el grupo Goma Slam Session organiza una velada abierta al público. En una de ellas, escuchamos textos que defienden la dignidad de los prisioneros o el reconocimiento de las víctimas de las masacres en Beni, en Kivu del Norte. La mayoría de los invitados en el escenario son jóvenes activistas que sueñan con un mundo justo con menos desigualdades sociales.

Feza Eliane, 21 años, piensa que el slam es el último recurso para denunciar y remediar los problemas. Este arte ha transformado su vida: “No dispongo de ningún otro medio eficaz para defender los derechos humanos. Además de ser mi pasión, se ha convertido en mi vida diaria. Mi vida es una lucha, por lo que el slam es el hilo conductor por excelencia”, cuenta a Equal Times.

En Antananarivo, en el corazón de Madagascar, la artista Caylah ya se ha distinguido por su manera de practicar el arte del slam. Declarada “campeona de campeones” de slam en 2014 en su país, Caylah ha inventado lo que denomina la “slamoterapia”: una terapia cuyo objetivo es solucionar los problemas con palabras. Se la conoce por Madagascar, de 2016, obra en la que expresa su percepción sobre la isla, minada por la inestabilidad política y económica después del periodo colonial.

Madagascar es mi primer texto en malgache; antes escribía principalmente en francés. Me llevó mucho tiempo escribirlo. Es un grito desde el corazón, un mensaje dirigido a los políticos. En resumen, es la opinión de una ciudadana malgache lambda”, explica. A través de todos sus proyectos, la joven de 26 años trata de alentar a las mujeres, sobre todo a las jóvenes, a expresarse y reivindicar sus derechos. “El slam me ha salvado y me gustaría hacer lo mismo por las demás. No tengo dinero, solo mi talento para volver a dar esperanza”, declara Caylah.

Malala adala (“amor loco” en malgache) es una oda a todas las mujeres luchadoras y a aquellas que son víctimas de la violencia en el entorno familiar y de las ideas preconcebidas de la sociedad malgache. “Cuando era más joven fui víctima de violencia escolar, lo que también me llevó a escribir lo que sentía en mi diario íntimo”, revela. “Tenía seis años y buscaba la paz y serenidad. Me gusta la filosofía y encontré que había algo de poesía”, comparte Razanadranto (su verdadero nombre) para explicar cómo se embarcó en el slam.

Llevar el slam a las escuelas

Desde 2019, el grupo Goma Slam Session inicia a los más jóvenes en el arte oratorio, les enseña las reglas de la poesía y aprovecha para sensibilizar sobre el género, los derechos humanos, el medio ambiente, la protección de la infancia y la ciudadanía responsable. Su programa “Slam à l’école” (slam en la escuela) se dirige a los alumnos, niños y niñas, de 10 a 17 años. Participan más de 18.000 jóvenes de 18 escuelas de Goma. Los últimos talleres han recibido el apoyo de la ONG Volontariato Internazionale per lo Sviluppo (VIS, voluntariado internacional por el desarrollo, en italiano).

“Pensamos que es muy importante llevar la libertad de expresión a las escuelas, dar esta oportunidad de expresarse, porque es una necesidad. Les damos lo que el sistema escolar no les ofrece”, explica Kamuntu.

Franck, alumno del instituto Zanner de Goma, ha participado en los talleres y declara: “Gracias al programa he podido cultivar mi sentido crítico y desarrollar mi libertad de pensamiento e incluso mi autoestima”.

“Ahora puedo organizar bien mi texto y escribir sobre cualquier tema. Puedo recitar libremente delante de la gente, sin miedo. Lo más interesante es que puedo buscar un flow propio”, añade Robin Businde, otro joven que ha participado en “Slam à l’école”.

Ben Kamuntu también milita en el movimiento Lutte pour le Changement (Lucha por el cambio). En marzo presentó su pieza Bosembo (justicia, en lingala), un slam contundente en el que pide que se haga justicia por los delitos que no se han castigado en la RDC desde hace más de 25 años. Defiende la creación de un tribunal penal internacional para la RDC y une su voz a la del doctor congoleño Denis Mukwege, ganador del Premio Nobel de la Paz en 2018.

Las palabras de Bosembo se inspiran en el informe cartográfico publicado en 2010 por las Naciones Unidas, el cual documenta años de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, así como posibles actos de genocidio.

Bosembo es un slam que va ligado a mi propia vida, a mi trayectoria, la de un joven de la generación de 1990. Es fruto de mi frustración, mi indignación, de todos estos años de guerra que hemos pasado y continuamos viviendo aquí, en Kivu”, revela. “Se ha matado a millones de congoleños desde 1990 hasta ahora. Bosembo habla de todos los delitos que se han cometido aquí. Es una contribución a la defensa de una justicia de transición en el Congo como garantía de la paz, ya que la impunidad refuerza los ciclos de violencia”, concluye.

This article has been translated from French by Raquel Mora