Las preocupaciones por los derechos humanos no frenan el lucrativo comercio de armas de Europa con Oriente Medio

Las preocupaciones por los derechos humanos no frenan el lucrativo comercio de armas de Europa con Oriente Medio

A group of Yemenis receive aid and basic supplies at a camp for displaced people in the Khokha district of Yemen’s war-torn western province of Hodeida. Image taken on 31 January 2022.

(AFP/Khaled Ziad)

Yemen se adentra en su séptimo año de guerra civil sin un final a la vista. Según la ONU, el país árabe sufre “la peor crisis humanitaria del mundo” con unos 24 millones de personas –más del 65% de su población– necesitada de asistencia urgente. Numerosos informes han recogido que todas las partes en el conflicto, incluidos Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Arabia Saudí (aliados del presidente yemení en el exilio Abdo Rabu Mansur Hadi), han cometido crímenes de guerra. Sin embargo, varios países de Europa no han cesado de firmar contratos multimillonarios con estas dos petromonarquías del Golfo Pérsico durante este periodo, lo que ha derivado en repetidas denuncias por parte de organizaciones de defensa de los derechos humanos.

La exportación, por ejemplo, de los camiones franceses con artillería incorporada CAESAR a EAU y de los bombarderos Typhoon y Tornado o de sus componentes a Arabia Saudí, podría constituir una violación de la legislación internacional y de la UE. “La legislación internacional en este ámbito utiliza algunos conceptos vagos, como el de ‘riesgo’ o ‘grave’ que se pueden prestar a diversas interpretaciones. Pero en el caso concreto de la guerra de Yemen, parece claro que la exportación de armas [a Arabia Saudí y EAU] viola la ley”, sostiene Eduardo Melero, del Centro de Estudios por la Paz Delàs. En 2019, un grupo de ONG, entre ellas el Centro Delàs, enviaron un informe al respecto a la Fiscalía del Tribunal Penal Internacional instándole a abrir una investigación sobre posibles crímenes de guerra.

En la última década, una región ya de por sí convulsa como es Oriente Medio ha experimentado unos años especialmente turbulentos. A la guerra de Yemen se unen las inacabadas en Siria y Libia, y el golpe de Estado en Egipto. En paralelo, y de acuerdo con la ONG SIPRI, las importaciones de armamento en Oriente Medio aumentaron un 103% entre 2013-2017 en comparación con el quinquenio anterior, lo que representó el 32% de las importaciones mundiales de armas, un porcentaje que se ha mantenido los siguientes años.

Actualmente, Arabia Saudí lidera el ranking global de importación de armas, y Egipto es el tercero. Tanto estos dos países, como EAU, que lleva años entre el “top ten”, cuentan con Francia, Reino Unido y Alemania, además de EEUU, como principales proveedores a pesar de estar implicados en graves violaciones de derechos humanos.

“EEUU es el principal proveedor de armas a Oriente Medio, pero Europa desempeña un papel importante. Ahora bien, la realidad en la región es compleja y variada, ya que ningún país europeo vende armamento a Irán”, recuerda Pieter Wezeman, investigador senior del SIPRI. El incremento de las ventas a Oriente Medio explican en parte el boom de la industria armamentística europea, que ha pasado de un volumen de negocio de 33.000 millones de euros en 2008 a casi 170.000 millones en 2018.

De la flexibilidad de los criterios de exportación a un control intracomunitario

El comercio de armas viene regulado por un tratado internacional que entró en vigor en 2014 y que prohíbe las ventas cuando estas contribuyen a crímenes de guerra o la violación del derecho internacional humanitario. Por su parte, la UE aprobó una Posición Común en 2008 con ocho criterios para autorizar una exportación que todos los Estados Miembros deben cumplir. “La Posición Común contiene un lenguaje más preciso que la legislación internacional. Sin embargo, son los propios Estados los únicos encargados de interpretar la norma, y habitualmente lo hacen de manera poco exigente para permitir las exportaciones”, apunta Melero, que lamenta la “opacidad” que rodea al sector. “Priman los intereses económicos y geopolíticos. Estas exportaciones permiten a menudo sostener la existencia de una industria nacional de defensa”, añade. Según la Asociación Europea de Industrias Aeroespaciales y de Defensa, el sector emplea a unas 440.000 personas, si bien algunos como Wezeman alertan de que esta cifra podría estar hinchada.

Más allá de la legalidad de las exportaciones a determinados países, un hecho a tener en cuenta es si estas ponen en peligro la paz y la seguridad regional. “La mayoría de observadores coinciden en que la venta de armas a Arabia Saudí y EAU ha reforzado su convicción de que podrían conseguir una victoria militar en Yemen, y eso ha prolongado el conflicto”, cree Wezeman. La presión de la sociedad civil europea ha llevado a algunos Estados a restringir las transacciones de armas con determinados países, sobre todo con Arabia Saudí. Efectivamente, “algunos Estados europeos han limitado o cesado completamente sus acuerdos con Riad, como es el caso de Alemania, Holanda o Suecia. Pero otros, como Francia, no lo han hecho”, agrega Wezeman.

Por otra parte, la bonanza del sector armamentístico europeo, con recientes contratos astronómicos, podría estar condicionando la política exterior de algunos países en mayor medida que en décadas anteriores.

El caso de Francia es paradigmático. Entre 2015 y 2019, las exportaciones francesas en este sector aumentaron un 72%, en buena parte gracias a transacciones como la sellada con Egipto en 2015 para la venta de 24 cazabombarderos Rafale por unos 5.000 millones de euros. “Con ese acuerdo, Egipto salvó una línea entera de producción de los jets Rafale. Y eso ayuda a entender el alineamiento entre París y El Cairo de los últimos años”, sostiene Timothy Kaldas, un analista especializado en Egipto. Según Human Rights Watch, el régimen egipcio podría haber arrestado a más de 60.000 personas por motivaciones políticas, y otros cientos habrían muerto fruto de la represión desencadenada tras el golpe de Estado liderado por el presidente Abdelfatá Al Sisi en 2013.

De hecho, fue París quien puso fin al periodo de ostracismo a nivel internacional que padeció al Sisi después del sangriento golpe. El primer dirigente occidental que extendió la alfombra roja para recibir en su capital al dictador egipcio fue François Hollande poco antes de la venta de los Rafale. La segunda reunión de alto nivel que celebró Al Sisi con un mandatario occidental, tan solo unos meses después, fue con la lideresa de otro gran proveedor, Alemania. “Al Sisi ha utilizado sus acuerdos comerciales, sobre todo de armamento y proyectos de infraestructuras, para granjearse apoyo político internacional. Al elegir sus socios ha sido muy estratégico”, comenta Kaldas. El otro gran aliado regional de Francia es EAU, como se ha puesto de manifiesto en el conflicto en Libia. La relación entre aquellos países se consolidó el pasado mes de diciembre con la visita del presidente Emmanuel Macron a Dubái y la compra de 80 cazabombarderos Rafale por 16.000 millones de euros.

Detrás de Francia y Alemania, los otros dos países de la UE con una potente y creciente industria de las armas son España e Italia, séptimo y décimo en el ranking de exportadores mundiales elaborado por el SIPRI. En ambos casos, se puede intuir también una especial deferencia en sus políticas exteriores hacia sus principales clientes. Así, Roma se reconcilió con El Cairo después de la brutal tortura y asesinato a manos de la policía egipcia de Giulio Regeni, un investigador italiano, a la vez que firmaba la venta de dos fragatas a Egipto. Por su parte, Madrid, ha liderado dentro de la UE la oposición a cualquier tipo de sanción contra Turquía, uno de sus principales socios en el sector de la defensa, por sus acciones en el Mediterráneo oriental, y no se ha sumado a las demandas de numerosos países occidentales para la liberación del disidente Osman Kavala.

Este tipo de conductas empaña la imagen de la UE, que suele insistir en la dimensión moral de su política exterior. Para poner fin a esta disonancia entre palabras y hechos, el grupo de los Verdes en el Parlamento Europeo ha propuesto un sistema de control a nivel comuniatrio. “Nuestra propuesta consiste en crear un organismo a nivel europeo que analice la situación de los países importadores (...). La propuesta incluye la posibilidad de que la Corte Europea de Justicia evalúe las violaciones de la Posición Común, y haya sanciones, como la exclusión del Fondo Europeo de Defensa. Y eso implica mucho dinero”, explica la eurodiputada finlandesa Alviina Alametsä. “Creo que es posible introducir este cambio. El nuevo Gobierno alemán está a favor de un control a nivel europeo de las exportaciones de armas, así como también algunas compañías, para crear un marco de competición justa en el sector”, comenta Alametsä optimista.

This article has been translated from Spanish.