Empresas chinas libres de explotar a trabajadores en Zimbabwe

 

El viernes 15 de septiembre, Robert Mugabe inauguró oficialmente la Escuela Nacional de Defensa, erigida por empresas chinas y con un coste de 98 millones US$.

El Presidente de Zimbabwe describió la escuela como un “gabinete estratégico” en materia de seguridad, en su intento de militarizar el país antes de las nuevas elecciones previstas para el año que viene.

“La escuela de defensa no solo es un símbolo de la continuada militarización de la sociedad zimbabwense, sino también de la preponderancia de los intereses chinos en el país. Zimbabwe no está sometido a la amenaza de ataques y una inversión tan enorme como la de la escuela podría haberse usado para mejorar la situación en nuestras universidades estatales casi en desuso”, señaló el analista político Charles Mangongera al periódico Mail&Guardian.

La escuela fue construida por la constructora estatal china Anhui (AFECC) con un préstamo del Eximbank (Banco de Exportaciones e Importaciones de China).

Según el acuerdo, el préstamo se devolverá en 13 años con los diamantes de las minas de Marange.

Anteriormente este mismo año, el Ministro de Economía de Zimbabwe Tendai Biti acusó a la empresa minera de diamantes china Anjin que opera en Marange de no aportar “ni un solo centavo” de impuestos al erario público de Zimbabwe.


Libertad de explotación

Aún más grave es el hecho de que las empresas chinas parecen gozar de una especie de protección diplomática del Gobierno que les permite violar cualquier ley laboral.

Los alrededor de 2.000 trabajadores contratados para construir la escuela fueron despedidos sin miramientos tras acabar el edificio y actualmente se encuentran desempleados.

Los sindicatos afirman que dichas empresas pueden contratar y despedir sin previo aviso y que incluso pueden golpear a los que intentan denunciar los abusos.

“Los chinos parecen gozar de inmunidad ante la acción de la justicia y el arresto”, denunció Nicholas Mazarura, Secretario General del Sindicato de la Construcción y Afines de Zimbabwe.

Hace varios meses, un empleador en Highfield atacó violentamente a un trabajador, haciéndole sangrar. Varios miembros del sindicato denunciaron el hecho en la comisaría de policía local, pero allí les dijeron que resolvieran el asunto por sí solos, ya que tenían instrucciones de no arrestar a ningún chino, pues estos eran “amigos del país”. Sin embargo, aún no está claro quién dio esas instrucciones.

“Agradecemos que estas empresas contribuyan a reducir el desempleo en nuestro país, pero es necesario que cumplan nuestra legislación laboral. No estamos en China”, añadió el Sr. Mazarura.

Hasta ahora, China se ha beneficiado en gran medida de las políticas del Gobierno de Zimbabwe orientadas a Extremo Oriente. Las empresas chinas están involucradas en la reconstrucción de un país que quedó casi totalmente destruido tras el largo régimen de Mugabe, con una creciente inflación, una grave desindustrialización y escasez de alimentos y recursos.

En abril del 2010, los Gobiernos de ambos países firmaron un Acuerdo de cooperación técnica y económica; en los últimos dos años, los niveles comerciales se han duplicado alcanzando los 800 millones de US$.

“Espero que mi país pueda afrontar los diversos desafíos a los que se enfrenta en su desarrollo, como la energía, el suministro de agua, las carreteras y la educación. China puede desempeñar un papel importante en el proceso”, señaló en Beijing el Primer Ministro de Zimbabwe Morgan Tsvangirai durante una reciente reunión sobre cooperación chino-africana.

 

La mitad del salario local

Ante tal situación, los trabajadores y trabajadoras lo tienen difícil para quejarse y denunciar violaciones de derechos. Les resulta difícil exigir mejores sueldos, pues únicamente les pagan 5 US$ al día, menos de la mitad de la media nacional de 11 US$.

En el sector de la construcción, por ejemplo, a los trabajadores/as no les pagan por horas, sino por el volumen de trabajo realizado. Además, escasea bastante la ropa de protección, como cascos, monos, guantes, máscaras y calzado de protección. No resulta fácil encontrar información ni estadísticas sobre accidentes y muertes relacionados con el trabajo.

“Los jefes chinos nos acusan de ser perezosos y no querer trabajar por nuestro país. Pero nos obligan a trabajar 8 horas de día y 6 horas por la noche, incluso si oficialmente cumplen con la legislación de Zimbabwe que establece una jornada laboral de 8 horas”, afirmó Peter Dube, empleado de una empresa propiedad de las Fuerzas de Defensa de China y de Zimbabwe.

Esta empresa está construyendo un hotel de lujo en Harare, la capital.

“Si no quieres trabajar por la noche te arriesgas a que te despidan sin remuneración ni prestaciones. El trabajo de construcción es muy duro y es necesario un tiempo para descansar. Sin embargo, si el trabajador descansa, se limitan a despedirle y sustituirle al día siguiente”.

Peter no cuenta con calzado de protección; solo tiene unas zapatillas facilitadas por la empresa, aunque trabaja con metales y cemento y corre el riesgo constante de lesionarse.

Los trabajadores acusan a los chinos de no tener consideración alguna por el bienestar de los Zimbabwenses y de preocuparse únicamente de maximizar sus beneficios. Por otro lado, la economía de Zimbabwe sigue siendo débil, los puestos de trabajo son escasos y quien quiere trabajar debe aceptar incluso las condiciones más peligrosas.

 

La seguridad es un lujo

El sindicato de la construcción inició varios frentes de lucha contra los chinos, pero estos parecen intocables.

“Cada día constituye un reto asegurarse de que cumplen las leyes del país. Hemos denunciado violaciones laborales ante el Ministerio de Trabajo y Servicios Sociales, pero hasta la fecha no han hecho nada al respecto”, afirmó el Sr. Mazarura.

“Actualmente estamos inmersos en un grave conflicto con la empresa que está construyendo el nuevo hotel en Harare, para lo cual han empleado a 180 personas. A los trabajadores/as no les dieron una asignación para el transporte, por lo que la mayoría tuvo que dormir en el exterior de la obra. Cuando les pedimos permiso para ir a inspeccionar las condiciones laborales, nos prohibieron acceder al recinto y nos dijeron que primero necesitábamos una autorización de las Fuerzas de Defensa de Zimbabwe (ZDF)”.

Tardaron seis meses en conseguir dicha autorización. Cuando el sindicato la consiguió, la obra ya se había completado.

La empresa se limitó a rescindir los contratos de los 180 trabajadores sin previo aviso. Cuando los sindicatos lo denunciaron ante las ZDF, simplemente les pidieron una lista con los nombres de los trabajadores afectados. Sin embargo, hasta la fecha no han hecho nada al respecto.

“La misma empresa está ahora construyendo un hotel cerca del Estadio Nacional de Deportes. Los trabajadores no están adecuadamente protegidos. Solo les dieron un par de zapatillas en lugar de calzado de protección, no tienen guantes ni máscaras y algunos ni siquiera cuentan con cascos”, denunció el Sr. Mazarura.

“Cuando les acusamos, siempre se defienden afirmando que los zimbabwenses deberían trabajar incluso gratis, simplemente porque los chinos están usando su equipo y dinero para ayudar a reconstruir Zimbabwe, por lo que no están obligados a gastarse dinero en ‘lujos’ como la ropa de protección”.