De agua, tierra, fuego y aire… luz y toneladas de plástico

De agua, tierra, fuego y aire… luz y toneladas de plástico

Image of the Las Vacas river in Chinautla, Guatemala, in June 2022. The water can be seen flowing through tons of plastic trash and other debris.

(Johan Ordóñez/AFP)

La degradación del suelo, agua y aire continúa su escalada a lo largo y ancho del planeta. Numerosas propuestas intentan frenar e incluso revertir el problema –cuyo origen es esencialmente humano–, pero ¿tenemos el tiempo, los recursos y la voluntad necesaria para frenar la marea de plásticos, proteger la biodiversidad, la calidad del aire que respiramos… e incluso la luz que acompaña nuestros ciclos vitales? ¿Lo estamos fiando todo a las soluciones tecnológicas? En esta recopilación de lecturas para el verano ofrecemos algunas respuestas y varias preguntas más.

Frenar la marea de plástico para 2024 (y los riesgos de no hacerlo)

Por Arthur Neslen, Eric San Juan y Maina Waruru

Photo: Eric San Juan

“Casi todos los que manipulan los desechos en el vertedero están enfermos de una u otra manera”, señala John Chweya, presidente de la Asociación de Bienestar de Recicladores de Kenia. “En mi vertedero en Kisumu [ciudad portuaria en la región occidental de Kenia], dos de mis compañeros fallecieron hace una semana. Por lo que pude ver, tenían señales de cáncer, pero no podemos darnos el lujo de contar con atención médica”.

Los recicladores son los trabajadores de primera línea de la adicción mundial a los plásticos que ha contaminado todos los rincones de nuestro planeta, ha invadido incluso nuestro torrente sanguíneo y amenaza con seguir estimulando indefinidamente la economía mundial de combustibles fósiles.

El pasado mes de marzo, 175 países pactaron establecer un comité de negociación internacional para acordar un tratado con instrumentos jurídicamente vinculantes destinados a frenar la marea de plástico para finales de 2024. Se espera que este acuerdo histórico cubra todo el ciclo de vida de los plásticos, desde el diseño hasta la producción y la eliminación, y establezca mecanismos que ofrezcan ayuda financiera y técnica a los países más pobres.

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Las tormentas de arena, una catástrofe mundial cada vez más frecuente acentuada por la degradación del suelo

Por Christelle Marot

Photo: David Talukdar/NurPhoto via AFP

Es un muro de arena anaranjada de cientos de metros de altura, impulsado por poderosas ráfagas de viento de una media de 50 nudos, que puede engullir una ciudad y sumirla en la oscuridad total en cuestión de minutos. Las poblaciones de Níger, Chad, Malí, Sudán, así como de Irak, Irán, Kuwait e incluso Texas y Arizona conocen bien este espectacular fenómeno, que los meteorólogos denominan haboob (que significa “viento fuerte” en árabe), una de las manifestaciones más virulentas de las tormentas de arena y polvo.

En Níger, Katiellou Gaptia Lawan, director de la Dirección de Meteorología Nacional, convive de octubre a abril con estas nieblas secas de polvo en suspensión y, durante los meses del monzón, con los haboobs: “La gente está acostumbrada. Casi todos los años tenemos haboobs, pero cada vez son más frecuentes. Y cuando estas murallas de arena se aproximan, parece como si llegara el apocalipsis”. Las tormentas de arena se originan a casi 1.000 km al este de Niamey, en el centro de la depresión de Bodélé, un antiguo lago de agua dulce ubicado en el Chad, que se ha secado por completo y que constituye la mayor fuente de emisión de polvo de la superficie terrestre. Las tormentas se forman a partir de dos ingredientes: sedimentos sensibles a la erosión, presentes en un entorno seco, y vientos fuertes.

Los investigadores calculan que cada año ascienden a la atmósfera cerca de 2.000 millones de toneladas de polvo, una cuarta parte de las cuales llega a los océanos.

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Contaminación lumínica: las heridas de luz blanca que alteran el planeta

Por José Álvarez Díaz y ESA

Photo: ESA/NASA

FOTORREPORTAJE | De todos los tipos de contaminación que existen, hay uno que obviamos por lo contraintuitivo que es. A nadie le cuesta imaginar cómo, a causa de la actividad humana, el medio ambiente en el que vivimos se mancha, se sobrecarga y sufre el daño que le provocan nuestros desechos masivos en el aire, en las aguas, en la tierra. Con la luz artificial, sin embargo, nos pasa todo lo contrario. Es útil, de hecho necesitamos tener cierto grado de iluminación nocturna, y nos da una sensación de seguridad. Además, puede llegar a ser cautivadoramente hermosa y fotogénica, como muestran las imágenes nocturnas tomadas desde la Estación Espacial Internacional (EEI) que ilustran este artículo.

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Los ciudadanos europeos exigen un “derecho al aire limpio” para todos

Por Alexia Eychenne y Michalina Kowol

Since the death, at the age of nine, of her daughter Ella, the first officially recognised fatal victim of air pollution, Rosamund Kissi-Debrah has become a tireless defender of the right to clean air. London, March 2022.

Photo: Alexia Eychenne

Jo Barnes lleva trabajando casi 20 años sobre la calidad del aire, pero no fue sino hasta mediados de la década de los años 2010 que este profesor de la University of the West of England, en el Reino Unido, vio surgir un debate público sobre las desigualdades sociales generadas por la contaminación. En otras palabras: el aire puro, este bien universal por excelencia, ¿está distribuido tan uniformemente como parece? En 2003, un estudio pionero en el Reino Unido hacía pensar que no era así. Jo Barnes y sus compañeros han corroborado “un problema de desigualdad social, pero también de injusticia ambiental”, resume: los más desfavorecidos suelen estar más expuestos a la contaminación que los más acomodados y son más vulnerables a sus efectos, aunque generen menos contaminantes. Un fenómeno complejo, vinculado a las políticas de urbanismo, vivienda y transporte, que se observa en muchos países europeos

En los Estados Unidos, estas desigualdades han contribuido al surgimiento de un movimiento de justicia ambiental activo desde hace unos treinta años. En Europa, donde la contaminación atmosférica con las partículas más finas provoca, según la Agencia Europea de Medio Ambiente, hasta 400.000 muertes prematuras al año e infinidad de enfermedades (respiratorias, cardíacas, etc.), la reflexión apenas está comenzando.

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This article has been translated from Spanish.