La producción de la seda es un proceso sumamente laborioso que combina la magia de la naturaleza con el ingenio del ser humano. La cría del gusano de seda (que en realidad es la oruga de la mariposa Bombyx mori) estuvo antiguamente muy extendida por Europa, pero las poblaciones de gusanos se vieron diezmadas en el siglo XIX a raíz de diversas enfermedades.
La sericultura se sigue practicando actualmente en la región de Dalat, en el centro de Vietnam. En esta región montañosa, el pueblo de Nam Ban perpetúa la tradición de las granjas de gusanos de seda. Todas las mañanas una veintena de mujeres de las aldeas vecinas se desplazan a pie o en bicicleta para trabajar en esta pequeña fábrica que la fotógrafa Agathe Catel visitó en 2020.
Quienes desempeñan este laborioso oficio –que comprende desde el cultivo de la morera para alimentar a los gusanos, hasta el tejido de los hijos, pasando por el desenrollado de los capullos– son sobre todo mujeres. Sus hábiles manos están acostumbradas a encontrar la extremidad del hilo en el capullo. Pero las condiciones en la hilandería siguen siendo difíciles. El calor del agua hirviendo, el peso de las enormes bobinas y las largas jornadas de minucioso trabajo convierten a estas mujeres en todo un ejemplo de entereza.
Vietnam figura entre los seis primeros países productores de seda. En términos de exportación, ocupa el tercer lugar en Asia y el sexto en el mundo. En Dalat se celebra cada año la Conferencia Nacional sobre el Desarrollo Sostenible de la Sericultura, puesto que Vietnam, aun con su propia producción, sigue siendo un importador dependiente de China, que es, con diferencia, el principal productor mundial.
La producción de tejidos de seda sigue un proceso extremadamente minucioso y laborioso. Primero se crían los gusanos de seda durante un mes, alimentándolos con hojas de morera. En pocas semanas la larva multiplica su peso por diez mil. Una vez que alcanza su tamaño máximo, el gusano de seda teje un capullo para transformarse en crisálida y después en mariposa, aunque los capullos se recogen antes, entre ocho y diez días después de su formación.
El capullo está formado por un solo hilo de seda segregado por las glándulas de la oruga y tejido en dos días. El hilo tiene entre 800 y 1.500 metros de longitud. La cría de gusanos de seda requiere unos conocimientos específicos y delicados y, por supuesto, unas condiciones climáticas ideales, como ocurre en la provincia vietnamita de Lam Dong. La seda se considera un producto de lujo desde la antigüedad, aunque ahora es más asequible. La sericultura, si bien es una profesión antigua y prestigiosa, sigue siendo un trabajo con unas condiciones difíciles.
En las hilanderías, las trabajadoras están sujetas a una penosidad considerable, sobre todo por el calor que desprenden las bobinadoras. Tienen que mantener las manos sumergidas en el agua caliente durante muchas horas, y trabajan sin guantes. En cambio es obligatorio el uso de mascarilla. Algunas trabajadoras acaban teniendo problemas de salud debido a la exposición a productos químicos y a las posturas incómodas que tienen que adoptar frente a las máquinas.
Las trabajadoras también tienen que lavar los capullos en unas palanganas que están en el suelo, para lo cual tienen que ponerse en cuclillas. Aunque su sueldo está por encima del salario mínimo del país y del umbral de pobreza internacional establecido por el Banco Mundial, tienen que trabajar muchas horas para poder sacar a su familia adelante. Además, se rigen por una estricta jerarquía, a menudo encabezada por un hombre.
El país ha experimentado un considerable crecimiento económico durante los últimos años gracias al denominado modelo de “socialismo de mercado”. En cuestión de 10 años, el poder adquisitivo de los hogares se ha cuadruplicado y la riqueza per cápita se ha triplicado. Actualmente la semana laboral legal es de 48 horas, 8 horas por día. Las horas extraordinarias no pueden exceder las 4 (por día).
Las mujeres ser ven a menudo obligadas a delegar el cuidado de sus hijos a cambio de una profesión que tampoco tiene muchas posibilidades de evolución. Además, sus salarios siguen siendo muy inferiores a los de los hombres.