Cuando leer es un acto radical. La biblioteca de Ereván en la que feministas y comunidad LGBTI encuentran refugio

Cuando leer es un acto radical. La biblioteca de Ereván en la que feministas y comunidad LGBTI encuentran refugio

In Yerevan, in March 2022, Taline is immersed in a feminist book, Cunt, by American writer Inga Muscio, published in 1998. “Books with feminist ideas and written by women are not generally available in public libraries in Armenia,” she says.

(Camille Grange)
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En el lugar donde habíamos quedado el día anterior, solo se ven en la calle, a la vista de los transeúntes, dos restaurantes y un salón de belleza. Y por una buena razón: el lugar que buscamos está escondido. Entre en el edificio 43/1 y suba varios pisos. Arpi le espera a la entrada del apartamento. Esta usted en la FemLibrary, la primera biblioteca feminista de Ereván, la capital de Armenia, una antigua república soviética situada entre Asia y Europa, con una población de tres millones de habitantes. Aquí, gracias a un colectivo de activistas feministas y LGBTI, se dispone gratuitamente de cientos de libros escritos por mujeres o que cuestionan la discriminación de género y la igualdad entre mujeres y hombres.

En la habitación principal hay mesas y sofás que permiten disfrutar tranquilamente de esta literatura. Audre Lorde, Bell Hooks y Malala Yousafzaï conviven en las estanterías marrones. El ambiente es tranquilo. Los libros están ordenados por idiomas: ruso, armenio, inglés, alemán y francés.

Taline [nombre ficticio], de 33 años, está inmersa en las páginas de Cunt, a Declaration of Independance, un ensayo feminista escrito por la estadounidense Inga Muscio y publicado en 1998. “Vengo aquí siempre que puedo. En Ereván no hay muchos espacios no hostiles para las mujeres. Este apartamento es uno de ellos”, afirma. A su lado, una joven alemana acaba de acomodarse con un libro entre las manos.

Mientras que en Europa hay muchas librerías que se han especializado en literatura feminista, esta biblioteca ya ha recorrido un largo camino desde 2016. “Fue una simple idea que tuve con mi amiga Anna”, explica Arpi, una de las fundadoras de la FemLibrary, que permanece de pie en el balcón del apartamento, frente a una Ereván cubierta de nieve, y que prefiere no revelar su apellido. A día de hoy el lugar está abierto a todas y todos, pero sobre todo a quienes buscan la hermandad.

“¿Son ustedes una secta?”

Por aquel entonces, Anna vivía en Manchester debido a sus estudios. Allí leía regularmente obras escritas por mujeres, en las que se cuestionan los valores patriarcales. A veces, cuando regresaba a Armenia, metía varios libros en su maleta y los compartía. En su apartamento de Ereván, Anna preparó un boceto de esta biblioteca. Conoció a Arpi, que soñaba con abrir un estudio de arte. “Un día nos sentamos y pusimos sobre papel todo el concepto de la biblioteca”, explica Arpi. Así nació la FemLibrary.

“Entonces empezamos a buscar subvenciones. Nos las denegaron todas. Creo que fue porque éramos demasiado radicales”, confiesa. El equipo se vio obligado a mudarse varias veces. “Dondequiera que nos instaláramos, éramos víctimas de violencia homófoba o misógina y teníamos que marcharnos”, explica Arpi. En 2021, Armenia ocupaba el puesto 37 de 39 del Rainbow Index, el índice sobre el respeto de los derechos de las personas LGBTI establecido por ILGA-Europe. La homosexualidad solo es legal en Armenia desde 2003.

Aunque la dirección figura en su cuenta de Instagram, el lugar parece de difícil acceso para los no conocedores. Por razones de seguridad, solo abre dos días a la semana. Los lunes están reservados a las mujeres. Cuando se instalaron, los vecinos vinieron a hacerles preguntas: “¿Qué hacen aquí? ¿Son ustedes una secta?”.

Las personas que vienen aquí son sus amigos, sus “camaradas, hermanos y hermanas de armas”, como ellas los denominan. Entre ellos hay numerosos activistas procedentes de movimientos de lucha interseccional y otras personas interesadas en el feminismo. Vienen a leer, algunos para implicarse un poco más y contribuir a la permanencia del lugar.

Por esta puerta entran con regularidad unas 15 personas. No se exige cuota de socio, pero hay una caja de donativos a disposición de quien quiera donar unos drams, la moneda armenia.

Al lado del libro Le Deuxième sexe, la famosa obra de Simone de Beauvoir traducida al inglés, hay un póster con un rostro femenino de cuya boca salen dibujadas representaciones de los reproches y los temas de la discriminación patriarcal contra la mujer: la belleza, la delgadez, la sexualización o el servilismo. Debajo, siete letras que suenan como una llamada: PROTEST.

En 2018 Armenia se vio sacudida por las manifestaciones de la denominada Revolución de Terciopelo, que permitieron que Nikol Pachinian, antiguo diputado y periodista, accediera al puesto de primer ministro. Las mujeres participaron de manera especialmente activa. Pocos meses después de la revolución, Lara Aharonian, activista feminista y fundadora del Women’s Resource Center of Armenia (WRCA) declaraba en una entrevista concedida a la televisión francesa TV5 Monde:

“Por primera vez también, las mujeres han tomado la palabra durante estas movilizaciones, así como personas del colectivo LGBTI. Armenia está por fin en el camino de una democracia real, porque hemos puesto fin a un régimen oligárquico y corrupto”. Arpi y Anna también participaron en una de las numerosas manifestaciones en la Plaza de la República, una de las principales plazas de Ereván, donde se encuentra el palacio del gobierno. “Anna vino a verme y me anunció que por fin habíamos obtenido una subvención. No nos los creíamos, estábamos locas de felicidad”, comenta Arpi.

Más tarde, las dos mujeres pudieron alquilar su primer local: “una casa de dos plantas rodeada de un jardín precioso”, describe Arpi, con los ojos brillantes. Al cabo de unos meses, el propietario las echó. “En mi opinión, no nos aceptaron debido a la homofobia. Fue muy violento”, explica. Tras el desalojo, la FemLibrary renació en una segunda ubicación: un café abierto sin discriminación para personas queer. Tras varias reformas, se celebraron numerosas reuniones y veladas de debate. El lugar se convirtió en una referencia para los activistas LGBTI de Ereván. Allí se organizan clubes de lectura feministas y exposiciones de arte. Los ocupantes también se reúnen allí para confeccionar pancartas y carteles para las manifestaciones.

Un refugio para las voces marginadas

En la cocina abierta se preparan té y café armenio. Mientras el hervidor de agua silba, surge una voz en perfecto francés. “A pesar de las manifestaciones, vivimos en una sociedad muy cerrada. Los derechos de las mujeres no se respetan. Sin embargo, por lo que recuerdo, en los años soviéticos las mujeres estaban consideradas como muy fuertes y se las respetaba”, expone Taline, que explica que estudió francés durante varios años.

Este análisis también cuenta con el apoyo de Sona Baldrian, investigadora y responsable del equipo de lobby de la WRCA. “Durante la época soviética, las mujeres armenias tenían más poder. Ocupaban puestos más importantes: teníamos más mujeres médicos, por ejemplo. También eran más vehementes. Luego se las obligó a permanecer en el ámbito privado y familiar. Tanto en casa como en la cúpula del Estado, los hombres siguen estando considerados como los jefes”, explica a Equal Times. “El Gobierno de Nikol Pachinian no es progresista. Entre los doce ministros solo hay una mujer”.

En Armenia, el índice de desigualdad de género asciende a 0,220 (en Francia es de 0,083). La ONU llegó incluso a expresar preocupación en 2022 por la prohibición legal impuesta a las mujeres, en particular las embarazadas, de ejercer determinadas profesiones. “Todo lo que pensamos procede de la cultura. Los libros con ideas feministas y escritos por mujeres no suelen estar disponibles en las bibliotecas públicas de Armenia. Hoy en día, se considera que las mujeres deben guardar silencio. No se las respeta. Aquí me gusta leer a Shushanik Kurghinyan y Zapel Yesayan, una poetisa. Son una sólida herencia feminista para la literatura armenia”, prosigue Taline.

La FemLibrary se encuentra ahora frente a la Oficina del Defensor de los Derechos Humanos de Armenia. “Llevamos aquí dos años y, gracias a Dios, podemos quedarnos”, exclama Arpi. ¿Es el feminismo una postura demasiado modernista en Armenia? “A algunas personas les interesa, por supuesto. En estos momentos estamos notando que muchos jóvenes se están implicando mucho más”, precisa Arpi. “Se está produciendo un cambio de mentalidad. La nueva generación de mujeres comprende cosas que antes no entendíamos. Eso nos hace más fuertes”, afirma Taline.

Recientemente, Anna, Arpi y su comunidad pusieron en marcha una campaña de recaudación de fondos para conseguir recursos con los que sobrevivir a los siguientes retos. Más que una biblioteca, señalan que el lugar que han creado se ha convertido en “un espacio de sanación tras la guerra [del Alto Karabaj] y en un refugio para las voces marginadas de Armenia”.

This article has been translated from French by Guiomar Pérez-Rendón