¿Escasez y despidos masivos de trabajadores en EEUU? Hay que leer entre líneas

¿Escasez y despidos masivos de trabajadores en EEUU? Hay que leer entre líneas

Federal Reserve Board Chairman Jerome Powell speaks at a news conference after a Federal Open Market Committee meeting in Washington, DC on 14 December 2022. He claimed that the US is suffering from a “structural labor shortage”, without mentioning the impact of stagnant wages.

(AFP/Nicholas Kamm)

En plena recuperación económica de la pandemia de covid-19, al tratar de justificar la aceleración de la inflación mundial, antes incluso de la guerra de Ucrania, los principales medios de comunicación se inundaron de noticias sobre el fenómeno bautizado como la “Gran Dimisión”, culpando de las trabas generalizadas en la producción de bienes a una aparente escasez de trabajadores.

A día de hoy, esos mismos medios están hablando de despidos y ceses a gran escala por parte de las empresas. Las explicaciones ofrecidas respecto a esta supuesta tendencia podrían llevarnos a sacar conclusiones que apenas rozan las verdaderas causas fundamentales de estas cuestiones. Y es algo que afecta no sólo al público en general, sino también (y lo que resulta más preocupante) a los responsables políticos, que podrían verse abocados a aplicar políticas mal diseñadas que perjudican a las personas, sus medios de vida y la economía en general.

Pongamos dos ejemplos. En el primero, el 14 de diciembre de 2022, tras una reunión del Consejo de la Reserva Federal de Estados Unidos, su presidente, Jerome Powell, declaró: “Da la sensación de que tenemos escasez estructural de mano de obra, puesto que hay un déficit de 4 millones de personas, algo más de 4 millones, en la población activa disponible para trabajar, respecto a la demanda de mano de obra”. Esta afirmación no tiene en cuenta que el salario mínimo federal en Estados Unidos, ajustado en términos reales a la inflación, es el más bajo de los últimos 66 años.

Y he aquí otro, menos de un mes después de la declaración de Powell, en enero de 2023 Reuters advirtió: “Las grandes empresas tecnológicas y los titanes de Wall Street están liderando una cadena de despidos en el mundo corporativo estadounidense, conforme las empresas tratan de reducir costes para capear la recesión económica”. La fuente de los datos en los que se basa esta noticia es Layoffs.fyi, un sitio web que rastrea las pérdidas de empleo en el sector tecnológico a escala mundial. Sin embargo, el artículo no explica que, sin ninguna nota metodológica sobre cómo se recaba la información, los despidos mencionados solo se produjeron en el 5% de los 2.000 casos a los que hace referencia dicho sitio.

Pese a representar dos puntos de vista extremos, estos pronunciamientos tienen objetivos similares: impulsar la narrativa de que la mano de obra es la culpable de los problemas económicos del mundo.

El hecho de que la inflación está repuntando y que haya escasez en el suministro de bienes y servicios se debe a la reticencia de los trabajadores a trabajar de verdad. Para explicarlo, se ofrecen diversas razones subjetivas, personales y aparentemente obvias, todas ellas apelando al sentido común y a la sabiduría canónica. Como afirma el exsecretario de Trabajo estadounidense Robert Reich: “Están tratando de abordar la escasez de mano de obra ralentizando la economía hasta tal punto que los empleadores pueden encontrar todos los trabajadores que necesitan sin aumentar los salarios”.

Y cuando esto no basta, el despido de trabajadores constituye una advertencia con un mensaje claro: “No vayas a presionar para que suban los salarios porque te despedirán. ¿No ves lo que están haciendo las grandes empresas?”.

Despido de trabajadores: ¿consiguen las pruebas respaldar las afirmaciones?

¿Hay realmente escasez de mano de obra? ¿Es cierto que las empresas no encuentran trabajadores? ¿Estamos asistiendo realmente a despidos y pérdidas masivas de puestos de trabajo? La respuesta es no. Todas estas hipótesis solo sirven para “disciplinar” a la mano de obra y contener los salarios.

En 2022, la creación neta de empleo en EEUU (creación de empleo menos despidos y pérdidas de empleo) fue de 4,5 millones de puestos de trabajo (un promedio mensual de 375.000 empleos) según la encuesta US Business Enterprise Research and Development Survey, que contabiliza todas las formas de empleo no agrícola. Según la Oficina de Estadísticas Laborales, en diciembre de 2022 se añadieron 223.000 puestos de trabajo al mercado de trabajo.

Aunque las cifras de desempleo apenas han variado (en diciembre pasaron del 3,7% al 3,5%), el paro de larga duración –un indicador estructural de la fortaleza del mercado laboral que contabiliza las personas que están desempleadas durante más de 27 semanas– se redujo en 146.000 personas.

¿Qué podría constituir un buen indicador de la escasez de mano de obra? Sin lugar a duda, los salarios. Si hay carencia de demandantes de empleo, el aumento de los salarios es el primer indicador de la escasez de mano de obra, sobre todo en períodos de inflación, cuando el poder adquisitivo es bajo.

En términos de ingresos, los salarios aumentaron en diciembre un 0,3%, y, en 2022, un 4,6%, pero este valor no se ajusta a la tasa de inflación estadounidense del 7,5% en 2022.

Cabe afirmar que la actual narrativa mediática sobre los despidos no guarda relación con el nivel real de despidos que se están produciendo actualmente, ni con el número de despidos respecto al nivel global de puestos de trabajo y empleo. Si se consideran todas las operaciones de los últimos 60 días, se han producido 30.000 despidos en 168 empresas, según las estadísticas de Layoffs.fyi, que difícilmente pueden considerarse representativas del mercado laboral estadounidense.

Adaptarse a un mundo pospandémico

¿Qué está pasando realmente? Las nuevas empresas, especialmente las tecnológicas, las basadas en aplicaciones y en la web, y las nuevas empresas de tecnología financiera (por no hablar de las criptomonedas) dependen del capital riesgo para financiar proyectos de viabilidad heterogénea.

Estas firmas, muchas de ellas startups y otras con políticas expansionistas para crear “productos originales o servicios nuevos e innovadores”, acaparan miles de millones de inversores con carteras diversificadas que dedican una pequeña parte a inversiones arriesgadas, prometedoras, de nueva planta (greenfield), pero teóricamente rentables.

A menos que se produzcan grandes colapsos, como lo que estamos presenciando con el mercado de las criptomonedas, o con la crisis de las puntocom de la década de 2000, existe una dinámica al alza, incluso si la empresa no genera todavía beneficios (véase, por ejemplo, Uber, SpaceX y Meta, por nombrar algunas).

También merece la pena explorar la relación que existe entre los tipos de interés y la inversión en “nuevas ideas”. Cuando los tipos de interés son bajos, la búsqueda de ganancias inesperadas por parte de los inversores tiende a dirigir la atención hacia las empresas que intentan acaparar con ideas “brillantes y originales” el exceso de fondos que inundan los mercados.

En cuanto los bancos centrales suben los tipos de interés, el “comportamiento de rebaño” reduce el riesgo inherente a estas nuevas empresas. Esto significa comprar bonos del Tesoro de EEUU o de otros países centrales, sacando recursos de ideas aparentemente geniales y con buenas perspectivas a medio plazo.

Estas “nuevas” empresas se encuentran con unos costes fijos excesivos y con unas estructuras desproporcionadas, sobre todo en relación con los ingresos reales; y cuando las cifras se hacen públicas, el valor de las acciones baja, lo cual no solo ejerce presión sobre el valor global de la empresa, sino también sobre las posibilidades de financiación continua.

Ahí es cuando los directivos deciden hacer pública la decisión de reducir costes. La forma más fácil, rápida y aclamada por la comunidad empresarial es despedir trabajadores y/o recortar salarios. Hay muchos casos de empresas cuyas acciones han subido al anunciar el despido de gran parte de su plantilla.

En resumen, podríamos decir que los mercados laborales siguen ajustándose al mundo pospandémico, pero en medio de la inflación y de una mayor incertidumbre.

Por una parte, no hay indicios de que la creación de empleo se haya detenido ni de que haya escasez de trabajadores en el mercado. Pero, por otra, hay muy pocos indicios de aumentos significativos en la remuneración de los trabajadores, especialmente si se tienen en cuenta las tasas de inflación mundiales. Esto es señal incipiente de que tal escasez no existe, de lo contrario los salarios lo reflejarían, al menos en algunos sectores e industrias.

Solo aquellos países en los que hay intervenciones públicas de calado como el ajuste del salario mínimo, la indexación de los salarios en general o una negociación colectiva dinámica y de amplia cobertura, muestran una recuperación total o parcial del poder de compra de los trabajadores.

Por lo tanto, está claro que la narrativa popular sobre la escasez de trabajadores y los despidos tiene por objetivo construir un consenso cultural contra los trabajadores y contra el movimiento sindical, y se basa en definiciones sesgadas, parciales e incluso contradictorias. Como sindicatos, debemos animar al público a ir más allá de lo obvio y leer entre líneas.