Los mineros artesanales de oro, en el punto de mira al intensificarse el conflicto armado en Sudán

Los mineros artesanales de oro, en el punto de mira al intensificarse el conflicto armado en Sudán

Artisanal gold miners in Sudan, like the ones pictured here, have been working in fear of their lives ever since conflict broke out between the Sudanese army and paramilitary forces on 15 April 2023. The army accuses the miners of collaborating with the RSF, while the RSF offers them no protection.

(Alamy/Nicolas Marino)

El 17 de abril de 2023, justo antes de la puesta de sol en Al-Ibaidiya, una localidad minera sudanesa a orillas del río Nilo a unos 400 kilómetros al norte de Jartum, cuatro soldados tomaron por asalto la casa de Omar Sheriff y le sacaron a rastras de su hogar. Según Sheriff, dos de los soldados registraron su casa, mientras los otros le retuvieron fuera durante horas.

“Ellos [los soldados] me acusaron falsamente de trabajar con comerciantes rusos para sacar oro de contrabando de Sudán”, explica Sheriff a Equal Times. “Esperaban hallar documentos relacionados con operaciones de contrabando de oro en mi casa, pero no pudieron encontrar nada para incriminarme”.

Desde que se iniciaron los enfrentamientos el 15 de abril entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS) lideradas por el general Abdel Fattah al-Burhan, el gobernante de facto de Sudán, y los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) encabezadas por el general Mohamed Hamdan Daglo (más conocido como ‘Hemedti’), decenas de mineros artesanales en Al-Ibaidiya han sido acosados por las fuerzas gubernamentales, pues les acusan de ser cómplices de los comerciantes de oro de una empresa anónima.

Conocida por los lugareños únicamente como ‘la empresa rusa’, se dice que dicha minera es propiedad del grupo Wagner, una organización militar privada rusa que, según el Consejo de la Unión Europea, al principio “garantizaba la explotación y exportación de oro sudanés a Rusia” mediante el apoyo y colaboración con las FAS. Luego cambió de bando y empezó a ofrecer formación y apoyo militar a las FAR. Como venden su oro a comerciantes que trabajan para empresas vinculadas con Wagner, los mineros artesanales de las localidades mineras de oro como Al-Ibaidiya ya se han convertido en un objetivo del ejército, aunque no gozan de la protección oficial de las FAR.

El mismo día que Sheriff fue detenido por las fuerzas sudanesas, Mustafa el-Tahir, otro minero de Al-Ibaidiya, fue arrestado por soldados que le sacaron de su casa y le llevaron con los ojos vendados a una base militar para interrogarle durante horas.

“No paraban de preguntarme el nombre de los comerciantes con los que supuestamente colaboro estrechamente para sacar de contrabando el oro del país”, explica El-Tahir a Equal Times. “Yo insistía en que no estaba implicado en ningún comercio ilegal. Finalmente me liberaron después de seis horas de interrogatorio”.

Sudán es el tercer mayor productor de oro de África, por detrás de Sudáfrica y Ghana, pero según un informe en profundidad de la CNN, el 85% del oro que produce se vende ilegalmente. Desde el 15 de abril, se calcula que un millón de mineros artesanales de oro se encuentran inmersos –junto al resto de la población– en medio de una guerra entre los dos generales, antiguos aliados, cuyas fuerzas están enfrentándose en una lucha de poder a muerte que ya ha matado a más de 700 personas y ha obligado a cientos de miles de civiles a abandonar sus hogares.

El grupo Wagner, fundado por Yevgeny Prigozhin –un aliado clave del presidente ruso Vladimir Putin– opera en varios países africanos ricos en recursos como Mali, Libia y la República Centroafricana. Se le ha acusado de utilizar el dinero que gana en África para financiar sus operaciones en Ucrania, donde desempeña un papel clave en la guerra y se calcula que tiene a 50.000 mercenarios luchando por Rusia, según el ministerio británico de defensa. Debido a sus operaciones en Sudán –Meroe Gold y su empresa matriz rusa M-Invest– el grupo Wagner y varios de sus cargos clave están incluidos en la lista de sanciones de la UE por “graves violaciones de los derechos humanos, incluidas torturas, ejecuciones sumarias o arbitrarias y asesinatos en varios países, incluido Sudán”.

Las condiciones laborales peligrosas son aún más mortíferas debido a una rivalidad infame

En Al-Ibaidiya, los mineros trabajan bajo el sol abrasador del desierto para extraer el oro de las rocas, separando luego el metal de la piedra mediante el uso de agentes químicos tóxicos como el cianuro y el mercurio, ambos increíblemente dañinos tanto para los mineros como para el medio ambiente. “Muchos mineros de Al-Ibaidiya sufren de problemas renales”, cuenta a Equal Times Fati Salau, un médico nigeriano que trabajó en Sudán durante seis años. “Era obvio que su situación era la consecuencia de una inhalación excesiva de vapor de mercurio por una exposición crónica a dicha sustancia química”.

La mayoría de los mineros de Al-Ibaidiya ganan menos de 100 dólares estadounidenses al mes, viven hacinados en recintos, trabajan en turnos de unas 12 horas y normalmente sólo les permiten visitar a sus familias una vez cada tres meses.

El oro que producen se lo suelen vender a los comerciantes de una planta cercana de procesamiento de oro, al parecer gestionada por Wagner, que en un principio llegó a Sudán en 2017 invitado por el entonces presidente Omar al-Bashir, pero que acabó estrechando relaciones con Hemedti.

Durante los últimos años de la dictadura de Al-Bashir (1989-2019), Hemedti, que proviene de una familia de pastores de camellos de la región de Darfur, al oeste de Sudán, disfrutó de su influencia y poder. Fue ascendiendo en la jerarquía de la Janjaweed hasta que acabó liderando esta famosa milicia árabe sudanesa que Al-Bashir utilizó para su campaña de limpieza étnica contra los pueblos no árabes de Darfur durante la guerra entre 2003 y 2005, en la que se calcula que 300.000 personas fueron asesinadas. Aunque no tenía ninguna formación militar oficial, Al-Bashir nombró a Hemedti líder de las recién creadas FAR, que surgieron de la ya mencionada milicia Janjaweed en 2013. Cuatro años después, Sudán aprobó una polémica ley en la que reconocía a las FAR como una fuerza de seguridad independiente.

Sin embargo, Hemedti traicionaría a su benefactor, que solía depender de las FAR para reprimir las diversas protestas y rebeliones que se daban en Sudán. Al principio, unió sus fuerzas con Al-Burhan, quien entonces era el jefe del ejército, para derrocar a Al-Bashir tras un levantamiento popular en 2019. Luego, Hemedti se metió en el Consejo Militar de Transición y después pasó a formar parte de la estructura que lo sucedería, el Consejo Soberano. Hemedti, cuyas fuerzas de las FAR fueron las responsables de una brutal represión en una acampada de protesta en Jartum en junio de 2019 que tuvo como consecuencia más de 100 víctimas mortales, ahora apunta con sus armas a Al-Burhan, en un intento por tomar el poder y derrocar a su antiguo jefe y aliado.

La confrontación entre Al-Burhan y Hemedti ha convertido en objetivos a las entidades que tienen unos vínculos estrechos con Hemedti –quien ha amasado una fortuna personal gracias a sus propios intereses en el sector de la minería de oro. Entre ellas se encuentran las empresas mineras gestionadas por el grupo Wagner y los mineros artesanales que venden oro a dichas empresas. Sin embargo, Tahir, que lleva desde 2018 trabajando como minero de oro en Al-Ibaidiya, asegura que él y sus colegas solo están intentando ganar dinero para sobrevivir. “Sólo vendemos oro a los comerciantes que vienen a Al-Ibaidiya y no a gente fuera de Sudán como alegan las autoridades”, aclara. “Van a por nosotros porque vendemos oro a gente que tiene cuentas que ajustar con el gobierno”.

“Vivimos en peligro”

En los últimos años, el sector del comercio de oro en Sudán ha estado dominado por entidades vinculadas a Wagner, que saca de contrabando de Sudán gran parte del oro que produce. El pasado julio, una investigación de la CNN reveló que un avión ruso había estado sacando oro de Sudán hacia la ciudad portuaria siria de Latakia, donde Rusia tiene una importante base aérea desde 2015, año en el que el régimen de Asad le invitó para apoyar a sus fuerzas en la guerra civil siria que sigue activa.

La CNN publicó que en 2021 no se declararon hasta 32,7 toneladas de oro sudanés con un valor de unos 1.900 millones de dólares estadounidenses. Asimismo, reveló que, cuando Al-Burhan y Hemedti tenían una buena relación, Wagner trabajaba estrechamente con la junta militar sudanesa para asegurarse de que miles de millones de dólares en oro pudieran eludir a la Hacienda de Sudán a cambio del apoyo político y militar del gobierno ruso.

Desde principios de este año –el mismo período en que empezaron a aflorar noticias sobre las tensas relaciones entre Al-Burhan y Hemedti–, el gobierno militar sudanés empezó a tomar enérgicas medidas contra diversos agentes del sector minero a los que acusa de contrabando y de socavar la economía. El 14 de enero, las autoridades detuvieron a un ciudadano ruso que era el jefe de seguridad de Al-Sawlaj Ltd, una empresa minera vinculada a Wagner ubicada cerca de Atbara, 280 kilómetros al norte de Jartum, por transportar cinco kilogramos de oro obtenido de manera ilícita. Durante las siguientes semanas, 36 rusos y 22 empleados sudaneses fueron interrogados por las fuerzas de seguridad, acusados de comercio ilegal de oro antes de ser liberados. Sin embargo, lo que ha suscitado preocupación ha sido que los mineros artesanales locales se hayan convertido en uno de los objetivos.

“Desde enero, las autoridades han detenido o interrogado a decenas de mineros artesanales”, nos cuenta Yaser Taifour, un abogado de derechos humanos que ofrece servicios jurídicos a varios mineros de Al-Ibaidiya.

“Les acusan de estar implicados en el contrabando de oro, pero estos mineros sólo venden a comerciantes, muchos de los cuales son de la empresa rusa cercana, y no pueden saber cómo dichos comerciantes venden el oro que les compran”, añade.

Los mineros no solo están preocupados por el frecuente acoso por parte de las autoridades sudanesas, sino también por su seguridad. Según parece, desde mediados de abril han desaparecido varios mineros de Al-Ibaidiya y otros han huido del país debido a la constante intimidación por parte del gobierno.

“Tuve que huir [de Al-Ibaidiya] después de que dos de mis amigos íntimos y colegas desaparecieran de repente el mes pasado”, denuncia Ammar al-Tash, un minero artesanal que huyó de Al-Ibaidiya a la vecina Chad a finales de abril. “Si me hubiera quedado [en Al-Ibaidiya], probablemente me habrían desaparecido en cualquier momento”.

Los mineros que se han quedado siguen temiendo por sus vidas. El miedo se ha visto agravado por las recientes noticias de que el grupo Wagner ha estado proporcionando armas a los paramilitares de las FAR en el norte de Sudán, por lo que existe la preocupación de que el ejército sudanés pueda perseguir a más mineros como represalia. “No sabemos cuándo acabará este acoso constante”, se lamenta Sheriff. “Lo único que sabemos es que mientras dure esta guerra, el ejército seguirá persiguiéndonos. Vivimos en peligro”.