Hacia una economía verde: la biodiversidad crea puestos de trabajo

 

Se calcula que hasta un cuarto de las especies vegetales está en peligro de extinción.

Desde el año 2000 se han perdido seis millones de hectáreas de bosque primario por año.

Más de un tercio (35 por ciento) de los manglares ha desaparecido en apenas 20 años.

Además, el 75 por ciento de los arrecifes de coral está amenazado o ha sido ya destruido.

Estas son algunas de las crisis medioambientales más dramáticas a las que se enfrenta el mundo en la actualidad.

A medida que cambia el clima, el ritmo al que está siendo destruida la biodiversidad ejerce presión sobre los límites planetarios, acercándonos a todos cada vez más hacia lo irreversible, lo ingobernable y lo inimaginable.

Pero esto no afecta exclusivamente a los ecosistemas y otras especies, sino también a los seres humanos y los más vulnerables entre ellos: los pobres.

Aproximadamente el 70 por ciento de la gente pobre vive en zonas rurales y al menos el 25% de sus ingresos depende de beneficios procedentes de los recursos naturales.

Entre el 50 y el 90% del llamado “PIB de los pobres” procede de los ecosistemas y los productos naturales.

Mientras tanto, hay gente valiente en todo el mundo que ha perdido la vida por defender esta riqueza.

En septiembre encontraron el cuerpo sin vida del periodista camboyano Hang Serei Oudom en el maletero de su automóvil.

Le habían matado a hachazos apenas unos días después de denunciar los vínculos entre el ejército y las actividades madereras ilegales.

Hace 24 años asesinaron al activista ecologista brasileño Chico Mendes por organizar a los trabajadores locales del caucho y liderarlos en su lucha por preservar la selva amazónica.

Sigue siendo un modelo para todos aquellos que somos sindicalistas y ecologistas de corazón.

Desgraciadamente, las fuerzas que ocasionan esta devastación son poderosas y crueles.

Un reciente informe del PNUMA revela que, en los principales países tropicales de la cuenca del Amazonas, África Central y el Sudeste Asiático, entre 50 y 90 por ciento de la tala de árboles la llevan a cabo delincuentes organizados implicados en un negocio ilegal que mueve US$ 30.000 millones.

Sin una regulación adecuada, continuarán con este rentable comercio, a expensas del medio ambiente, de las economías locales, e incluso las vidas de las personas, mayoritariamente indígenas.

La relación entre empleo y diversidad no había sido estudiada hasta ahora.

No obstante, la CSI y Sustainlabour presentarán un nuevo estudio en la Conferencia de las Partes sobre Biodiversidad en la India, donde se abordará este tema.

Examinamos el número y el tipo de puestos de trabajo que dependen de la biodiversidad, cuáles se perderían antes o después si se prosigue al ritmo actual de destrucción, qué empleos podrían crearse adoptando determinadas políticas para la protección de la biodiversidad y qué empleos podrían verse perjudicados por esas mismas políticas.

Según este informe, hay motivos para el optimismo: la producción agrícola ecológica crea un tercio más de empleos que las prácticas no ecológicas.

En el caso del sector forestal, podrían crearse hasta diez millones de nuevos puestos de trabajo como resultado de una gestión sostenible, mientras que en el sector pesquero se podrían crear aproximadamente 100.000 nuevos empleos solamente en Europa si se renovaran 43 de las 150 áreas pesqueras europeas, lo que implicaría un aumento del 28% del total de empleos de la Unión Europea.

La transición hacia unas economías sostenibles, verdes, respetuosas de la diversidad, debe aprovecharse para mejorar las condiciones de trabajo en algunos sectores clave de la economía, fuertemente dependientes de la biodiversidad y que emplean actualmente a millones de personas.

En agricultura, por ejemplo, un aumento progresivo de prácticas insostenibles en el sector ha resultado en trabajos de mala calidad y bajos ingresos, sin mencionar una terrible plaga: cerca de dos millones de trabajadores/as rurales resultan envenenados por pesticidas cada año.

De manera similar, algunos trabajadores forestales no reciben un salario por su trabajo, sino que subsisten gracias a la recuperación de productos forestales (madera para calentarse, cocinar o construir sus viviendas, etc.) muchas veces sin tener acceso a los mercados.

Otros cobran salarios muy bajos, soportan condiciones de seguridad laboral inexistente o muy deficiente y, por consiguiente, sufren numerosos accidentes (la tala está considerada como uno de los trabajos más peligrosos del mundo).

Y en última instancia, ningún negocio sucio es bueno para los trabajadores.

Cuando los recursos se agotan, las industrias tienden a trasladarse o relocalizar la producción para obtener los máximos beneficios.

Pero los trabajadores que viven de la extracción de recursos naturales perderían su empleo, y sus comunidades quedarán contaminadas y destruidas al agotarse los recursos.

En ese punto, sus posibilidades de encontrar un empleo alternativo serán escasas y, claramente, el impacto sobre la biodiversidad y las comunidades será irreversible.

La agricultura ecológica, la pesca sostenible, el ecoturismo, la gestión sostenible de los bosques, una minería respetuosa con el medio ambiente, pueden generar más puestos de trabajo y, si se planifican adecuadamente, mejorar las condiciones de trabajo y brindar un sustento decente.