“La madre de todas las huelgas” no consigue acabar con el sufrimiento de los griegos

 

El martes y el miércoles, decenas de miles de griegos tomaron las calles para protestar contra una nueva serie de medidas de austeridad que incluyen más reducciones salariales y recortes de pensiones, pues la Comisión Europea había confirmado que la deuda pública del país era insostenible y que la recesión continuaría en el 2013 durante el sexto año consecutivo.

A pesar de la fuerte oposición social, el Parlamento griego aprobó el paquete de medidas que había acordado con los acreedores internacionales para que Grecia pudiera seguir recibiendo los préstamos vitales del rescate.

El próximo tramo del rescate (que asciende a 31,5 mil millones de € de un total de 240 mil millones de €) ya lleva cinco meses de retraso y, según afirmó el primer ministro Antonis Samaras, sin él Grecia se quedaría sin dinero en efectivo a mediados de noviembre.

 Las medidas, que se aprobaron anoche por un estrecho margen en una tempestuosa sesión parlamentaria, volvieron a poner a prueba a la ya frágil coalición tripartita en el Gobierno, que en teoría disfrutaba de una cómoda mayoría de 176 diputados.

Aunque Samaras insistía en que sin el rescate el país se enfrentaría a una "catástrofe", la Izquierda Democrática, que es el socio más pequeño de la coalición, se negó a votar a favor del nuevo paquete de medidas.

"Nos abstenemos de votar a favor del programa de austeridad porque estamos totalmente en contra de las reformas laborales incluidas en el paquete”, explicó Dimitris Hadzisokratis, el portavoz económico del partido.

El segundo mayor partido de la coalición, el socialista PASOK, también se enfrentó a la sublevación de siete de sus diputados, que fueron expulsados inmediatamente de las filas del partido.

 

Manifestaciones

Mientras tanto, el miércoles más de 100.000 manifestantes indignados organizaron una protesta en el exterior del Parlamento para mostrar su oposición a los nuevos recortes del gasto social y al aumento de los impuestos, que incluyen el incremento en dos años de la edad de jubilación (67 años) y una reorganización radical del mercado laboral.

Bajo un fuerte aguacero y gritando "¡Pelead! ¡Nos están chupando la sangre!", los manifestantes enarbolaron pancartas con mensajes como: "¡Son ellos o nosotros!" y "¡Acabad con este desastre!".

Asimismo, los manifestantes expresaron su frustración por las enmiendas legislativas que facilitarán aún más el despido en una época en que el desempleo ya ha alcanzado al 25% de la población y en que existen menos perspectivas laborales tras una recesión de cinco años.

Algunos también levantaron enormes banderas italianas, portuguesas y españolas para mostrar su solidaridad con otras naciones que también tienen que soportar medidas de austeridad.

 La manifestación adquirió tintes violentos cuando un puñado de manifestantes intentó entrar al parlamento y lanzó piedras y cócteles molotov. La policía respondió con gases lacrimógenos y cañones de agua.

Mientras tanto, en el hemiciclo, la sesión se tuvo que interrumpir brevemente cuando los trabajadores/as del parlamento se declararon en huelga y los diputados de la oposición se retiraron de la cámara en señal de protesta.

El martes y el miércoles, antes de la votación, el país volvió a paralizarse por lo que se ha dado en llamar “la madre de todas las huelgas”, organizada por los sindicatos nacionales.

“Nos dirigimos a todos y cada uno de los diputados del parlamento, sin excepción, y les transmitimos que el 100% de los trabajadores y trabajadoras del sector público les piden que no voten a favor de estas medidas”, afirmó Ilias Iliopoulos, presidente de la ADEDY (confederación de sindicatos del sector público), que organizó la huelga junto con la GSEE (confederación de sindicatos del sector privado).

Los sindicatos advirtieron de que la aplicación de más recortes reduciría aún más el gasto de los consumidores y del Gobierno, arrojando a la bancarrota a más empresas.

 "Votar a favor de estas medidas... es como asestar el golpe de gracia a una sociedad maltratada y exhausta", afirmó el miércoles el representante sindical Vassilis Korkidis.

"De hecho, este paquete de medidas privará al mercado de las últimas reservas de liquidez que podrían haber permitido a los negocios mantener una actividad mínima".

En la huelga, la tercera de los dos últimos meses, la mayor parte de la fuerza laboral griega (incluidos docentes, médicos, empleados/as del sector público, taxistas y controladores aéreos) participó en una enorme marcha de protesta.

El transporte público también se paralizó y los barcos permanecieron atracados en los puertos.

El lunes, los periodistas griegos también se declararon en huelga por la decisión del Gobierno de fusionar en el último minuto sus seguros médicos profesionales con el fondo público, un cambio que tendrá como consecuencia el recorte de muchas de las prestaciones de la seguridad social a las que tenían derecho.

 

De la recesión a la depresión

Entretanto, la Comisión Europea en Bruselas publicó sus habituales “Previsiones económicas de otoño”, que confirmaron que la economía griega ha superado los límites “normales” de la recesión y se encuentra actualmente sumida en una profunda “depresión”.

Según el informe: “Se espera que la contracción se extienda a 2013, el sexto año de recesión, y que sus principales claves se mantengan en general sin cambios.

Primero: los ingresos disponibles de los hogares siguen disminuyendo en respuesta al creciente desempleo y a los ajustes salariales a la baja tanto en el sector público como en el privado”.

“Segundo: las medidas de ahorro aplicadas para contener los desequilibrios fiscales refuerzan la contracción de la demanda nacional”.

“Tercero: la actividad inversora sigue siendo muy débil debido al acceso limitado a los créditos y a las incertidumbres que persisten tras las tensiones políticas provocadas por la doble cita electoral de la primavera del 2012”.

“Además, las exportaciones afectadas por el debilitamiento de la demanda externa son insuficientes para contrarrestar las presiones recesivas en Grecia”.

En una conferencia de prensa tras la publicación de las previsiones, el vicepresidente de la Comisión Europea Olli Rehn admitió que los niveles de la deuda pública griega son cada vez más insostenibles y pidió más medidas para reducir la carga.

 Para la mayoría de los economistas, aplicar más medidas de austeridad a un país que ya se encuentra al borde de la implosión social es el equivalente económico a dispararse un tiro en la pierna.

Sin embargo, hay pocas razones para esperar que la Eurozona cambie su postura.

Ayer, en un discurso que pronunció en el Parlamento Europeo en Bruselas, la canciller alemana Angela Merkel insistió en que el origen de los problemas de Grecia no debe buscarse en el Plan de Ajuste, sino en la mala gestión de las finanzas públicas y en la baja competitividad del país.