La austeridad es perjudicial para la salud

La austeridad es perjudicial para la salud. Esta es la advertencia de un equipo de expertos en salud pública, con sede en Gran Bretaña, que han examinado las estadísticas de salud europeas desde el comienzo de la crisis financiera mundial en 2007.

Desde entonces, la respuesta de los Gobiernos ha sido gastar mucho más dinero en sus economías, o mucho menos – es decir, los denominados programas de estímulo versus las medidas de austeridad. Hoy en día existe evidencia que demuestra que en países que optaron por la vía de la austeridad, los índices de suicidio se están disparando.

Por otra parte, están empezando a surgir otras amenazas para la salud, a medida que los sistemas de atención sanitaria se atrofian bajo los regímenes de austeridad. La malaria podría incluso haber irrumpido de nuevo en Europa.

Martin McKee, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, David Stuckler, de la Universidad de Oxford, y una serie de colaboradores estudian las repercusiones de las políticas económicas en la salud. Stuckler descubrió en 2009 que las depresiones económicas hacen que los índices de suicidio y asesinato se disparen.

El equipo ha ampliado este análisis a las repercusiones de la austeridad en Europa. En un análisis publicado en agosto en la revista de investigación Clinical Medicine explican que, desde 2007, algunos Gobiernos han invertido en determinados sectores con el fin de conservar los puestos de trabajo y el consumo, manteniendo las economías en funcionamiento a pesar del riesgo de inflación.

Otros, dice el equipo, han echado las culpas de sus problemas a los costosos estados de bienestar – más que a la desregularización de los bancos –, y por tanto han recortado el gasto público a pesar del aumento del desempleo.

La Unión Europea ha favorecido la austeridad. Desde 2000 hasta 2007 los índices de suicidio en la UE habían ido disminuyendo paulatinamente. Utilizando datos de la Organización Mundial de la Salud, McKee y sus compañeros encontraron que en 12 países occidentales que han estado en la UE desde 1993, la disminución en el número de suicidios se invirtió bruscamente en 2007.

Para 2009 los índices de suicidio habían aumentado un 13%.

No se disponen de estadísticas más recientes dado que los datos sanitarios tardan años en recopilarse – “en acusado contraste”, observan los investigadores, con los datos financieros y económicos.

Pero según datos parecidos recopilados en EE.UU., donde se rechazaron las medidas de austeridad, se puede observar un ligero aumento en el índice de suicidios registrados desde 2000 – pero no un brusco incremento en 2007, a pesar de las dificultades similares que han tenido a raíz de la crisis económica y el desempleo.

“Las investigaciones sobre las fluctuaciones económicas en Europa occidental a lo largo de las tres últimas décadas”, afirman, muestran que en “países que disponen de unos sólidos sistemas de protección social se consiguió mantener la disminución a largo plazo de los índices de suicidios a pesar del rápido aumento del desempleo”.

El factor más importante, añaden, es un programa activo para conseguir que las personas se reincorporen enseguida al mercado laboral, con opciones como cursos de formación para jóvenes, intercambios rápidos de información sobre vacantes laborales y un apoyo para los trabajadores discapacitados. Estos son precisamente los programas que están sufriendo recortes en virtud de las políticas de austeridad.

Por ahora se disponen de pocos datos sobre otros efectos que pudiera tener la austeridad en la salud. Pero el equipo documenta unas disminuciones preocupantes en el apoyo gubernamental a los sistemas de atención sanitaria en los países del sur de la UE más afectados – Grecia, España e Italia.

Esto, anticipan, quiere decir que las personas que padecen enfermedades crónicas como diabetes y enfermedades cardiacas – trastornos que han venido aumentando de forma asombrosa en todo el mundo – recibirán inevitablemente menos atención médica, lo que significa más enfermedad y más muertes.

Al mismo tiempo, estos países del sur son portales entre Europa, con sus índices relativamente bajos de enfermedades infecciosas, y Asia y África, donde los índices son mayores.

Grecia se encuentra concretamente en primera línea debido a las múltiples amenazas para la salud, entre ellas la reaparición de la malaria. Su organismo de salud pública suele estar alerta de las posibles infecciones y brotes de epidemias en el país, pero con un presupuesto cada vez más reducido, puede que no lo consiga.