Las mujeres turcas se enfrentan a la violencia de género

 

Hay sitios mejores en el mundo que Turquía para ser mujer.

Allí, cada día matan a cinco mujeres por el simple hecho de ser mujeres, mientras que el 42 por ciento de las mujeres turcas afirman haber sufrido violencia física o sexual. Además, el número de mujeres asesinadas entre el 2002 y el 2009 aumentó en un sorprendente 1.400 por ciento.

Según los activistas turcos de derechos humanos, estas cifras constituyen solo la punta del iceberg.

Aunque, por un lado, el país ha aplicado importantes medidas para reforzar su reputación internacional en lo relativo a los derechos de la mujer convirtiéndose en el primer Estado signatario del Convenio del Consejo de Europa sobre Prevención y Lucha contra la Violencia contra las Mujeres y la Violencia Doméstica, la realidad es muy diferente.

Casi a diario, la prensa publica en primera plana historias sobre mujeres asesinadas, a menudo de manera violenta y con la ayuda de navajas o pistolas.

En la mayoría de los casos, las mujeres son víctimas de los llamados ‘asesinatos por honor’, cometidos por un marido separado o un familiar.

Un ejemplo especialmente espantoso ocurrió el año pasado: una madre de 20 años y su bebé fueron estrangulados. Los autores del crimen fueron su hermano y su padre.

Liz Amado, de la ONG turca Women for Women’s Human Rights, nos lo explicó: “Es cierto que, por un lado, ahora disponemos de un sistema mucho mejor de cobertura y documentación de la violencia contra las mujeres.

"Sin embargo, por otro lado, hemos sufrido un considerable aumento de dicha violencia, lo cual se puede atribuir, en parte, a la cultura de la violencia que se fomenta en el ámbito político y social de todo el mundo. En este aumento de la violencia contra las mujeres también aparecen reflejadas las presiones añadidas, como las crecientes tensiones sociales y políticas, la crisis financiera y la pobreza.”

 

La KESK

Sin embargo, la situación en Turquía es aún peor para las mujeres que se atreven a levantar la voz y exigir la igualdad social y de género.

Estas mujeres acaban directamente en la cárcel: las someten a acusaciones muy poco concretas, a una prisión provisional prolongada antes del juicio y a severos castigos. Algunas activistas incluso tienen que enfrentarse hasta a 45 años en prisión.

En febrero, 15 mujeres miembros de la KESK (la central sindical independiente de Turquía) fueron detenidas por llevar a cabo “actividades ilegales”, aumentando a 75 el número total de miembros de la KESK detenidos este año.

Entre las infracciones que cometieron se encuentran el haber organizado y participado en manifestaciones, huelgas y “delitos de propaganda”, como llamar a una cadena de televisión o escribir un artículo para un canal de televisión kurdo.

La primera vista del juicio contra las 15 mujeres de la KESK detenidas en febrero se celebró el 4 de octubre; seis de las detenidas fueron puestas en libertad provisional en espera de juicio y tres fueron enviadas de vuelta a la cárcel. La segunda vista se celebrará la semana que viene, el 13 de diciembre.

Al examinar más minuciosamente el asunto, la complejidad de los problemas en torno a las detenciones de la KESK se aclara: la KESK cuenta con una fuerte base de apoyo formada por numerosos miembros de la minoría kurda.

Los kurdos constituyen la mayor minoría étnica del país (una quinta parte de la población turca). El Gobierno tiene dificultades para mantener relaciones pacíficas con ellos, incluso después de que en el 2009 se comprometiera a poner en marcha una “apertura democrática” para tratar el problema kurdo en Turquía y respetar los derechos de todos los grupos minoritarios que conforman su sociedad.

Aparte de las tensiones étnicas que enturbian la campaña a favor de la igualdad de género, también siguen pendientes graves cuestiones sobre el compromiso que ha adquirido el Gobierno de raíces islámicas hacia la igualdad de género.

Aunque legalmente Turquía goza de una igualdad plena y anuncia con orgullo que “ha emprendido las reformas legales más progresistas de Europa para mejorar los derechos de la mujer en casa, la escuela y el lugar de trabajo”, la realidad sigue siendo deprimente y desalentadora.

 

“Ambivalente en el mejor de los casos”

En el Informe Global de Disparidad entre Géneros del 2011, Turquía ocupaba el puesto 122 de los 135 países investigados.

En Turquía, todavía existe una disparidad entre géneros en materia de educación. Asimismo, el país tiene uno de los niveles más bajos de empleo femenino entre los países de la OCDE y la representación de la mujer en los organismos con capacidad decisoria también es muy baja.

Según una investigación reciente, el 39 por ciento de las mujeres turcas son víctimas de algún tipo de violencia física y el 15 por ciento son víctimas de violencia sexual. Sin embargo, un país con unos niveles tan altos de violencia de género y con un aumento del 1.400 por ciento en el número de feminicidios solo dispone de 26 refugios para 72 provincias.

“La postura del Gobierno con respecto a la igualdad de género es ambivalente en el mejor de los casos”, añadió Amado. Claramente necesitamos una voluntad política más firme para mejorar la situación de las mujeres.

El anuncio del primer ministro Recep Tayyip Erdoğan de que el ‘Ministerio de las Mujeres y la Familia’ se sustituiría por un ‘Ministerio de Familia y Políticas Sociales’, así como su postura conservadora con respecto al aborto que expresó claramente a principios de este año, reflejan dicha ambivalencia. Y aunque el marco legal para la igualdad de género ha mejorado en la última década, su aplicación sigue siendo problemática”.

Sin embargo, para muchos activistas, incluidas las mujeres de la KESK y de la ONG de Amado Women for Women’s Human Rights, el entorno político hostil y la amenaza de cárcel no son razones suficientes para quedarse callados ante la injusticia.

Y aunque solo el 8% de las turcas víctimas de la violencia se atrevan a pedir ayuda a los organismos oficiales, Amado y otros activistas turcos de derechos humanos siguen alzando la voz a favor de la libertad de expresión y otros derechos sociales en Turquía.