La OIT corrobora un ataque global contra los trabajadores

 

La situación del mundo para los trabajadores/as y sus familias no es precisamente optimista.

Los Gobiernos de todo el mundo siguen careciendo de la voluntad política para actuar, y las instituciones internacionales, desde la ONU hasta el FMI, siguen sin considerar los derechos de los trabajadores como derechos humanos.

 

 

Los trabajadores/as están en primera línea del frente de una guerra contra sus condiciones de vida y de trabajo librada por las mismas fuerzas que llevaron al sistema financiero al borde del desastre en 2008.

Estos ataques contra los derechos de los trabajadores constituyen un ataque contra sus derechos humanos.

El Informe Mundial sobre Salarios de la OIT, que se público la víspera del Día Internacional de los Derechos Humanos, confirma lo que los trabajadores transmitieron a la CSI en la encuesta mundial llevada a cabo en numerosos países.

Los salarios están disminuyendo en todo el mundo.

Los salarios mensuales apenas crecieron un 1,2% a nivel mundial en 2011, lo que se sitúa por debajo del 3% registrado en 2007 y del 2,1% en 2010.

Esta disminución es debida a la desregulación de los mercados financieros y al debilitamiento de las instituciones laborales como los sindicatos y la negociación colectiva.

En la Encuesta Mundial 2012 de la CSI se encontró que una de cada siete personas encuestadas que tenían un trabajo no ganaba lo suficiente para cubrir necesidades básicas como alojamiento, alimentación y electricidad.

Los ingresos del 58% de los encuestados se han reducido por debajo del coste de la vida.

Georgia, una joven que vive en Atenas, me dijo: “En los tres últimos años me han recortado un 45 por ciento del sueldo.

Ya no puedo hacer lo que solía hacer antes.

Por primera vez en mis 38 años de vida me encuentro con que no puedo pagar las facturas.

Mi madre tiene una pensión de 320 euros al mes – con eso no le da para vivir, y yo no puedo ayudarla.”

Me he sentado a hablar con muchos trabajadores y he escuchado sus testimonios.

El desempleo, la inseguridad económica y la desigualdad de ingresos han alcanzado niveles intolerables.

Cada vez son mayores las amenazas que se ciernen sobre la estabilidad política y la cohesión social.

Los que todavía tienen un empleo se enfrentan a unos ataques sin precedentes contra sus salarios, sus condiciones de trabajo y sus derechos.

Los sistemas de negociación colectiva están siendo desmantelados y se socavan los aspectos fundamentales inscritos en los códigos laborales.

Después de cinco años de crisis financiera, el capital especulativo sigue representando un riesgo para la economía real, y los beneficios se siguen anteponiendo a las personas.

Las desigualdades entre los países y en su interior van en aumento.

Según el Informe Mundial sobre Salarios de la OIT, la caída en la participación de los salarios en EE.UU. habría sido mayor de no ser por la creciente retribución del 1% superior de los trabajadores remunerados.

Los ingresos de estas personas provienen principalmente de dividendos y otras transacciones financieras que en realidad deberían considerarse como beneficios.

Las personas que trabajan, que ganan un salario decente y que ocupan un empleo estable constituyen los cimientos del crecimiento y un modelo en el que deberíamos inspirarnos para salir de la crisis financiera mundial.

A pesar del fracaso de las actuales políticas económicas dominantes, diversas instituciones multilaterales, como la Comisión Europea, el BCE y el FMI, así como la troika en Grecia, están imponiendo una condicionalidad brutal que no sólo apunta a los ingresos sino también a los derechos y a la seguridad de los trabajadores y trabajadoras.

Esto es perjudicial y arriesgado para los ciudadanos y las comunidades.

La OIT, armada con su Informe Mundial sobre Salarios, está ahora en condiciones de afrontar estas políticas.