Turquía libera a las tres últimas prisioneras del grupo de las ’15 de la KESK’

 

Jueves, 13 de diciembre.

Los tres jueces y el fiscal están sentados en fila bajo un busto de Mustafa Kemal Atatürk, el autoritario ‘padre’ del Estado turco.

[caption id="attachment_5381" align="alignnone" width="530"] Las tres últimas sindicalistas de la KESK salieron en libertad bajo fianza el 13 de diciembre de la cárcel de Sincan en Ankara, tras casi 10 meses dentro. En la fotografía, Canan Çalağan abraza a Güler Elveren el día de su liberación (Isabelle Merminod) 

[/caption]

Un soldado vigila la puerta de la sala con el dedo apoyado ligeramente en el gatillo.

Otros tres soldados rodean a las acusadas.

A cinco metros de distancia, las 15 mujeres tras las mamparas de cristal están siendo juzgadas por defender los derechos de la mujer.

Todas son miembros de la KESK, la confederación independiente de sindicatos del sector público de Turquía.

Todas son miembros ordinarios y dirigentes del área de asuntos de la mujer en secciones locales o sindicatos nacionales que cuestionan los intentos gubernamentales de socavar los derechos de la mujer. Además son kurdas.

Los kurdos, que constituyen alrededor del 20% de la población turca, llevan muchos años luchando por una enseñanza en su idioma y una autonomía en la zona kurda de Turquía.

Un grupo armado, el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), se ha enfrentado militarmente al Gobierno turco en la región.

En el 2009, las expectativas de un acuerdo negociado se desvanecieron y, desde entonces, la represión contra los kurdos turcos ha aumentado espectacularmente.

Libertad

La tribuna del público está abarrotada de familiares, simpatizantes y delegaciones internacionales de todo el espectro del movimiento sindical europeo.

Estas mujeres están acusadas de terrorismo.

En Turquía, si alguien tiene opiniones que comparte con cualquier organización considerada ‘terrorista’, automáticamente pasa a ser un ‘terrorista’.

Una confesión obtenida con métodos de presión, un nombre en un ordenador, unas palabras en un discurso, participar en una manifestación, apoyar la autonomía kurda o la enseñanza en el idioma kurdo o incluso llevar un pañuelo tradicional kurdo: cualquiera de estos elementos es suficiente para obtener una condena de entre cinco y diez años de prisión.

Las mujeres refutan con valor las pruebas del fiscal.

Las ‘pruebas’ se limitan a su trabajo legal en el sindicato: su asistencia a reuniones, las fotografías de una iniciativa de paz relacionada con el movimiento kurdo y su trabajo como encargadas de los asuntos de la mujer en los sindicatos.

Tras dos horas, el tribunal suspende la sesión.

De repente se desata el caos: algunos gritan, otros se abrazan.

El tribunal ha concedido la libertad bajo fianza a las tres mujeres que siguen en prisión.

Esa misma noche, con el termómetro a bajo cero, las tres mujeres son liberadas y se sumergen en un momento en una oleada de besos y abrazos de cientos de simpatizantes.

Victimización

Al día siguiente hablamos con Canan Çalağan, la Secretaria nacional de los Asuntos de la Mujer de la KESK.

Es una de las abogadas de las 15 mujeres en este juicio.

Fue detenida con ellas en febrero.

Su marido fue detenido el 25 de junio en una segunda oleada de detenciones de sindicalistas.

Aunque él sigue en la cárcel, ella salió bajo fianza el 4 de octubre.

Sabiendo que se la podían llevar en cualquier momento, la señora Çalağan se vio obligada a tener una dura charla con su hijo: “Tuve que decirle que podían detenerme, pero que volvería a casa”.

Asimismo, afirmó que el Gobierno turco ha perseguido a las mujeres de la KESK porque su existencia constituye un desafío directo a los prejuicios profundamente arraigados de éste.

“El Gobierno solo reconoce a las mujeres en su rol en el seno de la familia”, denunció.

Además, denunció al partido gobernante en Turquía, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), como neoliberal y opuesto a la naturaleza multicultural de Turquía.

“[Quieren] un Estado unitario, un solo líder, una religión, una nación y un idioma”.

Después, se rió y añadió: “También quieren un solo género”.

La señora Çalağan nos explicó que si uno se posiciona contra esta política o se opone a las condiciones laborales flexibles como sindicalista, puede ser detenido o encarcelado.

Violencia de género
Las mujeres constituyen un objetivo concreto. “La mentalidad estatal es masculina. Todos sabemos que la lucha de las mujeres puede destruir las antiguas estructuras. Por eso intentan reprimir especialmente a las mujeres”.

Asimismo, hizo referencia a las consecuencias que tuvo el golpe de Estado militar de 1980 y a la violencia política posterior: “Desde hace treinta años sufrimos una situación bélica en Turquía que afecta a todas las mujeres y también reproduce la violencia masculina”.

Según explicó, la represión de las mujeres presenta dos vertientes. “Una son los numerosos asesinatos de mujeres en Turquía. Violencia doméstica”.

Según los datos, en Turquía alrededor de cinco mujeres mueren asesinadas cada día.

“También existen el acoso sexual y las violaciones. Además, ahora la violencia de género es más visible que antes. [El Gobierno reacciona] cuando actuamos con firmeza para prevenir estas situaciones o nos manifestamos en contra”.

La señora Çalağan nos aseguró que las mujeres de la KESK han intentado establecer un diálogo con el Gobierno, pero hasta ahora no lo han conseguido.

“Hay que esforzarse mucho para obtener una pequeña parcela de libertad en Turquía. Pero ya hemos luchado muchas otras veces. No es un deseo ni un sueño. Conseguiremos lo que queremos”.

Se prevé que el juicio durará muchos meses (posiblemente años), pues los jueces fijan las audiencias para uno o dos días a intervalos de varios meses.

La próxima audiencia está programada para el 18 de abril del 2013.