Davos: ya es hora de romper el círculo vicioso de la austeridad

 

Al igual que las élites empresariales y políticas se reúnen anualmente para participar en el Foro Económico Mundial de Davos, un grupo de dirigentes del movimiento laboral se reunirá con varias organizaciones no gubernamentales como Oxfam y Greenpeace para lanzar un grito de alarma en nombre del 99 por ciento de la población mundial que no forma parte de estas élites, pero cuya vida se verá influida por los debates en Davos.

El consenso alcanzado en las discusiones entre banqueros, directores generales y responsables políticos en Davos configura la agenda económica y social que muchos gobiernos siguen, so pena de enfrentar las presiones de los mercados financieros mundiales.

El mensaje central del movimiento laboral es que las políticas de austeridad y las “reformas” estructurales que se están llevando a cabo en muchos países, y que debilitan a los sindicatos y la protección de los trabajadores, no funcionan. Por tanto, es preciso un cambio de política.

Las perspectivas de empleo son más sombrías que nunca.

En todo el mundo, son casi 200 millones de personas las que no tienen trabajo y, según la OIT, el 40 por ciento de las personas afectadas tienen menos de 24 años de edad.

En 2012 casi 75 millones de jóvenes estaban sin empleo, y se estima que el desempleo juvenil va a aumentar en todo el mundo en 2013.

En los países en desarrollo la actividad informal y el subempleo son la norma, una tendencia que también va en aumento.

No puede permitirse que esta situación se presente sin control alguno.

Es preciso romper el círculo vicioso del aumento del desempleo y de la disminución de la confianza.

Los sindicatos exigen que los gobiernos y las instituciones internacionales adopten en Davos un plan a favor del empleo.

Este plan deberá ser seguido por las instituciones internacionales que, como el G20, han caído en la inacción.

Es preciso impulsarlas para que actúen. Sin embargo, gran parte del discurso de las élites y de los responsables políticos sigue siendo complaciente al hablar de “recuperación”, lo que se utiliza como excusa para la inacción.

Algunos de los dirigentes empresariales y funcionarios públicos más sensibilizados se han hecho eco del llamamiento a la acción de los sindicatos en favor del empleo.

El Consejo del Programa Global de Empleo (GAC) del Foro Económico Mundial publicó recientemente un informe en el que insta a los gobiernos a:

  • Proporcionar recursos adecuados para programas activos del mercado laboral con una relación de costo-eficacia
  • Aplicar programas para promover la conservación del empleo y el trabajo compartido hasta que la recuperación esté asegurada, incluyendo la ampliación de los programas de aprendizaje y de formación y un pacto de empleo para la juventud
  • Aplicar recortes selectivos de impuestos para fomentar la creación de empleo y aumentar las transferencias de efectivo a los hogares de bajos ingresos
  • Garantizar que los umbrales salariales mínimos sean definidos correctamente para evitar la deflación salarial
  • Realizar inversiones específicas en infraestructura para mejorar el potencial productivo a largo plazo y apoyar la transición hacia una economía baja en carbono
  • Trasladar la fiscalidad del empleo a los “factores negativos” para el medio ambiente y conjugar esta medida con políticas encaminadas a fomentar un crecimiento medioambientalmente sostenible
  • Garantizar que haya financiación disponible para las pequeñas y medianas empresas de alto crecimiento

Estas propuestas coinciden en mucho con el programa sindical.

Al mismo tiempo, cada vez existe una mayor sensibilización a la necesidad de poner un alto al aumento en la desigualdad de los ingresos así como al cambio de orientación de los ingresos procedentes de los salarios a los que proceden de los beneficios.

La víspera de Davos, Oxfam publicó un importante informe en el que insta a actuar para reducir la desigualdad y volver al equilibrio de los salarios y los beneficios que existían en 1990.

El modelo de crecimiento que ha de establecerse una vez que se haya salido de la crisis tiene que ser muy diferente al modelo que precipitó el reciente colapso económico de 2008.

Debe ser equitativo e integrador, al tiempo que aplica las medidas necesarias para detener el cambio climático perjudicial.

Sharan Burrow, como una de las dirigentes de la delegación de los trabajadores y las trabajadoras en Davos, afirmó que en un planeta muerto no hay puestos de trabajo.

Una vez terminado el GAC del Empleo, nuestro objetivo es claro: romper el círculo vicioso del aumento del desempleo y la disminución de la confianza.

 

Tenemos que asumir seriamente nuestras responsabilidades y comprometernos con un plan de acción global para el empleo.

Si un mayor número de los participantes en Davos prestaran atención a esta demanda, podría darse un cambio positivo.