¿Qué cambios aportará la reforma educativa en Lituania?

 

Aunque cifras recientes pudieran indicar que el desempleo está reduciéndose en Lituania, sigue habiendo demasiadas personas sin trabajo, especialmente entre la juventud del país.

Nuevos datos del Departamento de Estadística Lituano publicados la semana pasada revelan que la tasa de desempleo oficial en el país ha descendido pasando del 15,3 por ciento en 2011 al 13,2 por ciento en 2012.

No obstante, este porcentaje sigue siendo superior a la media de la UE y se piensa que las cifras reales son mucho más elevadas, ya que muchas personas prefieren realizar trabajos temporales en el extranjero en lugar de registrarse en tanto que desempleados en su país.

El nuevo gobierno de centro-izquierda, liderado por el Primer Ministro Algirdas Butkevicius, que asumió el poder en diciembre de 2012, parece decidido a reformar tanto la educación como el empleo, a fin de hacer frente a la inseguridad laboral entre los jóvenes.

Sin embargo, sectores críticos consideran que la reforma del salario mínimo propuesta podría crear aún más desempleo, ya que algunas empresas afectadas por la crisis tendrían menos probabilidades de contratar mano de obra extra.

También afirman que las propuestas de reforma educativa equivalen prácticamente a una “economía planificada”.

 

Propuestas

En Lituania, la mayoría de las universidades son públicas y la educación gratuita es un derecho constitucional para todos los estudiantes con “capacidades”.

Hasta 2008, los alumnos con mejores notas en cada programa de estudios recibían becas completas, mientras que otros podían obtener un subsidio parcial para la matrícula.

Pero en 2008 el gobierno liberal, en coalición con los conservadores, emprendió una reforma que crearía una brecha entre los estudiantes con becas completas y los que tenían que sufragar totalmente sus gastos.

Las subvenciones por alumno no se asignarían en base a cada programa de estudios, sino en relación con ciertas áreas específicas (por ej. ciencias naturales) y los subsidios parciales se eliminaron.

La idea era que las becas se adjudicasen a los alumnos al finalizar la secundaria con las notas más altas y que las universidades compitieran para atraerlos. Pero en realidad, ciertas especializaciones prestigiosas registraron incrementos considerables, mientras que otras carreras, incluyendo las ciencias aplicadas, no interesaban a suficientes estudiantes.

Además, en un clima de creciente inseguridad laboral, los liberales también recortaron las prestaciones por desempleo.

Desde diciembre de 2012, el gobierno está liderado por los social-demócratas y su asociado en la coalición – el Partido Laboralista centrista-populista – es el responsable de la educación.

Los nuevos líderes quieren introducir una financiación estatal especial en áreas estratégicamente importantes.

Por ejemplo, según Rimantas Vaitkus de la Universidad de Vilnius – recientemente nombrado Viceministro de Educación y Ciencia – la economía lituana carece de trabajadores sociales y especializados en textil, pero los salarios en esos sectores son demasiado bajos como para que dichas carreras resulten atractivas, siendo algo que escapa al control de la política educativa.

La nueva Ministra de Trabajo y Seguridad Social, Algimanta Pabedinskiene, también ha sugerido que se introduzcan nuevos sistemas de empleo en prácticas y orientación para los estudiantes, y que se fomente el diálogo con los empleadores.

 

Inquietudes

Muchos observadores tienen sus reservas.

El impacto de las cualificaciones y las oportunidades de empleo para los graduados en Lituania no se limita a un solo país. Aunque Lituania tiene cerca de tres millones de habitantes, también cuenta con un importante y creciente número de trabajadores emigrantes establecidos en el Reino Unido, Irlanda, Suecia y otros países europeos.

“Ha quedado demostrado que las leyes del libre mercado no pueden aplicarse a la educación superior. Ha ocurrido ya que algunas especializaciones populares y más baratas como derecho, economía o gestión de empresas atraigan más estudiantes que los puestos de trabajo disponibles para ellos”, indica Arturas Stimbirys, presidente de la Federación de Sindicatos Lituanos de Educación y Ciencia.

Mindaugas Jurgelis, analista en el banco DNB, afirma que el hecho de que muchos estudiantes eviten las profesiones industriales es la razón de las elevadas tasas de desempleo juvenil, que con el 34,3 por ciento, es bastante superior a la media de la UE del 22,1 por ciento. Estadísticamente, uno de cada cinco jóvenes desempleados en Lituania tiene estudios superiores.

Otra cuestión preocupante para el nuevo gobierno de coalición es poner fin a la fuga de cerebros en Lituania, aunque el empleo de los titulados universitarios no es la única inquietud. Los sindicatos de la educación esperan que se adopten políticas con una auténtica orientación socio-demócrata.

 

Diálogo fragmentado

La comunidad académica lituana confía en que las reformas también impulsen cambios en el estilo de la toma de decisiones.

El profesor Zilvinas Martinaitis afirma que el concepto de ‘diálogo social’ en Lituania muchas veces equivale en realidad a un monólogo donde los interlocutores sociales son informados sobre decisiones ya adoptadas.

El Sindicato Lituano de la Educación se ha quejado de que el anterior ministro de educación muchas veces “rompió sus promesas, imponiendo decisiones no consensuadas”.

Con frecuencia se han expresado críticas e insatisfacción, pero ahora ha llegado el momento de negociar y realizar propuestas conjuntas, afirma Marija Ausrinė Pavilioniene, miembro del Partido Social Demócrata y del Comité Parlamentario sobre Educación, Ciencia y Cultura.

“Hay muchos sindicatos en el sector de la educación, el movimiento sindical está muy fragmentado pero el sector de la educación es sólo uno. Realmente lograrían mucho más si trabajasen juntos, aunque en mi opinión se trata muchas veces de una cuestión de ambición personal entre los dirigentes sindicales”, comentó Pavilioniene a Equal Times.

Conforme los nuevos líderes van habituándose a su trabajo, parecen mostrar cierta apertura al diálogo con la comunidad académica, aunque años de inseguridad y de competición ha dejado esta comunidad más fragmentada que nunca.