Los aliados de los enemigos: EE.UU y el Tratado sobre el Comercio de Armas

 

Los medios de comunicacion conservadores estaban exaltados.

El “nuevo” Eje del Mal (Corea del Norte, Siria e Irán) había logrado impedir que las Naciones Unidas reglamentara el comercio internacional de armas convencionales.

Fox News, la cadena noticiosa estadounidense, se apresuró a responsabilizar a los “dictadores” del fracaso de las negociaciones, indicando que Pyongyang y el resto de la pandilla estaban a la cabeza de un grupo mayoritario de países en desarrollo (incluidos Rusia y China), aunque el instrumento jurídico propuesto era, a su juicio, todavía objetable, pues era apoyado por el Gobierno del Presidente Obama.

Sí. Oyeron bien.

Pocos acuerdos de este tipo han suscitado tanta pasión como el de la Conferencia final de las Naciones Unidas sobre el Tratado sobre el comercio de armas (TCA).

En la prensa anglófona se encuentra todo tipo de teorías de conspiración acerca de los objetivos de la conferencia, algunas de las cuales son tan descabelladas que hacen aparecer el informe de Fox News como enteramente racional.

En Estados Unidos, la blogósfera teme que el hecho de que los EE.UU hayan accedido al tratado dará lugar a la imposición de nuevas restricciones sobre la posesión de armas de fuego como respuesta a la masacre de Sandy Hook, en la que 28 personas fueron asesinadas.

A decir verdad, no hay mucho que temer. Primeramente, el tratado no incide en el reglamento sobre la posesión de armas ni especifica qué tipo de armas convencionales pueden venderse o exportarse.

Esta es una cuestión que preocupa mucho a los estadounidenses, que tienen el derecho, garantizado por la Constitución, de poseer armas de fuego.

Este derecho, por lo demás, sigue siendo objeto de mucho debate, puesto que, según lo que sostienen muchos de sus críticos, permite que las armas sean utilizadas por bandas criminales y personas dementes como las que protagonizaron matanzas como la de Sandy Hook.

Otra preocupación de los estadounidenses es que, cuando se empiezan a establecer limitaciones, existe el riego de que se impongan más.

En realidad, el tratado propuesto tiene por objeto evitar que las armas se transfieran al lugar en el que se van a utilizar.

Especialmente en regiones inestables del mundo, donde podrían caer en manos de terroristas, delincuentes, gobiernos a los que se reprocha la violación del derecho internacional o actores considerados como una amenaza para la estabilidad mundial.

De ahí los temores acerca de Irán, Corea del Norte y Siria.

Esos actores, inmersos en diferentes conflictos tanto a nivel nacional como internacional, tienen todas las razones de mundo para querer impedir la entrada en vigor de un tratado como éste.

Irán compra una cantidad significativa de armas de China y Rusia, en particular aviones de combate, tanques, misiles antiaéreos y armas ligeras.

Por su parte, se piensa que Teherán posee licencias para producir algunos de estos materiales en su país para luego distribuirlos a aliados como Siria, el Hezbollah de Líbano, los rebeldes chiíes de Irak y Yemen, así como el Hamas en Gaza.

Se estima por otra parte que Corea del Norte, que es un fabricante de armas más autónomo que Irán, intercambia tecnologías de misiles con Teherán y Pakistán, con el que supuestamente colaboró en el desarrollo de misiles y armas nucleares.

Seguramente hay más datos sobre esta cuestión.

Sin embargo, si nos centramos en las ambiciones del TCA, no es difícil entender por qué esos países lo bloquearon.

Al encontrarse en diversas fases y frentes de conflictos (con los EE.UU. y sus aliados) todos tienen mucho que perder en cuanto a acceso a los más importantes mercados de armas, y a sus proveedores.

Son evidentes las razones por las que los conservadores estadounidenses lamentarían que eso sucediera.

Ante el riesgo de perder el derecho a la posesión de armas militares, toman el partido de los enemigos de su país contra la reglamentación de las armas, que también podrían utilizarse contra su propio país.

El martes por la tarde, la Asamblea General de la ONU votó sobre un proyecto revisado del TCA. A pesar de que Irán, Siria y Corea del Norte emitieron un voto contrario a esa nueva versión, el tratado fue aprobado por abrumadora mayoría, con 154 votos a favor, 23 abstenciones (incluidos China y Rusia) y tres votos en contra.

Según Reuters, el TCA estará listo para ser firmado a principios de junio, y entrará en vigor en los noventa días siguientes a la fecha de la 50ª ratificación.

Analizando los comentarios de sus críticos estadounidenses, como la National Rifle Association, Gavin Aronsen, que dirige el sitio web de izquierda político Mother Jones, dudaba que la oposición de los Estados Unidos tuviera algo que ver con la defensa del derecho constitucional de los norteamericanos a poseer armas.

“...la verdadera razón por la que el lobby de las armas se opone al tratado es probablemente económica. Los EE.UU. son el primer exportador mundial de armas y los distribuidores de armas no están muy dispuestos a acatar la obligación de informar sobre las exportaciones de armas que podrían acabar en las manos de señores de la guerra o terroristas en el extranjero”.