Los jefes de las fábricas de Bangladesh que se derrumbaron habían ignorado las grietas del edificio

 

El miércoles por la mañana, al menos 100 trabajadores murieron y más de 600 personas resultaron heridas cuando un edificio comercial de ocho plantas se derrumbó en Bangladesh.

Cientos de personas siguen atrapadas entre los escombros del complejo de edificios Rana Plaza en el suburbio de Savar, situado a unos 30 kilómetros de Dacca, la capital de Bangladesh.

Según la agencia de noticias Reuters, el complejo de edificios albergaba cinco fábricas de ropa que empleaban a más de 5.000 trabajadores y trabajadoras.

Entre ellas se encontraba la fábrica de New Wave, que suministra ropa a grandes marcas de todo el mundo como Mango, Primark y la cadena canadiense de supermercados Loblaws.

Ether Tex Ltd, que fabrica ropa para empresas como Walmart y C&A, también tenía su sede en el complejo de edificios, al igual que Phantom TAC, una sociedad conjunta entre una fábrica de tejidos y una empresa textil española que presumía en su página web de su “excepcional Etiqueta de Transparencia Social” que garantizaba unos “elevados estándares de las condiciones laborales en la fábrica”.

En el edificio también había un banco y varias tiendas.

Cuando se derrumbó, se calcula que había unas 2.000 personas en las plantas superiores del edificio.

A los equipos de rescate se han unido las familias y amigos de los que siguen atrapados entre los escombros.

Todos intentan sacar a la gente atrapada con un equipo insuficiente y pocas prendas de protección.

El ministro de Interior de Bangladesh, M.K. Alamgir, explicó a los periodistas del Daily Star que el edificio probablemente se había derrumbado debido a “una construcción defectuosa”.

El martes ya habían aparecido grietas en el edificio, pero no se las tomaron en serio.

Los dueños de las fábricas ignoraron un aviso que les recomendaba no dejar entrar a los trabajadores en el edificio cuando aparecieron las grietas por primera vez.

 

Un oscuro historial

Bangladesh es el segundo mayor exportador de ropa del mundo, por detrás de China.

Esta industria representa hasta el 80% de las exportaciones de productos manufacturados del país.

Sin embargo, en el sector prevalecen los salarios bajos y las malas condiciones laborales. Además, existen pocos sindicatos.

Por tanto, el derrumbamiento del Rana Plaza constituye solo la última tragedia de la serie de accidentes laborales que en los últimos años se han cobrado cientos de vidas.

En noviembre de 2012, más de 110 personas murieron en el incendio de la fábrica de Tazreen Fashions, que suministraba productos a multinacionales como Walmart y Sears.

En un escalofriante acto de negligencia, los jefes ordenaron a los trabajadores que siguieran trabajando a pesar de la alarma contra incendios.

Cuando quedó claro que el incendio era real, los directivos huyeron dejando a los trabajadores atrapados en el interior.

El incendio en Tazreen sacó a la luz las horribles condiciones laborales a las que tienen que enfrentarse los trabajadores del sector textil en Bangladesh, los cuales ganan un salario mínimo de unos 40 US$ al mes.

La seguridad en los edificios también constituye un grave problema en este país, pues no cumplen con los estándares y se construyen rápidamente, con poco dinero y a menudo sin licencia.

En 2005, 64 trabajadores de la fábrica de Spectrum Garments (también situada en Savar) murieron al derrumbarse el edificio.

Además, hay que tener en cuenta el asunto de la Responsabilidad Social Empresarial.

“El derrumbamiento del edificio Rana Plaza vuelve a poner de relieve la total falta de inspecciones competentes por parte del Gobierno, las cuales podrían haber detectado las deficiencias estructurales del edificio”, afirma Jeff Vogt, el asesor jurídico de la Confederación Sindical Internacional.

“El hecho de que las empresas de confección supuestamente pusieran a sus trabajadores en peligro con pleno conocimiento del estado ruinoso del edificio es un escándalo”.

Todavía no está claro qué tipo de auditoría social tenían establecido para estas fábricas. Sin embargo, como señaló el nuevo informe de la AFL-CIO, aunque dichos sistemas estén en marcha, las vidas de los trabajadores/as siguen corriendo peligro de muerte.