Albania en una encrucijada del camino hacia la UE

Opinions

 

“La UE considera de importancia crucial que las elecciones parlamentarias de 2013 estén en línea con los estándares internacionales y europeos”, afirmó recientemente la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton.

Efectivamente, las elecciones en Albania el 23 de junio resultan críticas para sus probabilidades de integrarse a la Unión Europea en breve.

 

Efectivamente, las elecciones en Albania el 23 de junio resultan críticas para sus probabilidades de integrarse a la Unión Europea en breve.

Varios responsables de la UE han dicho lo mismo, incluyendo el portavoz del Comisario Europeo de Ampliación y Política Europea de Vecindad, Štefan Füle, quien afirmó que la Comisión Europea considera que el hecho de que las próximas elecciones tengan lugar respetando plenamente las normas internacionales y europeas será de vital importancia.

Se señaló igualmente que las elecciones pondrán a prueba las instituciones democráticas de Albania y sus progresos en el camino a su adhesión a la UE.

Por el momento, Albania no está dando muy buena imagen.

Aunque las tasas de educación y el crecimiento económico han sido relativamente positivas en los últimos años, Albania sigue siendo uno de los países más pobres de Europa; tiene problemas considerables de recortes energéticos e infraestructura, y un 13 por ciento de desempleo.

Muchos albaneses piensan que la adhesión a la UE solucionaría muchos de los problemas sociales y económicos que atraviesa el país.

Según un estudio con un grupo focal realizado por el National Democratic Institute, “en opinión de los encuestados, la UE representa la principal aspiración del país y su esperanza personal para un futuro mejor.

Los participantes consideran la UE como un mecanismo para mitigar todos los problemas existentes en el país, a través de su papel de estricto control y supervisión”.

No obstante, la campaña electoral y los preparativos de la misma han estado marcados por el mismo tipo de manipulación política y polarización que marcase prácticamente todas las elecciones en Albania desde la década de los 90, cuando el país abandonó el comunismo.

De hecho, tan solo una elección en los últimos 20 años ha sido aceptada por todos los partidos como legítima, y en ciertos casos los resultados han dado lugar a boicots parlamentarios.

Nunca se ha considerado que las elecciones en este país estuvieran conformes con las obligaciones internacionales y buenas prácticas.

Durante las últimas elecciones en 2011 el partidismo fue tan extremo, que desembocó en actos de violencia. Este año, al menos en términos de politización y la consiguiente corrupción del proceso, no parece ser muy diferente.

El principal punto de controversia gira en torno a la Comisión Electoral Central (CEC), organismo de gestión electoral en Albania.

Las obligaciones internacionales y regionales exigen que una institución independiente e imparcial se encargue de supervisar todo el proceso electoral, lo que no es el caso en Albania hoy en día.

 

Comisión Electoral

En base a la actual ley electoral, la CEC debería estar compuesta por siete miembros, dos miembros propuestos por el partido que tenga la mayoría en el Parlamento, dos del principal partido en la oposición, y los demás partidos mayoritarios y minoritarios en el parlamento propondrán un miembro cada uno.

El Presidente es elegido por el Parlamento siguiendo un proceso de candidaturas abiertas.

El código requiere una mayoría cualificada de cinco votos para adoptar cualquier decisión importante en el transcurso del proceso electoral, incluyendo las impugnaciones tras las elecciones.

A mediados de abril, el Parlamento decidió revocar a un miembro de la CEC que había sido propuesto por el Movimiento Socialista para la Integración (LSI).

Originalmente miembro de la coalición de partidos que ocupa el poder, el LSI abandonó el Gobierno para sumarse a la oposición.

Como resultado de ello, el Parlamento retiró al representante de LSI de la CEC, algo que no está contemplado ni justificado por la ley, reemplazándolo por un miembro alineado con el partido gobernante.

Otros dos miembros de la CEC propuestos por el Partido Socialista en la oposición dimitieron en señal de protesta, y un tercer miembro, de la Unión por los Derechos Humanos, partido de la minoría griega, también abandonó su cargo en protesta.

La CEC queda ahora por tanto con cuatro únicos miembros, por lo que no puede alcanzar el quorum para tomar cualquier decisión crucial.

Incluso antes de esta crisis, la Comisión muchas veces quedaba inmovilizada a causa de los partidismos, siendo incapaz de lograr acuerdos sobre las condiciones básicas para las elecciones incluyendo el número de mandatos conferidos a cada una de las jurisdicciones electorales.

Esta situación se ha exacerbado por la corrosiva retórica partidista desplegada durante la campaña, que ha minado la confianza de la opinión pública, provocando severos comentarios de la UE, y amonestaciones aún más directas de la Embajada de los EE.UU.

Los EE.UU. se han mostrado particularmente contundentes a lo largo del proceso, culminando con una controvertida entrevista con el Embajador estadounidense en Albania, Alexander Arvizu, en el programa “Opinion.”

El Embajador Arvizu había manifestado con anterioridad que las acciones en relación con la CEC podrían situar a Albania en una trayectoria de colisión con los EE.UU. La clase política albanesa no se ha tomado muy bien este tipo de comentario.

Pero la CEC no es el único problema. Según observadores ciudadanos en Albania, la administración ha echado a perder el proceso de registro de votantes, las campañas se iniciaron descaradamente mucho antes de la fecha oficial impuesta del 23 de mayo, los candidatos han hecho un uso abusivo de los recursos estatales en sus campañas, y las cuotas de género legalmente requeridas en las listas de candidatos no han sido respetadas.

La situación es particularmente desafortunada teniendo en cuenta que Albania parecía haber empezado a cumplir las demandas de la UE en el último año, en gran parte por medio de la adopción de una nueva ley de reforma electoral, elaborada con considerable asistencia de la comunidad internacional.

Esta nueva ley revisó la manera en que se seleccionaba la presidencia de la CEC, introdujo nuevas tecnologías, revisó el proceso de cumplimiento en las listas de votantes, reforzó la independencia del Colegio Electoral e incrementó las sanciones para las violaciones relacionadas con las elecciones.

Apenas un par de semanas antes de las elecciones, nadie ni dentro ni fuera de Albania está seguro de cómo se terminará todo esto, especialmente con el punto muerto al que se ha llegado en el Parlamento y entre los partidos respecto a la reconstitución de la CEC para que su composición esté completa.

En cierto momento, el representante de la Oficina para Asuntos de Europa del Sur y Central del Departamento de Estado de los EE.UU. legó a especular con que las elecciones podrían posponerse.

Otros han esbozado escenarios catastróficos en que tendrían lugar las elecciones, con resultados muy apretados, siendo contestados y que no se alcance quorum en la CEC para declarar el ganador. La OSCE está claramente preocupada y contempla ampliar aún más su contingente ya bastante numeroso de observadores en las elecciones.

Evidentemente, Albania debe reconsiderar seriamente su proceso para el nombramiento de la comisión electoral, que conduce inevitablemente a partidismos.

Necesita además realizar una seria introspección del proceso político en general y del estado político polarizado y no plenamente funcional presente de momento.

En un marco más amplio, si Albania quiere conseguir su objetivo de entrar a ser miembro de la UE, apenas dispone de unos días para demostrar al mundo que está seriamente comprometida con los principios democráticos, de lo contrario se arriesga a que el proceso se demore aún más.