¿A qué retos se enfrentan las instituciones laborales?

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Varios días después de la Conferencia Internacional del Trabajo, todavía sigo dándole vueltas a las difíciles preguntas planteadas por el Director General de la OIT, Guy Ryder, en su informe "Ante el centenario de la OIT".

Preguntas como la disminución de la participación en las organizaciones representativas de los trabajadores, lo cual puede atribuirse al cambio cultural hacia el individualismo que surgió en la década de 1980, al miedo de los trabajadores a perder su empleo debido a unas condiciones de trabajo precarias, y al ataque al tradicional “enfoque basado en los derechos” con la descripción actual de los derechos como privilegios.

Y aún así, si bien el movimiento sindical (y las organizaciones de empleadores) son responsables de replantearse su capacidad para agrupar, los órganos representativos tienen que permanecer vivos y necesitan refuerzo, no debilitamiento.

Las estructuras socioeconómicas de gobernanza compartida son como las estructuras políticas y no pensaba que nadie pudiera argumentar que en definitiva un estado autocrático o una dictadura son mejores que un parlamento democrático. Bueno, quizás debería haberme leído el documento “El ajuste de la zona euro: una tarea a medio hacer”, publicado por JP Morgan Europa el 28 de mayo de 2013.

El documento explica detalladamente las diversas “trayectorias”necesarias para llegar al destino final de un continente reformado, como por ejemplo debilitar la legislación socioeconómica y reducir el poder de los Estados nacionales, sobre todo en el sur de Europa. A continuación sostiene que hay que ir más allá del problema del legado económico nacional para abordar unos “problemas políticos profundamente arraigados en la periferia”. Cito:

“Los sistemas políticos de la periferia se establecieron después de una dictadura, y están definidos por ese tipo de régimen. Sus Constituciones tienden a mostrar un fuerte sesgo socialista, reflejando la fuerza política que los partidos de izquierdas adquirieron tras la derrota del fascismo.”

“Los sistemas políticos de los países de la periferia suelen presentar varias características comunes: unos dirigentes débiles; unos Estados centrales débiles en relación con las distintas regiones; protección constitucional de los derechos de los trabajadores; sistemas que buscan el consenso y que fomentan el clientelismo político; y el derecho a protestar cuando se hacen cambios no deseados al status quo político. Las deficiencias de este legado político han quedado al descubierto por la crisis.”

Esto indica las veces que este apunte no se ha discutido en los medios de comunicación europeos dominantes.

Pero algunas voces (a las que sumo la mía) seguimos apoyando el hecho de que estas Constituciones – establecidas en su mayoría después de la Segunda Guerra Mundial – crearon un tejido democrático, impidiendo el retorno al totalitarismo.

A través de su referencia específica a la defensa de los hechos de los trabajadores, estas Constituciones también consiguieron crear un equilibrio de poder que condujo a beneficios mutuos para los Estados, el capital privado y los trabajadores, así como el desarrollo del continente – que incluye la “periferia” del sur de Europa, como diría JP Morgan en su jerga al estilo Guerra de las Galaxias.

Por otra parte, es difícil no advertir en el artículo las referencias a lo “nacional” traducidas al escenario internacional: el ataque a “la protección constitucional de los derechos laborales” se traduce en un destino sombrío para la OIT y sus normas internas de trabajo; los “sistemas que buscan consenso y que fomentan el clientelismo político” es una forma de desacreditar el tripartidismo y el diálogo social; la negación del “derecho a protestar”se convierte en un ataque a la jurisprudencia sobre el derecho de huelga.

Pero no todo está perdido.

Como concluye el documento: “El panorama a largo plazo (más allá de de los próximos 18 meses) es difícil de predecir, y no se puede excluir una reacción más pronunciada al enfoque actual para la gestión de la crisis.”

Para mí eso no es una amenaza, sino una sincera expresión de la esperanza de renovación democrática.