Malawi: la infancia robada de los empleados del hogar menores

 

Mercy se despierta a las 03.00 cada mañana para comenzar sus faenas domésticas.

A pesar de no tener más que 14 años, Mercy es la principal encargada de las tareas domésticas en el domicilio donde trabaja. Su señora se despierta tres horas más tarde para supervisar la marcha de los preparativos matutinos antes de que sus hijos se vayan a la escuela.

A su edad, Mercy también debería estar en la escuela, pero está huérfana por el SIDA procedente del distrito Neno, al sur de Malawi, tiene que trabajar en la capital comercial de Blantyre para mantener a sus dos hermanos y a su abuela de 89 años.

Mercy abandonó la escuela de primaria cuando estaba en séptimo curso (aproximadamente a los 12 años); ahora debería estar en su segundo año de secundaria. Explica a Equal Times que le gustaría tener la oportunidad de proseguir con sus estudios.

Pero ahora tiene que trabajar para sobrevivir y se encuentra atrapada en una forma moderna de esclavitud infantil.

“Mi jornada comienza con la preparación del hornillo de carbón donde tengo que hervir el agua para el aseo de la familia, y después tengo que limpiar toda la casa”, afirma.

“Las cosas se complican cuando no hay agua corriente. Esos días me tengo que levantar más temprano todavía”, dice refiriéndose a los cortes de agua que con tanta frecuencia se producen en Malawi.

El trabajo infantil sigue siendo uno de los principales problemas relacionados con los derechos humanos a los que se enfrenta este país sudafricano, habitualmente referido como uno de los países más pobres del mundo.

De sus 15,8 millones de habitantes, cerca del 46% tienen menos de 15 años, muchos de los cuales son huérfanos o niños vulnerables procedentes de familias muy pobres que se ven obligados a buscar trabajo.

Aunque la edad mínima para trabajar es de 14 años, existe una legislación laboral vigente para proteger a los niños de la explotación, cuya definición incluye trabajar en entornos que afecten su desarrollo socio-psicológico.

Sin embargo, la OIT estima que aproximadamente 1,5 millones de niños malauíes trabajan, y que dos terceras partes de ellos tienen una edad inferior a la edad mínima para trabajar.

Los hechos observados indican que el 70% de los empleados del hogar en Blantyre y en la capital de Lilongwe son niñas y niños.

Patrick, un empleado del hogar de 15 años que trabaja en Lilongwe, explicó a Equal Times que la mayoría de los niños empleados del hogar reciben entre 3.500 y 7.000 kwachas malauíes (aproximadamente entre 8 y 16 USD) al mes.

En cualquier caso, la cifra está muy por debajo del salario mínimo de 400 kwachas (1 USD) diarios establecido por el Gobierno.

 

Retrasos en la ley

Un comunicado de resoluciones aprobadas después de la Conferencia Nacional de la Sociedad Civil de 2008 sobre trabajo infantil, organizada por Plan Malawi, señala que, a pesar de ser signatario de varios tratados internacionales que protegen los derechos del niño, en Malawi se sigue registrando una elevada tasa de menores que trabajan.

Malawi, por ejemplo, ha ratificado el Convenio 138 de la OIT relativo a la edad mínima de admisión al empleo y el Convenio 182 de la OIT sobre las peores formas de trabajo infantil.

No obstante, todavía no ha ratificado el Convenio 189 de la OIT sobre trabajo decente para los trabajadores y trabajadoras domésticas, lo cual tendría importantes repercusiones en un país donde tantas mujeres y niños trabajan en dicho sector.

El comunicado de la conferencia observaba asimismo que los retrasos en la aprobación de la Ley del Registro Nacional, el Proyecto de ley sobre cuidado infantil, el Proyecto de ley sobre justicia y las enmiendas a la Ley de empleo y relaciones laborales de 2000, son los principales obstáculos legales que bloquean los esfuerzos para controlar el trabajo infantil.

Mientras tanto, las sanciones que se imponen a los que infringen la ley son tan insignificantes que no resultan disuasorias.

Las entrevistas realizadas a los niños trabajadores del hogar también revelan que no se les suele proporcionar una descripción adecuada del trabajo, lo que significa que se ven obligados a hacer todo lo que el empleador les diga.

Según Charles Banda de Youth Net and Counselling (YONECO), una ONG defensora de los jóvenes con sede en la ciudad meridional de Zomba, los niños trabajadores del hogar en Malawi tienden a centrarse en tareas como limpiar la casa, cocinar, traer agua y cuidar de los niños. En el caso de los niños que trabajan para familias de clase media y bajos ingresos, las tareas incluyen además la venta de artículos de consumo de fabricación casera.

 

Del trabajo del hogar a la prostitución

Decidimos hacer una visita al municipio de Chigwiri para ver con nuestros propios ojos lo que está sucediendo allí.

Nos encontramos con niñas y niños trabajadores enviados para vender comida casera en garitos donde se ven expuestos al riesgo del acoso, el abuso y la explotación sexual a manos de hombres ebrios.

Chikondi, de 15 años, vende porciones de pollo en una de las tascas más populares de Chigwiri. Dice que, en ocasiones, las empleadas del hogar jóvenes acaban trabajando como prostitutas.

“Algunas de mis amigas han terminado en la prostitución debido al sueldo de miseria y a los entornos laborales inhumanos que nos encontramos en algunas familias abusivas”, dice.

El Ministro de Información y Educación Cívica de Malawi, Moses Kunkuyu, dice que el Gobierno ha presentado varias recomendaciones especiales para proteger a los niños y niñas pobres que se ven obligados a mantenerse por medio del trabajo doméstico.

“Si bien somos conscientes de que algunos de estos niños se ponen a trabajar debido a circunstancias que están fuera de su control, el Gobierno recomienda que las personas que deseen emplear a niños o niñas se comprometan a enviarlos a la escuela, porque la educación es un derecho de todos los niños y las niñas”, dijo a Equal Times.

Y se está haciendo un buen trabajo sobre el terreno. En 2009 la OIT – financiada por el Ministerio de Trabajo de EE.UU. – lanzó SNAP (Support for the National Action Plan) para luchar contra el trabajo infantil en Malawi.

El programa adopta un enfoque multifacético, combinando un sistema de supervisión del trabajo infantil basado en la comunidad, inversiones en infraestructura y una acción comunitaria coordinada para identificar a los niños trabajadores y brindarles la oportunidad de acceder a una educación, a una formación y, en última instancia, a un empleo.

De momento, gracias al programa, se han podido rescatar a 5.511 niños y niñas del trabajo infantil y se ha conseguido que 319 jóvenes sigan una formación profesional. Pero se tiene que hacer mucho más para solucionar el problema del trabajo infantil en Malawi.