Más protección para las mujeres refugiadas en Europa, piden las ONG

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Nairuz, de 30 años, y su marido Waleed tuvieron que dormir todas las noches en el suelo de un almacén abarrotado de gente, con sus dos niños pequeños entre ellos por temor a que los secuestraran. Habían huido de la guerra de Siria, pero al llegar a Grecia se encontraron expuestos a toda una serie de nuevos peligros: violencia, el riesgo de sufrir abusos sexuales y la explotación.

La familia fue enviada al campo E1, actualmente cerrado, en Piraeus, a las afueras de Atenas, tras un angustioso viaje de tres meses desde Siria, utilizando una lancha hinchable desde Turquía. Con la ayuda de la ONG griega Praksis, la familia pudo solicitar enseguida asilo en Portugal, donde viven actualmente como refugiados.

“No sabíamos lo peligroso que iba a ser el viaje desde Turquía a Grecia, pero al final del viaje nos dimos cuenta de que podríamos haber muerto”, explica Nairuz a Equal Times. “Nuestra estancia en la residencia temporal (en Grecia) fue espantosa. Todo estaba sucio, abarrotado, y nuestros hijos enfermaron”.

Sin embargo Nairuz es una de las afortunadas. Este año, más de 170.000 personas han puesto en peligro su vida tratando de llegar a Europa desde Turquía, pasando por Grecia. El viaje es peligroso, y a su llegada a Europa les espera un futuro muy incierto. Los riesgos son aún mayores para las mujeres. Y sin embargo ni los gobiernos ni las organizaciones humanitarias están respondiendo a sus necesidades específicas.

En la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Refugiados y Migrantes celebrada en Nueva York el pasado mes de septiembre, la Comisión de Mujeres Refugiadas (WRC) señaló que las mujeres refugiadas en Europa se encuentran en una situación peligrosa debido al mal estado de las instalaciones en los centros de acogida.

“El hecho de tener que permanecer en determinados lugares y centros de detención es una experiencia verdaderamente traumática para las mujeres. Son sitios poco seguros donde no tienen acceso a servicios ni a la protección”, declara a Equal Times Sarah Costa, directora ejecutiva de WRC.

Además de estar abarrotados y mal iluminados, allí apenas hay nada que garantice la seguridad personal de estas mujeres y niñas vulnerables.

“El hecho de que los baños no estén separados, que los alojamientos no estén separados y que las mujeres tengan que compartir espacios con personas que no son miembros de su familia, son factores que contribuyen a aumentar la vulnerabilidad de su situación”, indica Costa, añadiendo que, en muchos casos, las mujeres embarazadas no tienen acceso a atención médica ni a suministros básicos como pañales, comida y leche infantil.

Peor aún, varias misiones de investigación llevadas a cabo por la WRC en Grecia y Turquía han revelado que las mujeres y las niñas refugiadas son además vulnerables a la explotación sexual, a los abusos sexuales y al comercio sexual.

En un informe publicado en junio, la Agencia de los Derechos Fundamentales (FRA) de la Unión Europea observó que, a pesar de que las mujeres y niños representan la mitad de los miles de personas que llegan a Grecia cada mes en búsqueda de protección internacional, no hay nadie sobre el terreno que esté documentando los casos de denuncias de violencia contra las mujeres en los centros de acogida.

“A menudo las mujeres no pueden o no quieren denunciar la violencia sufrida, sobre todo cuando acaban de llegar. Por eso es importante que los centros de acogida dispongan de medios y mecanismos adecuados para identificar a las víctimas”, explica a Equal Times Mónica Gutiérrez, experta en migración y derechos del niño en la FRA.

 

Condiciones deplorables

Algunos de los amigos de Nairuz seguían durmiendo sobre cartones en el campo E1 de Piraeus, junto con otros miles de refugiados más, hasta su cierre en julio de este año, puesto que en marzo se cerró la frontera entre Grecia y la Antigua República Yugoslava de Macedonia.

Los refugiados que se encontraban allí tuvieron que soportar unas condiciones lamentables debido a la “falta de participación gubernamental, la mala organización, la escasez de recursos, así como la falta de información, la ansiedad y los temores con respecto al nuevo acuerdo entre la Unión Europea y Turquía”, según se indica en un informe de marzo de 2016 publicado por Human Rights Watch (HRW).

“El sufrimiento en Piraeus es una consecuencia directa del fracaso de Europa a la hora de responder de manera legal y compasiva a la crisis que se está viviendo en sus costas”, señala el informe.

Si bien el objetivo establecido en el acuerdo entre la UE y Turquía que se firmó el 20 de marzo de este año era reducir el flujo de refugiados que llegan a Europa, lo que se ha logrado es que los solicitantes de asilo se encuentren en una situación aún más precaria. Ya hay más de tres millones de refugiados en Turquía. Los que son enviados de vuelta (algo que de momento sólo ha sucedido con un número limitado de personas) quizás tengan que esperar años para obtener una decisión sobre su caso, tiempo durante el cual reciben escaso apoyo, o ninguno. En consecuencia, parte de las mujeres sirias están optando por el comercio sexual como medio de supervivencia.

Los funcionarios turcos han reducido el registro de refugiados sirios, privándoles así de los servicios básicos. Los campos dejan mucho que desear, carecen de agua limpia y de instalaciones sanitarias, según Amnistía Internacional. Y Turquía ha sido acusada de enviar solicitantes de asilo de vuelta a Siria, entre ellos una mujer embarazada de nueve meses, contraviniendo el derecho internacional.

De hecho, según la WRC, el acuerdo entre la UE y Turquía está “siendo un verdadero desastre para las mujeres y niñas refugiadas. (...) Todos estos refugiados afrontan peligros, pero las mujeres y las niñas en especial han sufrido además acoso sexual, extorsión, explotación y violaciones de derechos en todas las etapas de su traumático viaje”, indica la WRC en un informe. “Entre ellas hay mujeres solteras que viajan solas, madres solteras, embarazadas, adolescentes, menores no acompañadas y mujeres discapacitadas”.

 

#WomensVoices

Diversas organizaciones defensoras de los derechos de la mujer están presionando a la UE para que modifique su planteamiento. En junio, el Lobby Europeo de Mujeres (LEM) se asoció con la WRC para lanzar #WomensVoices, una campaña de sensibilización de la opinión pública sobre la situación que afrontan en Europa las mujeres y niñas que huyen de los conflictos en su país.

El objetivo de esta campaña es influenciar a los responsables políticos mediante una serie de recomendaciones, eventos y establecimiento de redes entre los miembros por toda Europa, para que la problemática de la violencia contra las mujeres refugiadas figure en la agenda política europea.

Como parte del proyecto, el LEM ha transmitido varias recomendaciones a todos los Estados miembros. Estas directrices, compiladas en un documento titulado From Conflict to Peace? (¿Del conflicto a la paz?), incluyen la construcción de centros de tránsito garantizándose que se tenga presente la cuestión de género; el acceso a atención médica y derechos reproductivos y sexuales; un enfoque global para la prevención de la violencia y una respuesta a la misma; y el empoderamiento de las mujeres y las niñas como agentes del cambio.

El LEM ha escrito en varias ocasiones a comisarios de la UE solicitando una “respuesta clara por parte de la UE” en cuanto a la situación de los derechos de las mujeres refugiadas. Pero Pierrette Pape, directora de política y campañas del LEM, cree que el problema principal es la falta de voluntad política, y algunos Estados miembros están utilizando la falta de recursos financieros como excusa para la inacción.

“Sencillamente, no lo consideran una prioridad”, dice.

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.