Taiwán avanza hacia una democracia digital participativa

El Movimiento de los Girasoles sacudió en 2014 el país insular de Taiwán. Se trata de una coalición popular, impulsada por jóvenes, que utilizó innovadoras herramientas digitales de código abierto, para organizar una campaña que frustró un polémico acuerdo comercial con China, que el entonces partido gobernante Kuomintang pretendía aprobar apresuradamente. Los estudiantes ocuparon el Parlamento nacional durante tres semanas y lograron muchas de sus reivindicaciones.

"Fue un acontecimiento de enorme importancia para Taiwán. Despertó en la juventud el entusiasmo... y la convicción de que la política seguía siendo algo en lo que debían y podían poner todo su empeño", afirma Shelley Rigger, profesora y experta en política taiwanesa de la Universidad Davidson, Carolina del Norte.

En las elecciones presidenciales celebradas dos años más tarde resultó elegida la candidata progresista de la oposición, Tsai Ing-wen, algo que muchos atribuyen a las protestas de los Girasoles. Tsai Ing-wen se presentó con una plataforma política que incluía varias reivindicaciones de los manifestantes de los Girasoles, entre las que destaca la voluntad de promover la transparencia gubernamental.

Tsai Ing-wen creó un pionero Ministerio Digital, al frente del cual nombró a una de las protagonistas del movimiento de 2014, Audrey Tang. Desde entonces Taiwán viene avanzando a grandes pasos hacia la democracia digital, el empoderamiento de la ciudadanía y la participación cívica de los jóvenes.

"Se constata mucho más activismo juvenil, más compromiso", afirma Rigger. "El Movimiento de los Girasoles puso de moda participar en política".

Más participación ciudadana en la gobernanza

Desde la elección de Tsai en 2014, Taiwán ha puesto en marcha varias herramientas digitales para impulsar la participación ciudadana en la gobernanza del país. Entre ellas destaca la plataforma nacional VTaiwan, la aplicación de votación en la ciudad de Taipei, Ivoting, y la iniciativa JOIN, centrada en la legislación.

Uno de los primeros éxitos de las herramientas digitales se produjo gracias a la participación de la ciudadanía y de los colectivos interesados en la regulación de los servicios que ofrecen las empresas digitales de transporte a demanda, como Uber y Grab. Son muchas las ciudades en las que Uber ha entrado sin respetar la legislación vigente y a menudo ha presionado a los gobiernos para que acepten su presencia.

Los perjuicios que estas plataformas digitales infligen a los taxistas y a su propio personal se evidencian en el reciente informe del Centro de Investigación de Políticas Energéticas y Ambientales del Massachusetts Institute of Technology (MIT), que concluye que un conductor promedio de Uber y Lyft gana apenas 3,37 dólares USD (unos 2,4 euros) la hora en los Estados Unidos, una vez restados los gastos del seguro, mantenimiento, reparaciones y combustible.

En Taiwán, el proceso normativo para regular el transporte de pasajeros y taxis se abrió a través de la plataforma VTaiwan, junto con herramientas como Discourse, Pol.is y Sli.do, y la convocatoria de reuniones presenciales, para garantizar la asistencia de los taxistas, por ejemplo. En total participaron más de 4.500 personas y sus comentarios se sintetizaron en siete puntos acordados de forma global, que luego se materializaron en reglamentos.

"Cuando un reglamento se elabora de esta manera es muy difícil que los legisladores lo rechacen", afirma Tang, ministra de Digital de Taiwán. "Y no hubo reacción, ya que la gente en general está de acuerdo".

Obviamente, Uber no estuvo nada de acuerdo y decidió marcharse de Taiwán. Después regresó, pero opera a menor escala que en otros grandes mercados. Muchos lo califican de una victoria de los ciudadanos, los trabajadores y los responsables políticos frente a una empresa descaradamente explotadora.

Si bien con el caso del transporte a demanda el Gobierno taiwanés marcó un tanto, aún le queda mucho por hacer. El Informe de Gobierno Abierto de 2017, publicado en otoño pasado, valora la consecución de los objetivos del Gobierno de Tsai en materia de transparencia e inclusividad y concluye que Taiwán aún tiene un largo camino que recorrer.

Aunque las herramientas como VTaiwan colocan al país por delante de la mayoría de las democracias en cuanto a integración de las tecnologías cívicas, la participación ciudadana dista mucho de ser universal.

Uno de los principales obstáculos identificados en el informe es el desconocimiento de estas herramientas de compromiso cívico por parte de muchos taiwaneses, en concreto de quienes viven fuera de la capital, Taipei, o de los ciudadanos de la tercera edad.

"Por ejemplo... si le preguntas a alguien en la calle: ‘¿Sabe qué es VTaiwan?" Muchos responderán que no lo sabe", dice Mei-chun Lee, investigadora de la Fundación Open Culture, con sede en Taiwán, una de las autoras del informe. "Tenemos un problema. ¿Cómo podemos ampliar nuestra representación? ¿Cómo podemos lograr que el público general se involucre y se preocupe más por los problemas?".

Los investigadores descubrieron que, aparte de ejemplos puntuales como el de Uber, la participación que alcanza VTaiwan es baja y las plataformas Ivoting y JOIN encuentran obstáculos similares. El informe pide una mayor inversión en actividades de divulgación y educación en las plataformas, y más reuniones presenciales para llegar a quienes no están familiarizados con las herramientas telefónicas o basadas en internet.

Tang reconoce que muchos en el Gobierno se resisten al cambio, temen un exceso de transparencia o el uso de nuevas herramientas.

"Nuestra misión fue tomar un proceso muy costoso entonces y tratar de hacerlo a escala, es decir, que todos los ministerios pudieran introducir algunas de estas innovaciones en sus procesos de trabajo", dice Tang.

El contexto regional

El progreso de Taiwan es único en una región donde la democracia activa se encuentra en plena regresión. El Índice de Democracia de la Freedom House, publicado a principios de año, revela que la mayoría de los países de Asia y el Pacífico están perdiendo libertades.

Su vecino más grande, China, sigue considerando a Taiwán parte de su territorio [Ndlr.: al que Pekín considera una “provincia rebelde”], lo que impide a Taiwán ser miembro de Naciones Unidas y enarbolar su bandera en los Juegos Olímpicos [Ndlr.: Hasta 1971, el Gobierno de Taiwán –también República de China–, fue reconocido por NNUU y buena parte de los países occidentes como único gobierno legítimo de China. Desde entonces, el statu quo rige el presente y futuro de Taiwán]. Muchos creen que los movimientos sociales taiwaneses deben su protagonismo a la situación única del país, por ser vecinos de China y una democracia joven, que hace apenas unas décadas se deshizo de su propia dictadura.

"El dinamismo de la comunidad cívico-tecnológica de Taiwán se debe a que nuestra generación es la primera en disfrutar de libertad de prensa, libertad de expresión y libertad de reunión", dice Tang. "Y las mismas personas que las ejercen crecieron también con computadoras personales e internet".

En China, que hoy impone una represión masiva a la libertad de expresión, encontramos una yuxtaposición muy real entre la fragilidad de la democracia y las libertades que disfrutan los taiwaneses.

La victoria de Tsai frente al partido prochino Kuomintang ha endurecido la actitud de su dominante vecino. En los últimos meses China viene presionando a países y empresas extranjeras para que excluyan a Taiwán de las listas de países que figuran en sus plataformas digitales y etiquetas. La cadena internacional de hoteles Marriott fue bloqueada en internet en China durante varios días porque incluyó a Taiwán y al Tíbet como países en la lista de opciones de una encuesta que envió a sus clientes. Suecia ha pasado recientemente de considerar Taiwán como “país” a designarlo como "provincia de China", en la página web de su Agencia Tributaria.

"Taiwán es una de las democracias más fuertes por su resistencia frente a todas las amenazas que recibe", dice Rigger. "La gente es consciente en todo momento de la necesidad de mantenerse alerta".

Por ahora, los hackers y movimientos de activistas taiwaneses continuarán adelante sobre la base de sus avances democráticos, pero el futuro dependerá probablemente de lo que ocurra en Pekín, además de en Taipei.

Este artículo ha sido traducido del inglés.