Trabajadores/as hondureños ‘en pañales’ denuncian la explotación en su fábrica

 

El mes pasado, una fábrica coreana en Honduras que se dedica a la manufactura de piezas de repuesto para automóviles saltó a los titulares de todo el mundo cuando se descubrió que sus empleados/as tenían que llevar pañales mientras trabajaban porque no tenían suficientes pausas para ir al baño.

La empresa Kyungshin-Lear Electrical Distribution Systems, que exporta piezas de repuesto para automóviles a Estados Unidos, está siendo investigada por presuntas violaciones de los derechos laborales y podría enfrentarse a sanciones en virtud del Tratado de Libre Comercio para Centroamérica si se determina que infringe los derechos fundamentales de los trabajadores.

Sin embargo, una antigua empleada aclaró a Equal Times que aunque nunca “obligaron” a los trabajadores y trabajadoras a llevar pañales, las condiciones laborales eran tales que muchos no creyeron tener otra opción.

“La empresa nunca nos obligó a llevar pañales. Lo que sí hizo fue limitarnos el tiempo para ir al baño”, explicó María Consuelo Aguiriano, antigua empleada de Kyungshin-Lear en San Pedro Sula, al norte de Honduras.

“Solo nos daban permiso para ir al baño dos veces al día durante nuestro turno. Dos veces al día en nueve horas. Por eso nos vimos obligados a utilizar [pañales], en especial las mujeres durante ciertos días del mes. Para estar limpio durante todo el turno, hay que utilizarlos”.

 

Violaciones de los derechos humanos

Desde el golpe de Estado de 2009 en Honduras, las violaciones de los derechos humanos se han disparado, en especial las de los derechos laborales, como la libertad sindical y la negociación colectiva.

La situación en la fábrica de Kyungshin-Lear constituye un buen ejemplo de dichas violaciones.

Según un informe del Institute for Global Labour and Human Rights (GLHR), una organización de derechos humanos con sede en EE.UU., los trabajadores y trabajadoras en Honduras se enfrentan a unas pésimas condiciones laborales, unos salarios por debajo del nivel de subsistencia y unas condiciones de vida terribles.

Las temperaturas en el interior de la fábrica suelen superar los 35 grados centígrados, pero debido al límite en las pausas para ir al baño, los empleados se abstienen de beber agua.

Asimismo, el informe asegura que las mujeres embarazadas tienen estar de pie durante largos períodos de tiempo mientras trabajan en la cadena de producción.

La legislación hondureña ofrece escasa protección a las mujeres. Continuamente se publican informes sobre fábricas en Honduras que exigen pruebas de embarazo previas al empleo, despiden a trabajadoras embarazadas o les deniegan el permiso para dejar su puesto de trabajo en busca de asistencia médica.

Durante el último año, los inspectores del Ministerio de Trabajo hondureño han intentado visitar la maquila [fábrica de propiedad extranjera que utiliza mano de obra barata para montar productos y luego los exporta de vuelta al país de origen] en cinco ocasiones, pero siempre les denegaron el acceso a la misma.

El mes pasado, cuando los medios de comunicación locales sacaron a la luz que Kyungshin-Lear “obligaba” a sus empleados/as a llevar pañales, el ministro hondureño de trabajo, Jorge Bográn, se desplazó hasta la fábrica para investigar.

Más tarde, el Ministerio publicó un comunicado en el que negaba que la dirección impusiera dicha práctica, pero aseguró que los inspectores llevarían a cabo más investigaciones sobre las posibles violaciones de los derechos laborales en la fábrica.

 

Acciones antisindicales

En septiembre de 2011, con el apoyo de representantes sindicales de la Confederación General de Trabajadores (CGT), un grupo de trabajadores y trabajadoras de Kyungshin-Lear intentó formar un sindicato.

Sin embargo, la dirección de la empresa ignoró sus esfuerzos y obstaculizó la aplicación de las medidas administrativas necesarias para que el sindicato no se pudiera constituir oficialmente.

“El problema subyacente reside en que la empresa no quiere reconocer al sindicato que se ha constituido legalmente”, denunció José Luis Baquedano, Secretario General de la Confederación Unitaria de Trabajadores de Honduras (CUTH).

“Ya han despedido a cuatro comités ejecutivos enteros. Para nosotros, como movimiento sindical, existe una clara violación de los derechos humanos y laborales porque infringen la legislación nacional y los acuerdos de la OIT [Organización Internacional del Trabajo]”.

María Consuelo Aguiriano trabajó en la fábrica durante casi siete años antes de que la despidieran en enero de 2012 por intentar crear el sindicato.

Ella afirma que en los dos últimos años han despedido a 130 trabajadores y trabajadoras o les han obligado a dimitir en circunstancias similares.

“No quieren reconocer al sindicato por ley porque no quieren valorar nuestros derechos. Cuando trabajaba allí me sentía totalmente explotada. Han violado todos nuestros derechos: desde no permitirnos usar el baño y no darnos permiso para ir al médico, hasta no disponer de medicinas en la fábrica ni de vacaciones y cobrar salarios irrisorios. Dentro de la empresa están violando cantidad de derechos”, denunció.

 

Condiciones “de explotación”

Un portavoz de la Corporación Lear en EE.UU. afirmó que la empresa había llevado a cabo su propia investigación.

“La Corporación Lear se toma muy en serio cualquier acusación de prácticas improcedentes o ilegales. Creemos que los empleados deben ser tratados con dignidad y respeto y que tienen derecho a disfrutar de un ambiente laboral seguro y apropiado”.

Kyungshin-Lear lleva una década produciendo en Honduras y emplea a más de 3.000 personas.

Los trabajadores/as aseguran que las condiciones en el interior de la fábrica son “de explotación”, pero que siguen trabajando porque no existen muchas otras opciones laborales en San Pedro Sula.

Honduras es uno de los países más pobres y con mayor desigualdad del continente americano; más del 60% de la población hondureña vive por debajo del umbral de pobreza.

Los empleados y empleadas de la fábrica ganan un salario semanal de entre 1.100 y 1.300 HNL (entre 54 y 68 US$), dependiendo del turno.

Estas sumas están en consonancia con el salario mínimo nacional para el sector de las maquilas, pero apenas cubren el costo de la vida, cada vez más alto en Honduras.

Aunque el ministro Bográn se volvió a reunir esta semana con los directores de la fábrica, numerosos sindicatos internacionales creen que, debido a la escasa capacidad para hacer cumplir la ley en Honduras, Kyungshin-Lear solo mejorará sus condiciones laborales si el Departamento de Trabajo de EE.UU interviene e impone la observancia de los derechos laborales establecidos en el Tratado de Libre Comercio para Centroamérica.