Un desgarrón en el tejido fundamental de la nación

 

La historia de Maria Elena Durazo es el perfecto ejemplo de lo que lo que yo entiendo por potencial de los trabajadores migrantes para la organización y revigorización del movimiento sindical. A escala nacional y global.

Hija de campesinos mexicanos inmigrantes, se convertiría en líder del sindicato de trabajadores de la hostelería en Los Ángeles en los años 90, y desde entonces ha pasado a convertirse en “una de las figuras sindicales más prominentes que reclaman una revisión de las políticas del país sobre migración”, según un artículo del NYT  publicado la semana pasada.

La Sra. Durazo preside lo que se considera como “el grupo de sindicatos de mayor éxito en el país” y lo más sorprendente es que la membresía sindical está aumentando en California, mientras que disminuye a nivel nacional. No resulta sorprendente que gran parte de ese crecimiento pueda atribuirse a los inmigrantes latinos.

Sin embargo, el gobierno estadounidense está haciendo que resulte cada vez más difícil para los inmigrantes permanecer en el país de manera legal. De hecho, parecería que el gobierno “está convirtiendo a los inmigrantes en delincuentes al enjuiciar a muchos de ellos en vez de simplemente deportarlos”.

Es así como Human Rights Watch describe la situación en su informe sobre la migración en EE.UU. , publicado la semana pasada, en pleno debate sobre la controvertida reforma de la migración.

Muchos de los inmigrantes deportados “no suponen una amenaza para la seguridad pública, y son simplemente personas que intentan estar con sus familias”, observó Grace Meng, investigadora estadounidense de Human Rights Watch y autora del informe.

En un inspirado discurso pronunciado en 2010, Barack Obama dijo que la posibilidad de deportar a 11 millones de indocumentados era sencillamente irrealista, y que tal acción produciría “un desgarrón en el tejido fundamental de esta nación, porque los inmigrantes que están aquí ilegalmente hoy forman parte de ese tejido”.

No obstante, más de 400.000 inmigrantes indocumentados fueron deportados en 2012, más que en ningún otro año en la historia del país.

En Estados Unidos, como en cualquier otro país receptor, el enfoque represivo de la migración tiende a prevalecer y la policía fronteriza recuerda inevitablemente a cualquier policía militar, concebida como si se tratase de un conflicto real, y tuviese que hacer frente a un enemigo real.

Vean este vídeo de HRW con historias de migrantes deportados. Muchos fueron separados de sus familiares en EE.UU. y terminaron cumpliendo penas de varios meses o incluso años en prisiones federales.

¿No será a lo que se refería Obama al hablar de “un desgarrón en el tejido fundamental de esta nación”?