Un nuevo documental rinde homenaje a los trabajadores escoceses que desafiaron a Pinochet

Un nuevo documental rinde homenaje a los trabajadores escoceses que desafiaron a Pinochet

In 2015, John Keenan, Robert Somerville and Bob Fulton (left to right) were made Commanders of the Chilean Republic, the highest honour given to foreigners, for their heroic act of solidarity against General Pinochet.

(Still from the documentary ¡Nae Pasaran!)

“Tenemos que volver a aprender cómo ser políticamente responsables”, explica el cineasta belga-chileno Felipe Bustos Sierra.

Esta es una de las numerosas conclusiones a las que ha llegado tras más de cinco años de investigación sobre la extraordinaria acción de solidaridad internacional que llevaron a cabo los trabajadores de una fábrica escocesa y gracias a la cual consiguieron dejar en tierra a varios cazabombarderos de la Fuerza Aérea chilena durante la dictadura del general Augusto Pinochet en la década de los años setenta.

Dichos trabajadores “llevaron en silencio su historia” durante 40 años y ahora Bustos Sierra la ha sacado a la luz en su documental ¡Nae Pasaran!, que se estrenará en los cines británicos el 2 de noviembre. Según parece, también tienen planes para proyectarlo fuera de Reino Unido en 2019, incluido Chile, entre otros países.

El título del largometraje incluye la pronunciación escocesa de la palabra ‘no’ en el famoso lema de la resistencia que sigue resonando hoy en día entre los activistas sindicalistas y antifascistas. Esta historia comenzó con una acción de responsabilidad política llevada a cabo por un activista del sindicato Amalgamated Union of Engineering Workers (AUEW) en una fábrica de Rolls Royce ubicada en la localidad escocesa de East Kilbride. El inspector de motores Bob Fulton y sus colegas quedaron impresionados por las imágenes del golpe de Estado de 1973, durante el cual varios cazas Hawker Hunter del ejército chileno bombardearon el palacio presidencial en Santiago, provocando la muerte del presidente socialista Salvador Allende y la toma del poder por parte de Pinochet.

Por tanto, cuando en 1974 Chile envió los motores de los cazas a la fábrica escocesa de Rolls Royce (la única del mundo que podía repararlos) para su mantenimiento, Fulton ya sabía lo que tenía delante.

“No se puso a buscar algo para boicotear en el exterior. Solo pensó: ‘Bueno, esto está en mis manos y es mi responsabilidad’”, nos cuenta Bustos Sierra.

Fulton se negó a trabajar con los cuatro motores. Debido a esta decisión espontánea, puso en riesgo su propio puesto de trabajo e inició un boicot de cuatro años respaldado por unos 4.000 trabajadores. Dicha acción gozó de fama mundial en el ámbito de las campañas de solidaridad con Chile.

Bustos Sierra es hijo de exiliados chilenos y creció en Bruselas. De niño escuchaba historias de boicots y protestas por todo el mundo y más tarde se entusiasmó con la idea de contar la historia de los trabajadores escoceses.

La trama se puso más interesante cuatro años después del inicio del boicot (que fue respaldado por camaradas del sindicato de transporte, quienes se negaron a mover los motores incluso si se lograba repararlos): los motores desaparecieron del patio de la fábrica en mitad de la noche.

“Se enfadaron muchísimo cuando los motores desaparecieron. Los directivos de Rolls Royce les contaron que seis semanas después de la desaparición los motores ya estaban en servicio de vuelta en Chile. Sin embargo, esta explicación no les sonó muy verosímil”, nos cuenta el director, que actualmente reside en Escocia.

“Esta era su vida: conocían el metal y la oxidación de los metales. Los motores llevaban un año en la fábrica y luego estuvieron otros tres años en el exterior, expuestos al clima escocés. No tenía sentido”.

El poder de la solidaridad y de la “resistencia pasiva”

La historia del destino de los motores y del verdadero impacto que tuvieron en Chile las acciones de los trabajadores constituye la base del documental de Bustos Sierra, que recibió el apoyo de organizaciones sindicales británicas como Unite (el sindicato creado a partir del antiguo AUEW) y otras. En este proyecto, Bustos Sierra averigua el paradero de Fulton y sus compañeros Robert Somerville, John Keenan y Stuart Barrie y entrevista a exiliados, activistas y antiguos militares chilenos.

Al filmar las reacciones de los trabajadores cuando descubren el impacto que tuvieron sus acciones (como la posibilidad de que los motores se intercambiaran por prisioneros políticos), Bustos Sierra nos muestra cómo fue despejando sus temores iniciales de que su “resistencia pasiva” no había servido para nada.

Cualquier duda que pudieran albergar se vio disipada cuando, como resultado del proyecto, la República de Chile otorgó a tres de los trabajadores la Órden al Mérito en el grado de Comendador, la más alta distinción que se otorga a los extranjeros en dicho país.

Como reconocen, su postura formaba parte de un movimiento internacional de solidaridad con Chile ampliamente respaldado, gracias al cual activistas, sindicatos, políticos, iglesias, estudiantes y otros hacían campaña contra la dictadura y ayudaban a los exiliados chilenos.

El boicot de Rolls Royce pasó a formar parte importante de la lista de acciones sindicales de solidaridad que han tenido un impacto fuera de sus propios afiliados. Desde los estibadores en Durban (Sudáfrica) que se negaron a descargar un buque que transportaba armas a Zimbabwe en 2008, a los que apoyaron el bloqueo de las embarcaciones israelíes en Estados Unidos y Suecia en protesta por los choques en Gaza en 2010, los sindicalistas tienen un largo historial en la adopción de posturas basadas en principios fundamentales en defensa de la gente de a pie de todo el mundo.

Y cuando los sindicatos de todo el mundo se unen, los resultados pueden ser considerables. Cuando los alrededor de 600 trabajadores de la aerolínea filipina Philippine Airlines y miembros de su asociación sindical PALEA (que llevaban más de dos años de piquete para oponerse a que les subcontrataran) lograron en 2013 un acuerdo para que se les volviera a emplear en puestos de trabajo fijos, fue gracias en parte al respaldo de los sindicatos locales e internacionales, incluida la campaña Save Our PAL’s Jobs de la Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte (ITF). Aunque todavía están luchando para que se aplique plenamente el acuerdo, la solidaridad ha ayudado a mantener su lucha viva y a inspirar a otros, explica el presidente de la PALEA, Gerry Rivera.

Gracias a una efectiva campaña internacional contra la “esclavitud moderna” del sistema de la kafala (debido al cual los trabajadores no pueden abandonar su puesto de trabajo, cambiar de empleo ni salir del país sin la autorización de sus empleadores) se consiguieron unos cambios legislativos históricos en Qatar, con la exención de visados de salida para alrededor de 1,5 millones de trabajadores. Dicha campaña de la Confederación Sindical Internacional, apoyada por numerosas centrales sindicales mundiales como la ITF y la Internacional de Trabajadores de la Construcción y la Madera (ICM) y por organizaciones de derechos humanos como Human Rights Watch, fue capaz de aprovechar el aumento del control de las condiciones laborales en los proyectos de infraestructura para la Copa Mundial de fútbol de 2022. Sin embargo, los sindicatos y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) siguen exigiendo que la nueva legislación se amplíe a las trabajadoras del hogar en Qatar y a otros trabajadores migrantes que siguen sujetos a la kafala en otras zonas del golfo Pérsico.

Los sindicalistas disponen de modos cada vez más accesibles de apoyar a sus colegas en el extranjero, con campañas en las redes sociales y páginas web como LabourStart, que recopila noticias sindicales de todo el mundo y comparte acciones en línea. El año pasado, LabourStart reconoció que la puesta en libertad del sindicalista colombiano Huber Ballesteros se debió a los miles de mensajes de protesta que se enviaron desde todos los rincones del mundo y que reforzaron las acciones de solidaridad de los sindicatos internacionales y las campañas como la británica Justice for Colombia (Justicia para Colombia).

“¿Qué puedo hacer yo?”

Aunque muchos de los que asistieron a los preestrenos de ¡Nae Pasaran! cuestionaron en los debates posteriores si las acciones de los trabajadores de Rolls Royce serían posibles hoy en día (debido a la aplicación de leyes antisindicalistas mucho más restrictivas), Bustos Sierra declara que la capacidad moderna para conseguir apoyos a través de internet quizá pueda ofrecer diferentes formas de protección.

“Lo que salvó a Bob y permitió que la acción siguiera adelante ampliándose más allá de la acción inicial fue que todo el mundo se movilizó a su alrededor. No cabe ninguna duda de que había muchas voces que le apoyaban y eso es válido para hoy en día”, señala.

“En el mundo desdichado en el que vivimos hoy en día, alguien que quisiera hacer algo parecido tendría que asumir riesgos mucho mayores, pero gracias a las redes sociales disponemos de la capacidad de difundir las acciones con bastante rapidez”, puntualiza.

Al director le alegra que la reacción principal tras ver su documental haya sido que la gente se sienta “estimulada e inspirada”. “Muchas de las preguntas que se plantearon en los debates tienen que ver con el cuestionamiento: ‘¿qué puedo hacer yo?’”.

“Ese tipo de pensamiento colectivo es donde encontraremos las respuestas” a las políticas individualistas que nos han obligado a “olvidar cómo se actúa en comunidad”, asegura Bustos Sierra.

Cuando a Fulton, que acaba de cumplir 95 años, le plantearon la misma pregunta en un estreno reciente, se limitó a decir: “Haz lo que debas, haz lo que puedas”.

Bustos Sierra concluye: “Todos tenemos esos momentos en la vida en que podríamos tomar decisiones que serían positivas para nosotros como individuos o mejores para el mundo en general. Espero que mi documental ayude a la gente a tomar este tipo de decisiones con confianza”.