Una infusión amarga: las plantaciones de té de Malawi

Son las siete de la mañana. Stephano James, recolector de té, comienza su turno de ocho horas ya cansado, pero se siente motivado por la posibilidad de cumplir el objetivo del día de recolectar 44 kilos de hoja de té.

Sin ninguna indumentaria ni equipo de protección más que una cesta de mimbre atada con cuerda a la espalda, Stephano, de 23 años, trabaja bajo la llovizna del amanecer recolectando con sus propias manos las hojas tiernas de té verde que va metiendo en la cesta.

El té es después procesado y empaquetado para la exportación, principalmente al Reino Unido y Sudáfrica, destino final del 90% del té de Malawi.

Es un trabajo agotador y muy intensivo, que requiere precisión para recolectar las hojas correctamente y aguante para estar todo el día de pie en los campos. Pero, al igual que otros muchos recolectores de té, Stephano sigue logrando cumplir su objetivo antes de terminar su turno, lo que le permite ganar dinero extra por cada kilo adicional que recoja.

Stephano trabaja seis días por semana en el estado de Limbuli, situado en el distrito meridional de Mulanje dedicado al cultivo de té.

Limbuli es propiedad de Eastern Produce Malawi (EPM), el mayor productor de té del país, y una filial de la segunda mayor empresa privada de té del mundo, Cameilla Plc, que cotiza en la Bolsa de Londres.

Stephano está contratado para trabajar 48 horas por semana, pero hace horas extras a fin de complementar su salario básico quincenal de 5.100 kwachas malauíes (11,86 euros).

“Con el aumento del costo de la vida no tengo más remedio que trabajar horas extras todos los días. De lo contrario mi familia y yo nos moriríamos de hambre porque el precio del maíz es superior a mi sueldo básico”, dice.

Aunque Stephano suele ir a trabajar con el estómago vacío, ya que el desayuno es un lujo que no se puede permitir, el día que Equal Times visita Limbuli tampoco se da prisa para ir a comer cuando suena la campana del almuerzo.

La empresa proporciona comidas para el almuerzo – el único privilegio de que disfrutan los recolectores que no tienen derecho a alojamiento, cuanto menos a asistencia médica, puesto que son contratados por temporada.

“La harina que utilizan para preparar el nsima [una densa masa de harina de maíz que constituye el alimento básico en Malawi] está hecha de maíz podrido, así que sabe fatal. Pero tenemos que comérnosla hasta que se acaben las existencias”, cuenta Stephano.

A pesar de las difíciles condiciones de trabajo, Stephano, al igual que muchos otros estudiantes de secundaria de los alrededores que abandonaron la escuela, no pueden ir a trabajar a ninguna otra parte.

En Malawi hay poco trabajo. Es difícil obtener estadísticas concluyentes en materia de desempleo, pero según los datos presentados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) Malawi registra una de las tasas más altas de trabajadores pobres del mundo: el 60% de la población gana menos de 2 USD al día. Por otra parte, el 70% de los jóvenes malauíes con edades comprendidas entre los 15 y los 29 años trabajan en el sector de la economía informal.

En Mulanje, los principales empleadores son los propietarios de las plantaciones de té, y aunque Stephano se marchara del estado de Limbuli, difícilmente conseguiría un trabajo mejor pagado y mejores condiciones laborales en otra parte.

 

Monopolio del té

La Organización Mundial del Comercio clasifica a Malawi como el segundo mayor productor de té de África, después de Kenia. Con una producción de 2.300 toneladas a finales de junio de 2013, Malawi representa el 10% de la producción total de té del continente.

La Organización Mundial del Comercio calcula que este sector constituye el 8,7% de los beneficios procedentes de las exportaciones agrícolas del país, con unas ganancias de 11 millones USD a finales de junio de 2013, según el Banco Central de Malawi.

No obstante, los sueldos bajos son una endemia entre los trabajadores del té del país.

El 84,5 % de la mano de obra de Malawi trabaja en la agricultura, y el sector del té emplea a cerca de 50.000 trabajadores estacionales en la temporada alta de la cosecha, que va de octubre a abril. A final de la temporada los recolectores son despedidos y se ven obligados a recurrir al comercio minorista para poder sobrevivir.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) estima que se utilizan un total de 18.799 hectáreas de terreno para el cultivo del té en los 44 estados de Malawi que son propiedad de 11 empresas internacionales.

 

EPM es propietario de casi la mitad de las plantaciones de té del país – 21 en Mulanje y el distrito vecino de Thyolo. El sitio web de la empresa se jacta de su compromiso con la responsabilidad social corporativa, pero cuando Equal Times le solicitó una entrevista para hablar de las pésimas condiciones laborales que existen en el estado de Limbuli, la dirección rechazó la propuesta.

El hecho de que no haya un sindicato fuerte en el sector confiere un poder e influencia excesivos a la Tea Association of Malawi – donde los protagonistas son los propietarios de las plantaciones. Eso les permite dictar los salarios de los recolectores de té y limitar la libertad de asociación y la posibilidad de negociación colectiva de los trabajadores y trabajadoras del sector.

Hay dos sindicatos que representan a los recolectores de té – el Plantation and Agriculture Workers Union (PAWU) y el Tea, Coffee and Macadamia Workers Union (TECOMA) – pero el problema es que no sólo no cooperan en la lucha por unas condiciones mejores en el sector, sino que compiten entre ellos para conseguir el mayor número de afiliados.

Esta situación preocupa al Malawi Congress of Trade Unions (MCTU), la central sindical nacional de Malawi.

“Es muy triste que los sindicatos del sector del té no hayan estado unidos. A raíz de esto se ha generado una situación que ha repercutido negativamente en las negociaciones para conseguir unas condiciones de trabajo justas para los trabajadores que están dentro de la categoría de los peor pagados”, dice el presidente del MCTU, Muwake Chauluka.

Sin embargo, Chauluka elogió a los sindicatos por desempeñar un papel importante en la eliminación del trabajo infantil en las plantaciones de té.

 

Condiciones de vida

Equal Times estuvo visitando a tres familias de recolectores de té en Mulanje y descubrió que, además de sufrir penurias económicas, muchos trabajadores del té están infectados con el VIH/SIDA debido a que algunas de las mujeres que viven en las plantaciones se prostituyen para complementar sus magros ingresos.

Por otra parte, el Malawi Tea Research Project del Malawi Centre for Advice Research and Education (comisionado por la organización holandesa sin ánimo de lucro SOMO) indica que el acoso y la discriminación sexual siguen siendo un problema en todas las plantaciones de té.

En una reciente entrevista realizada por Equal Times, la Ministra de Trabajo de Malawi, Eunice Makangala, dijo que el Gobierno reconoce los problemas a los que se enfrentan las personas con bajos ingresos y, desde entonces, ha casi duplicado el salario mínimo diario de los trabajadores no cualificados, que ha pasado de 317 MK (0,80 USD) a 600 MK (1,60 USD) diarios.

“Reconocemos las dificultades que tienen las personas con bajos ingresos y, en tanto que Gobierno, estamos tratando de establecer un salario justo que les permita vivir dignamente”, añadió.

Un informe publicado a principios de este año por Oxfam y la Asociación Ética del Té sobre Understanding Wage Issues in the Tea Industry advertía que, en la mayoría de los casos, las políticas regionales y gubernamentales para optimizar el empleo rural terminaban acorralando a los trabajadores en una situación muy precaria.

Según Chauluka, encontrar una solución al problema de los sueldos bajos y las malas condiciones laborales en el sector del té es una batalla en la que el MCTU seguirá luchando.

“El MCTU es consciente de las dificultades económicas en las que los recolectores de té se encuentran al ganar un salario bajo. En tanto que activistas de los derechos de los trabajadores, seguiremos enfrentándonos a los propietarios de las plantaciones y al Gobierno para que estos trabajadores sean tratados con dignidad y puedan ganar un sueldo justo”, expresó.

Este artículo ha sido traducido del inglés.