¿Una rendija de libertad para los trabajadores vietnamitas?

¿Una rendija de libertad para los trabajadores vietnamitas?

En la imagen, obreros de la construcción se toman un descanso en Ho Chi Minh, la ciudad más poblada de Vietnam.

(Eric San Juan)

El pasado mes de noviembre, la Asamblea Nacional vietnamita tomó una decisión largo tiempo reclamada dentro y fuera del país: la autorización -a nivel de empresa- de organizaciones representativas de los trabajadores a partir de 2021. La medida, incluida en una reforma del Código de Trabajo, llega acompañada de otras dos: la edad de jubilación aumentará de forma gradual hasta los 62 años para los hombres y los 60 para las mujeres (ahora son 60 y 58 años, respectivamente) para contrarrestar el envejecimiento de la población; y la jornada laboral permanecerá estancada en las 48 horas semanales, a pesar de que algunos líderes políticos reclaman reducirla a 40.

Las organizaciones representativas de los trabajadores están lejos de ser sindicatos –a pesar de haber sido este último término el que ha sido utilizado en buena parte de la prensa, incluso en este medio en una versión en línea previa*–. A diferencia de los últimos, las organizaciones representativas de los trabajadores a nivel de empresa no pueden crecer (a nivel sectorial o regional) más allá de la empresa en la que nacen; sus actividades están limitadas a este nivel; y, en lo que se refiere a su financiación, a diferencia de lo que ocurre con los sindicatos del país, se financian con las dotaciones de los trabajadores, sin la aportación de la empresa o del Estado, resume para Equal Times Joe Buckley, investigador de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS) de la Universidad de Londres.

A falta de ver cómo se lleva a la práctica, esta apertura a un sistema dual de representación de los trabajadores supone un hito mayúsculo en una sociedad donde el Partido Comunista, en el poder desde 1975, ahoga cualquier intento de asociación civil y la libertad de expresión está cada vez más restringida. En Vietnam ya existen sindicatos, pero todos están bajo el paraguas la Confederación General del Trabajo de Vietnam (CGTV), un órgano ligado al Partido Comunista y por lo tanto poco dado a apoyar acciones que incomoden al Gobierno.

“En la actualidad los sindicatos trabajan para el Partido. En lugar de defender los derechos de los trabajadores, [aquellos] se asocian con los empresarios para proteger sus intereses”, denuncia Vu Quoc Ngu, director de la organización disidente Defend the Defenders (Defienda a los defensores).

La apertura comercial del país en los últimos 25 años había llevado a algunos activistas a creer que podían fundar sindicatos independientes, sobre todo a raíz de la entrada de Vietnam en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2006, pero el régimen comunista demostró no estar aún dispuesto a aceptarlo. Los intentos más notorios fueron los del Sindicato Independiente de Vietnam, impulsado en 2006 por Nguyen Khac Toan, y la Organización de Agricultores Independientes, nacida ese mismo año de la mano de Do Cong Thanh. Ambos grupos fueron desmantelados meses después de su creación y sus líderes fueron encarcelados acusados de hacer propaganda contra el Estado.

Doble presión

¿Qué ha cambiado para que ahora Vietnam sí se avenga a aceptar organizaciones de este tipo? Según la mayoría de analistas, una combinación de presiones internas y externas. Dentro del país, a pesar de las nuevas leyes contra la libertad de expresión, las voces disidentes se alzan cada vez con más fuerza, especialmente desde que se popularizaron redes sociales como Facebook. A esta contestación, que sigue costando penas de cárcel a decenas de activistas, se ha sumado en los últimos años un mayor atrevimiento de los trabajadores, que han multiplicado las llamadas “huelgas salvajes” o ilegales, sobre todo en empresas de capital extranjero (surcoreanas, taiwanesas, chinas y japonesas, principalmente), según datos del Gobierno.

La ley vietnamita permite las huelgas desde 1994, pero la lentitud de los trámites burocráticos exigidos y la inoperancia del sindicato estatal hacen que los trabajadores opten por estos paros al margen de la ley. Una de las más notorias ocurrió el año pasado, cuando miles de trabajadores protestaron durante varios días en el exterior de una fábrica y bloquearon carreteras en una provincia cercana a Ho Chi Minh, la ciudad más poblada del país. Este tipo de movimientos se deben en parte a la falta de mecanismos de negociación colectiva, una carencia que según el profesor Nguyen Duc Loc, del Instituto de Investigación Social de Ho Chi Minh, se corregirá con la existencia de organizaciones independientes, con las que los trabajadores se sentirán más representados.

“Permitirá a los empleados organizarse por sí mismos y nombrar a sus propios delegados”, explica a Equal Times. Además, según Nguyen, la aparición de estos nuevos grupos tendrá un fuerte impacto en los trabajadores autónomos, hasta ahora completamente desprotegidos. “No existe un estatus legal para ellos”, por lo que [estas organizaciones] pueden ser claves para protegerlos, explica.

Junto con los factores domésticos, la nueva regulación es también para muchos analistas fruto de la apertura económica internacional de Vietnam. La autorización de sindicatos independientes era una parte fundamental de las negociaciones entre Vietnam y Estados Unidos para el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (conocido como CPTPP por sus siglas en inglés), condición finalmente rebajada por la salida de Estados Unidos de dicho acuerdo (que negociaban 12 Estados).

El último gran acuerdo firmado por Vietnam ha sido el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea (UE), ratificado el 12 de febrero por el Parlamento Europeo, que incluye un apartado sobre desarrollo sostenible con el compromiso de ajustarse a los estándares internacionales en derechos humanos. La Organización Mundial del Trabajo (OIT) lo celebró porque “crea el entorno legal necesario para el empleo del Vietnam moderno y para sus relaciones industriales”.

Voces escépticas

Sin embargo, las voces más críticas tildan el acuerdo con la UE de demasiado vago, y destacan la falta de sanciones en caso de que Vietnam no cumpla sus compromisos en materia de derechos humanos y laborales. Además, dudan de que se lleguen a permitir sindicatos realmente libres en el país. “A no ser que el Partido Comunista quiera llevar a cabo una reforma política profunda, no permitirá la formación de sindicatos independientes que amenazarían su monopolio político”, subraya el disidente Vu Quoc Ngu. En la misma línea, Claudio Francavilla, experto de la organización de derechos humanos Human Rights Watch, destaca que el Código Penal de este país seguiría limitando la libertad sindical aunque se autoricen las organizaciones independientes. “El código penal criminaliza las críticas pacíficas. Quizá puedas formar un sindicato que tenga actividad, pero puedes ir a la cárcel por criticar una ley”, señala.

Aunque Vietnam ha ratificado la convención 98 de la OIT sobre negociación colectiva y se compromete a “hacer esfuerzos” por cumplir de aquí a 2023 la convención 105 que abole el trabajo forzoso y la 87, que protege la libertad de asociación (ambas sin ratificar), Francavilla subraya la falta de garantías.

“El plazo autoimpuesto hasta 2023 le da tiempo al Gobierno a reforzar su control sobre los sindicalistas independientes y además puede posponer su implementación de forma indefinida sin violar el TLC. Además, algunos artículos del código penal hacen imposible disfrutar de los derechos recogidos en las convenciones de la OIT”, asegura.

Efectivamente, subrayan desde la Confederación Sindical Internacional (CSI), aunque la reforma del código laboral es un “medio paso adelante” en la libertad de asociación que “puede crear el espacio para los trabajadores y la organización independiente”, no habrá en cambio espacio para los sindicatos independientes hasta que la convención 87 de la OIT sea ratificada, motivo por el que la Confederación Europea de Sindicatos (CES) pidió al Parlamento Europeo no aprobar el acuerdo comercial con Vietnam hasta que este país “no ratificara u ofreciera una hoja de ruta vinculante de ratificación de la convención”.

Por otra parte, un efecto indeseado de la actual reforma de la libertad de asociación, en opinión de Buckley, es que esta podría servir para reducir el activismo laboral: “creo que las huelgas salvajes han sido un medio muy efectivo para que se escuchase a los trabajadores. Y han conseguido con ellas avances sustanciales, como que se satisficieran demandas inmediatas a nivel de empresa; aumentos salariales a menudo en línea con el aumento de la productividad; o revertir un cambio importante en la ley de seguros sociales en 2015”, entre otros, algo que “las actuales reformas de la libertad de asociación bien podrían emplearse para reducir el activismo laboral existente y efectivo en lugar de ofrecer una ‘rendija de libertad’”.

Una de las voces más escépticas sobre la libertad sindical (futura) y el tratado comercial con la UE ha sido la de Pham Chi Dung, presidente de la Asociación de Periodistas Independientes de Vietnam, un grupo que lucha por la libertad de expresión en el país. Dung permanece en prisión desde su arresto en noviembre pasado, pocos días después de publicar una carta abierta a los europarlamentarios en la que pedía votar en contra del TLC para forzar a Vietnam a mejorar los derechos humanos y laborales.

En su misiva, Dung afirmaba que el nuevo código del Trabajo no abre las puertas a sindicatos independientes –término que ni siquiera “está recogido” en la reforma–. Al contrario, impone “un complicado proceso para aquellos que quieran fundar uniones no estatales”. Este antiguo cuadro del Partido Comunista apunta a una de las razones que pueden alimentar las reticencias contra la libertad sindical: el Gobierno de Hanói considera los sindicatos “reaccionarios” por el recuerdo del sindicato Solidaridad en Polonia, que tuvo un papel decisivo en la caída del sistema comunista en 1989.

* Esta crónica ha sido editada después de su publicación inicial (el 17/02/2020) para insistir en el hecho de que Vietnam no ha autorizado la existencia de sindicatos independientes sino de organizaciones representativas de los trabajadores, a nivel de empresa, a partir de 2021.