Votación: se escoge al "peor lobby" del TTIP

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La semana pasada, seis grupos de presión corporativa fueron nominados para la concesión de la prestigiosa medalla al “peor lobby del TTIP”– haciendo referencia a las siglas en inglés del controvertido acuerdo de la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión entre la Unión Europea (UE) y los Estados Unidos.

En las próximas semanas competirán por el título durante una votación por internet, tras la cual uno de ellos será coronado con el “Premio Democracia en Venta”.

Evidentemente, ninguno de ellos desea esta nominación. El premio, organizado por cuatro ONG, pretende sacar a la luz la injerencia sobre el establecimiento de políticas en la UE, y todas las nominaciones se fundamentan en pruebas cuidadosamente recopilada que demuestran que los grupos de presión han tenido un impacto profundamente negativo en la posición de la UE durante las negociaciones del TTIP.

Ahora bien, probablemente pensarán que se trata de los trucos sucios que emplean, y de la multitud de grupos de presión que han enviado para que llamen a las puertas de la Comisión y de los Gobiernos, pero en realidad es aún mucho peor. Estos premios revelan el nivel de connivencia de los políticos y responsables, que recibieron con los brazos abiertos a estos lobbies corporativos desde el primer día.

Durante años, la Comisión ha tenido un enfoque bastante simple de las negociaciones comerciales internacionales. Empiezan cualquier iniciativa estableciendo una lista de deseos de las empresas, que a continuación se transforma en un mandato de negociación.

El acuerdo de la TTIP es un ejemplo ilustrativo. Esto queda reflejado en el número de reuniones mantenidas entre los funcionarios de la Dirección General de Comercio de la Comisión y grupos empresariales en los meses previos a la adopción del enfoque a las negociaciones por parte de la UE: 528 de las 597 reuniones mantenidas (88%) fueron con grupos de presión de las empresas.

Quizás esto tendría consecuencias mínimas en un pasado distante, cuando las negociaciones comerciales trataban sobre temas aburridos como cuotas o aranceles, pero los acuerdos comerciales de hoy en día afectan cuestiones esenciales relacionadas con el bienestar, los derechos sociales, y la salud y seguridad. Que temas tan sensibles en futuras negociaciones comerciales se asienten en una charla entre lobbies y funcionarios resulta tremendamente peligroso para los trabajadores en toda Europa.

A continuación figuran algunos ejemplos de los nominados: el lobby químico ha sido elegido por sus esfuerzos incesantes para formular la posición de la UE respecto al sector. Considerando el peligro que supone la desregulación en este aspecto, esto podría tener graves consecuencias para la seguridad en el trabajo.

Los empleadores de BusinessEurope comparten una nominación con la Cámara de Comercio de los EE.UU. por su proyecto de amplia desregulación a largo plazo denominado “cooperación reguladora”, pariente cercano del programa sobre “mejor regulación” de la UE, que ha demostrado ser contraria a los derechos sociales.

¿Y qué hay del intento por parte de la industria farmacéutica para reducir la cantidad de información que han de revelar sobre sus productos? Pueden imaginarse por qué, pero lo que resulta difícil de entender es que quienes negocian acuerdos comerciales en nuestro nombre –la Comisión– se pliegue a sus demandas.

Por último, parece irónico que justamente cuando el escándalo Volkswagen ha minado la confianza en la industria del automóvil, la Comisión parezca aceptar todas las ideas provenientes de los grupos de presión de la industria automovilística europea y estadounidense.

En los últimos años, el movimiento sindical ha venido prestando mayor atención a la política comercial de la UE. Sindicatos locales, federaciones y confederaciones han manifestado serias inquietudes respecto al TTIP y otros acuerdos comerciales similares. Pero es necesario dar un paso más y denunciar la manera en la que se está elaborando la política comercial de la UE.

En caso de adoptarse el TTIP, será mucho más difícil cambiar el enfoque corporativo del comercio. Y pese a la aversión de ambos candidatos a las elecciones presidenciales de EE.UU. hacia los tratados de libre comercio, lo más probable es que ninguno de ellos tocaría el TTIP.

Pero podemos poner nuestras esperanzas en el descontento popular y las movilizaciones. Hasta la fecha, han logrado bastante. Para sorpresa de los negociadores y Gobiernos de los Estados miembros de la UE, millones de personas han denunciado el acuerdo comercial, y aún hay buenas perspectivas de que pueda detenerse.