Bill De Blasio: ¿el alcalde de los trabajadores?

 

El 1º de enero de 2014, Bill de Blasio, demócrata progresista, tomará las riendas de la ciudad de Nueva York, la metrópoli más grande de los Estados Unidos y capital financiera del país.

Se espera que su promesa de luchar contra las desigualdades económicas dé paso a una nueva era de oportunidades políticas para los sindicatos.

Después de todo, logró ganar con el apoyo del (Working Families Party) (Partido de las Familias Trabajadoras) afiliado al movimiento sindical y al voluminoso sindicato de los trabajadores de la salud, el United Healthcare Workers East (la afiliada más importante del Sindicato Internacional de Empleados de Servicios).

Este acontecimiento reviste especial importancia para el país puesto que la desigualdad de ingresos es uno de los problemas más acuciantes de la ciudad.

Según cifras recientes, el ingreso medio del 20% de neoyorquinos con la renta más baja asciende a 8.993 dólares de EE.UU., frente a los 222.871 dólares que recibe en promedio el 20% de renta más alta.

En Manhattan, el distrito más céntrico y famoso de la ciudad, la brecha de ingresos es equivalente a la de Sierra Leona, Namibia y Lesotho.

Si el movimiento sindical logra presionar a De Blasio para que adopte políticas que solucionen el problema de la vivienda asequible y los salarios mínimos vitales, esto demostrará que otros Estados del país pueden adoptar políticas similares.

El principal problema para los sindicatos del sector público es la conclusión de un convenio colectivo, ya que los 60 sindicatos de la ciudad han estado funcionando sin convenio en los últimos tres años.

Así, los funcionarios de la ciudad no han recibido ningún incremento salarial.

Algunos sindicalistas temen que incluso si ha prometido colaborar con los sindicatos de la función pública más estrechamente que el alcalde saliente, Michael Bloomberg, De Blasio se vea forzado por ley a acatar las limitaciones presupuestarias actuales hasta el verano, cuando se comunique el nuevo presupuesto.

“Ha indicado que negociará con los sindicatos”, afirma James Parrott, Economista Principal del Fiscal Policy Institute, que cuenta con el respaldo de los sindicatos. “Eso constituye una ruptura con el pasado.”

 

Pago retroactivo de salarios

Con todo, la cuestión que más preocupa es la del pago retroactivo de salarios.

Según los sindicatos, como en los últimos tres años no se han concluido nuevos convenios, los trabajadores deberían cobrar los aumentos salariales correspondientes a ese periodo.

Una de las razones por las que se suspendieron las negociaciones con el alcalde Bloomberg es que este había rechazado la opción de un pago retroactivo. Así pues, una de las estrategias de los sindicatos consistió en respaldar al candidato demócrata más susceptible de hacer avanzar las cosas en esta esfera.

Sin embargo, es improbable que los sindicatos logren recibir un pago retroactivo completo en los convenios futuros.

La ciudad dispone de un presupuesto limitado sobre el que puede negociar, por lo que aceptar pagos retroactivos podría implicar que la administración podría verse forzada a conceder incrementos salariales o prestaciones de salud en el futuro.

Incluso John Liu, candidato demócrata a la alcaldía, más a la izquierda que De Blasio y que contaba con más apoyo sindical aún, admitió que el pago retroactivo de salarios sería imposible de obtener.

“No creo que nadie en el movimiento sindical piense que la ciudad dispone de sumas colosales”, dijo Arthur Schwartz, abogado laboralista y activista del Partido Demócrata de la ciudad de Nueva York.

“Todos los esfuerzos se centrarán en la pronta solución de los problemas para evitar que los sindicatos sigan a la expectativa. Es una labor ingente”.

La Federación de docentes, United Federation of Teachers (UFT), por ejemplo, tenía una relación especialmente turbulenta con el alcalde Bloomberg, ya que la ciudad, como muchas otras en los Estados Unidos, trató de privatizar el sistema educativo público y debilitar el sistema de protección de los docentes.

Ese sindicato ha funcionado también sin convenio colectivo desde el otoño de 2009, es decir, más tiempo que ningún otro sindicato de la administración de la ciudad.

En vista de que cuando era concejal de la ciudad, De Blasio defendió los intereses del sindicato de docentes, los observadores esperan que su colaboración con el sindicato no se limite a la solución de la cuestión del convenio colectivo sino también a la elaboración de una nueva política en materia de educación.

En el momento de la redacción del presente artículo, se informó que el Presidente de la UFT, Michael Mulgrew había afirmado que apoyaba a los candidatos al puesto de director del Departamento de Educación de la ciudad de Nueva York, presentados por De Blasio.

“De Blasio tratará a la UFT como una aliada y a los docentes como personas que tienen una auténtica aportación que hacer al proceso y una valiosa contribución a la negociación”, dijo Schwartz.

 

Otras cuestiones

Hay otras cuestiones económicas que los sindicatos seguirán muy de cerca.

Durante el mandato de Bloomberg, los sindicatos y otros grupos que luchan por la justicia económica se quejaron de que la ciudad concedía demasiadas desgravaciones fiscales a los promotores inmobiliarios.

Esas desgravaciones fiscales no solo incentivaron proyectos de gran escala que beneficiaron desproporcionadamente a ricos propietarios y compradores, sino que también privaron a la ciudad de ingresos fiscales indispensables.

Una estación de radio pública local informó recientemente que: “durante el mandato de De Blasio será más difícil conceder esos incentivos empresariales. A lo largo de la campaña, De Blasio arremetió contra esas subvenciones y prometió poner fin a un programa que, a su juicio, ahorraría 250 millones de dólares a la ciudad”.

Sin embargo, a pesar de que los órganos de prensa reaccionarios alegaron durante la campaña que De Blasio era un paladín de la lucha contra la economía de mercado (por ejemplo, el New York Post, propiedad de Rupert Murdoch, publicó en su portada una foto en la que aparecía el símbolo de la hoz y el martillo al lado de la cabeza de De Blasio, debido a que una vez visitó la Unión Soviética), el futuro alcalde se ha esforzado mucho por disipar los temores de Wall Street o de los promotores inmobiliarios.

Acudió incluso a la Association for a Better New York, apoyada por las empresas, ante la que declaró que gobernaría como “conservador fiscal”.

De Blasio también se reunió con la cúpula ejecutiva de Wall Street para intercambiar opiniones sobre la política económica.

Los sindicatos y la izquierda política asociada a los sindicatos han dicho que “pedirán cuentas a De Blasio”, pero nadie en el movimiento ha propuesto nada que vaya más allá de mítines y manifestaciones.

Si bien ese tipo de acciones tienen una buena cobertura mediática, tienen escasa influencia a nivel político.

Una opción de la que se podrían valer es la del defensor público, una figura con relativamente poco poder que actúa como defensor del pueblo en la administración de la ciudad.

La próxima defensora pública es Letitia James, una comprometida activista en la esfera de la justicia económica que además es la primera mujer afroamericana que ocupa un cargo de ese tipo en la ciudad de Nueva York.

En vez de cifrar sus esperanzas en De Blasio, los sindicatos y otros grupos podrían colaborar con la Oficina de James para organizar una especie de campaña de oposición interna contra el alcalde si sus propuestas económicas incluyen demasiadas concesiones a Wall Street y al sector inmobiliario.