“Es hora de que los sindicatos intervengan para frenar el cambio climático”

 

Sequías. Inundaciones. Enfermedades. Disminución de las existencias de productos alimenticios. Pobreza. Migración forzosa.

El panorama presentado hace cuatro años por los científicos de la ONU ha sido corroborado y explicado en detalle en un informe del Banco Mundial que se publicó la semana pasada.

Sequías. Inundaciones. Enfermedades. Disminución de las existencias de productos alimenticios. Pobreza. Migración forzosa. El panorama presentado hace cuatro años por los científicos de la ONU ha sido corroborado y explicado en detalle en un informe del Banco Mundial que se publicó la semana pasada.

El informe “Turning Down the Heat” (Bajemos la temperatura) presenta un escenario desolador de un planeta cuatro grados más cálido, que es lo que se pronostica que aumente el promedio de las temperaturas mundiales a menos que se tomen medidas inmediatas.

Las conclusiones del informe no son ninguna novedad, pero demuestra que no se trata únicamente de las tradicionales voces progresistas sobre cuestiones medioambientales hablando de las implicaciones de un cambio climático descontrolado.

Sin embargo sigue habiendo un hecho llamativo : la ciencia está siendo más clara que nunca y en cambio los políticos nunca han estado más lejos de la expresión de un compromiso auténtico para luchar contra el cambio climático.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha publicado recientemente su informe anual sobre la “brecha de gigatoneladas”, una expresión un tanto friki para denominar la brecha existente entre la reducción de las emisiones necesaria para mantener nuestro planeta por una vía climática segura y lo que está sucediendo en realidad.

Y seamos claros : la situación está yendo a peor. La concentración en la atmósfera de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono (CO2), en lugar de disminuir está aumentando—en torno a un 20% desde 2000, de modo que el panorama de los 4°C presentado por el Banco Mundial puede ser una posibilidad real en el curso de este siglo.

Y no parece que la Conferencia de la ONU sobre cambio climático en Doha (Qatar) vaya a conseguir alterar esta tendencia, puesto que ni un solo Gobierno ha expresado la voluntad de ampliar sus compromisos en cuanto a la reducción de las emisiones.

Así pues, lo que la ciencia nos está diciendo es que la cuestión no debería ser cuándo nuestras sociedades tendrían que tomar medidas (a menos que a lo largo de las próximas décadas aparezca algún tipo de tecnología milagrosa que nos salve de la catástrofe), sino más bien por qué seguimos comportándonos de forma tan sumamente irresponsable.

Yo anticiparía tres explicaciones : la fuerza de los poderes del status quo ; la inercia de las inversiones relacionadas con el cambio climático, que siguen estando masivamente orientadas en la dirección equivocada ; y, por último, el miedo a los cambios que tendríamos que atravesar si fuésemos honestos con respecto a nuestros compromisos para salvar el planeta.

 

Sindicatos

Estas tres explicaciones probablemente no sean las únicas, pero son sin lugar a dudas las áreas donde los trabajadores/as y los sindicatos pueden y deben desempeñar un papel decisivo.

¿Podemos, en tanto que movimiento, intervenir a favor de la transformación de todas las industrias e impedir que algunas de nuestras empresas sigan presionando a los Gobiernos en contra de las políticas climáticas, utilizando el empleo y los trabajadores como escudo para bloquear las acciones ?

Como movimiento, ya hemos refutado estos argumentos en el pasado, y a pesar de las presiones por parte de los empresarios, todos batallamos por la prohibición del amianto.

La cuestión del cambio climático quizás sea de mayor calibre pero es de la misma naturaleza.

No se van a perder puestos de trabajo por que las empresas dediquen parte de sus inversiones a conseguir que las industrias sean ecológicas y dejen de pagar más de la cuenta a sus accionistas.

¿Podemos ser más firmes en nuestro apoyo a las inversiones verdes, que como sabemos también generan puestos de trabajo y podrían convertirse en una pieza importante del establecimiento y desarrollo de un nuevo movimiento sindical sostenible ?

Los sindicatos no esperaron a que los Gobiernos descubrieran que invertir en energías renovables, edificios sostenibles, luchar contra la deforestación o promover el transporte público podía generar millones de puestos de trabajo – 48 millones en tan sólo 12 países, para ser exactos, tal y como se indica en el informe de la CSI sobre Empleos Verdes.

Es hora de que reclamemos un cambio de verdad en las normativas que permita expandir los progresos en estos sectores.

¿Podemos empezar a invertir el dinero de nuestra jubilación de manera más estratégica y coherente, en lugar de que se siga utilizando, como sucede a presente, en conferir más poder a las mismísimas industrias que se dedican a bloquear los avances ?

Nuestra propuesta de que se dedique por lo menos el 5% de las carteras de los fondos de pensiones a infraestructuras y energías limpias podría constituir un cambio enorme, puesto que haría que miles de proyectos de energías limpias en todo el mundo fueran viables.

Y por último, ¿podemos abogar mejor por la solidaridad como parte de esta transformación ?

¿Podemos convencer a los Gobiernos de que no hay razón alguna para temer por el liderazgo si podemos desarrollar juntos una alianza progresiva a fin de garantizar una transición justa para los trabajadores/as y las comunidades, de forma que puedan encontrar un sitio en la nueva economía verde y justa ?

El reconocimiento internacional de la necesidad de estas medidas está ahí, pero todavía tenemos que hacer mucho más.

Nuestro llamamiento al liderazgo en la reducción de las emisiones y nuestra capacidad para convencer a los Gobiernos de que opten por una forma más equitativa de compartir los esfuerzos tienen de ponerse ya a prueba a escala nacional.

El informe del PNUMA demuestra que sigue existiendo la posibilidad de lograr que el calentamiento global no aumente más de dos grados (lo cual, aunque no es estar completamente fuera de peligro, es infinitamente preferible a un incremento de cuatro grados).

Demuestra asimismo que unos compromisos internacionales más ambiciosos, combinados con políticas nacionales en materia de eficiencia energética, bosques y generación de energía, entre otras, aún podrían salvar la situación.

Yo estoy convencida de que, como movimiento, podemos conseguir que estas políticas se hagan realidad. Nuestros empleos, nuestras comunidades, nuestros hijos dependen de ellas.

Ha llegado la hora de que el movimiento sindical intervenga a favor del clima.

 

Cet article a été traduit de l'anglais.