La construcción de un complejo turístico cerca de Río de Janeiro pone en peligro una reserva natural brasileña

La construcción de un complejo turístico cerca de Río de Janeiro pone en peligro una reserva natural brasileña

“They say it will create jobs for fishermen. But fishermen don’t want jobs in the hotel industry. Fishermen want a clean and healthy lagoon,” says Vilson Francisco Correa, a fisherman and chair of the ACCLAPEZ association opposed to the development of a resort in the Maricá restinga.

(Apolline Guillerot-Malick)

La escasa vegetación, por la que sobrevuelan algunas mariposas, se extiende por esta playa virgen de ocho kilómetros de largo, enclavada entre el mar y una laguna. La restinga de Maricá, situada a poco más de una hora en choche de Río de Janeiro (Brasil), alberga una biodiversidad excepcional, descrita ya por Charles Darwin, en el siglo XIX, en el cuaderno de bitácora de su viaje a las Américas. Pero desde el 6 de abril de 2023, la banda sonora de este entorno paradisíaco se ha convertido en estruendo: desde hace más de un mes, además del habitual vaivén de las olas, se escucha el ir y venir de la maquinaria de construcción que recorre la pista a lo largo de la costa. Un complejo hotelero de lujo, diseñado por la empresa española IDB Brasil, podría estar construido allí en 2026.

El proyecto, denominado “Maraey”, no solo incluye hoteles y residencias, sino también un centro comercial, un centro de conferencias, un club de hípica, un acuario y un campo de golf. El conjunto podría acoger hasta 300.000 turistas al año, u 8.000 vehículos al día, según los cálculos del Forum de pesquisadores da Restinga de Maricá, una agrupación de investigadores que se oponen al proyecto.

Si bien los carteles publicitarios colocados en medio de las dunas promocionan el proyecto como “el mejor destino turístico y residencial sostenible de América”, numerosos investigadores y asociaciones ecologistas, cuya lucha medioambiental comenzó hace unos quince años, advierten de la amenaza que supondría para la biodiversidad local.

El lugar forma parte de la mata atlántica (o “bosque atlántico”), una selva tropical húmeda que ha sido designada reserva de la biosfera por la UNESCO y que se extiende desde las costas brasileñas hasta el norte de Argentina. Se trata de una de las restingas (término utilizado para diseñar este tipo de banco de arena cubierto de vegetación adaptada al entorno marino) más estudiadas de Brasil, “uno de los escasos remanentes de este ecosistema asociado a la mata atlántica en el estado de Río de Janeiro”, señala Anderson dos Santos Portugal, biólogo y profesor de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ).

Según la botánica Ana Angélica Barros, también profesora de la UERJ, al menos 15 especies animales y vegetales presentes en esta restinga se encuentran en peligro de extinción en todo Brasil. Entre ellas figuran la mariposa de playa, el lagarto de arena y el pez nube, cuyo poético nombre se deriva de su manera de reproducirse. Este vertebrado procrea en zonas inundadas, donde el agua se evapora y deja los huevos enterrados en los sedimentos del suelo, que eclosionan cuando llegan las siguientes lluvias. “Por eso se les llama peces nube, porque es como si bajaran del cielo cuando llueve”, explica la investigadora.

Todas estas especies “son endémicas del estado de Río de Janeiro. La restinga de Maricá es uno de sus últimos refugios”, aclara el biólogo Jorge Antônio Lourenço Pontes, que trabaja en la Secretaría de Medio Ambiente de la ciudad de Rio de Janeiro.

Algunas especies, como el lagarto de cola verde o la eugenia maricaensis (una planta que lleva el nombre de Maricá), son incluso únicas en el mundo, según el botánico Anderson dos Santos Portugal. “Es absurdo que se extingan especies. Van a perderse para siempre determinadas líneas genéticas que han evolucionado durante miles de años, lo que provocará la extinción de otras especies. ¿Y para qué? Para construir un resort”, lamenta Ana Angélica Barros. La geógrafa Désirée Guichard Freire, profesora e investigadora de la UERJ y miembro del movimiento Pró-Restinga, considera que la construcción de edificios también podría debilitar la barrera natural que forma la playa frente a la erosión costera.

La empresa asegura haber realizado “un inventario exhaustivo de la flora y fauna local”, en colaboración con una serie de investigadores, antes de poner en marcha el proyecto. “Sólo el 6,6% de la superficie estará ocupada por edificios”, afirma IDB Brasil, añadiendo que “el 81% de la zona de Maraey se preservará o recuperará con vegetación autóctona de la restinga y de la mata atlántica”. La empresa declara incluso que quiere crear una “reserva privada de patrimonio natural”.

Una laguna contaminada

Sin embargo, existe otra preocupación medioambiental más que se suma a la de las especies endémicas. Una colonia de pescadores, establecida en el territorio desde el siglo XVIII, practica la pesca tradicional en la laguna adyacente. Las tranquilas aguas, rodeadas por la línea azul de las lejanas colinas, albergan mújoles, lubinas y tilapias.

En la orilla, ocupado en doblar sus redes y limpiar su barca tras una noche de pesca que comenzó a las 23.00 horas, Sergio da Rocha echa la vista atrás unos cuantos años: “Hace 30 años esta laguna era cristalina. Se podían ver los bancos de peces tornarse púrpura. Por la noche era plateada como el mar”. Pero este sexagenario, nacido y criado a orillas del lago, suspira: “La laguna de hoy no se parece en nada a aquello”.

Según él y otros miembros de la Associação Comunitária de Cultura e Lazer dos Pescadores Zacarias (ACCLAPEZ), la causa es el vertido en el lago de aguas residuales de los condominios vecinos. Aunque la empresa afirma que “todas las aguas residuales del proyecto pasarán por una depuradora terciaria”, Vilson Francisco Correa, presidente de la asociación, opina que el proyecto del complejo turístico podría acentuar la contaminación de las aguas del lago. “Dicen que permitirá crear puestos de trabajo para los pescadores. Pero los pescadores no quieren empleos en la industria hotelera. ¿Se imagina a un pescador en un campo de golf? El golf es para los millonarios, para la gente con dinero. Los pescadores quieren una laguna sana y limpia. Sobrevivimos gracias a ella”.

Unos kilómetros más allá, al otro lado del lago, hay un camino de arena que conduce a varias decenas de casas de adobe con tejados de paja. La problemática ecológica también se aborda en este poblado indígena, la aldea Mata Verde Bonita, establecida en medio de la reserva desde hace diez años. Sentado en el suelo del centro comunitario, contemplando el río, Tupã Darcy Nunes, uno de los líderes de los 180 habitantes, dice con gravedad:

“Nosotros, los pueblos indígenas, tenemos nuestra propia manera de trabajar con la tierra, sin destruirla. Nos hemos sentido invadidos. Nuestros derechos han sido violados porque los que vivimos en la restinga somos nosotros, no ellos”.

El proyecto de IDB Brasil prevé la creación de un complejo turístico que constará, entre otras cosas, de un hotel temático indígena, destinado a “promover” la cultura de la etnia guaraní. Para ello tienen previsto destruir los edificios de la aldea y urbanizar las riberas del río. A día de hoy, Tupã Darcy Nunes se ha resignado a hablar con la empresa. “El poder económico es el que manda”, dice con amargura la persona que semanas antes se había manifestado, junto con otros miembros de la comunidad, frente a la maquinaria de construcción.

Lo que sigue lamentando es la falta de diálogo. “Si quieren que el pueblo sea un zoo que se pueda visitar a diario, se convertirá en algo muy comercial, y nosotros no queremos transmitir esa imagen. No queremos perder nuestras raíces, nuestra forma de rezar, de recoger los alimentos del campo, nuestra gastronomía, porque así es como viviremos felices. Transmitiendo lo que somos”. El líder tampoco ve con buenos ojos el uso de la palabra guaraní “Maraey”, que significa “tierra sin mal”, para denominar el proyecto. “El término es tan sagrado que ni siquiera los jóvenes de la aldea lo utilizan. Usarlo resulta muy abusivo. Para mí es como matar a un indígena y quitarle su nombre sagrado para dárselo a su empresa como si fuera un botín”.

Suspensión temporal

La razón por la que los diferentes actores han seguido batallando a pesar de iniciarse las obras es que el proyecto se encuentra en medio de un litigio judicial. La reserva constituye un espacio natural protegido desde 1984. Sin embargo, ese estatus no impide que el lugar sea urbanizable. “Es una unidad de conservación muy permisiva que acepta las zonas urbanas”, explica Désirée Guichard Freire, que ha dedicado numerosos trabajos a este conflicto medioambiental. Los ecologistas afirman que las autorizaciones concedidas a la empresa por el estado de Río de Janeiro y el ayuntamiento se aprobaron pese a que los tribunales prohibían cualquier tipo de desarrollo en el espacio natural protegido de Maricá.

La empresa IDB Brasil, propietaria del terreno desde hace diez años y que cuenta con el apoyo del ayuntamiento, declaró a mediados de mayo que “ninguna decisión judicial [impedía] el desarrollo en ninguna de las zonas del complejo”. Tras esta declaración, el Tribunal Superior de Justicia ordenó el 26 de mayo de 2023 la suspensión de las licencias ambientales concedidas a la empresa, y la paralización de las obras. Esta medida “urgente”, dirigida a evitar daños medioambientales irreversibles, es provisional, puesto que la empresa puede recurrir la decisión.

La investigadora Désirée Guichard Freire cree “que hay pocas probabilidades de que se restablezcan las licencias”, pero otros proyectos podrían volver a poner en peligro la restinga en el futuro. Por eso los defensores de su conservación reclaman la creación de un parque natural en el arenal. “Se trataría de una unidad de conservación que protegería íntegramente el ecosistema”, explica Freire. “Porque la que está en vigor deja mucho margen a la vulnerabilidad”.

“Los europeos están vendiendo nuestra historia como si fuera lo más natural del mundo”, afirma con indignación Ana Angélica Barros. “Se están apoderando de nuestro territorio, destruyendo nuestro medio ambiente y acabando con nuestras especies para ganar dinero, y no van a detenerse ahí”.

A finales de mayo, una fotografía compartida en la cuenta de Instagram del grupo detractor del proyecto, el Movimento Pró-Restinga Maricá, reflejaba estas críticas. En la foto aparece una decena de urubúes carroñeros encaramados en lo alto de una de las vallas publicitarias instaladas por la empresa, contrastando radicalmente con las imágenes promocionales de tumbonas a la orilla del mar. La pintada con tinta roja en portugués reza: “Fuera los colonizadores”.

This article has been translated from French by Guiomar Pérez-Rendón