La generosa acogida de Polonia no mitiga el trauma, las desventajas laborales y los posibles abusos que enfrentan las refugiadas ucranianas

La generosa acogida de Polonia no mitiga el trauma, las desventajas laborales y los posibles abusos que enfrentan las refugiadas ucranianas

Ukrainian women escaping the Russian invasion of their country wait for a bus after crossing the Ukrainian-Polish border crossing at Medyka, south-eastern Poland, on 8 April 2022.

(AFP/Wojtek Radwanski)

“Cuéntales tu historia. Si te preguntan acerca de tus puntos débiles, enfócalos de manera positiva. ¡No temas hacer preguntas!”. Durante un seminario web organizado para refugiadas ucranianas por Mamo pracuj (Mamá, ¡trabaja!), una ONG con sede en Cracovia que apoya a las madres que regresan al mercado laboral, una docena de mujeres aprenden los conceptos básicos de las entrevistas de trabajo. Cuando comienza la sesión de preguntas y respuestas, las participantes interrogan sobre el reconocimiento de la formación académica ucraniana en Polonia, el acceso a vacantes de empleo y las expectativas salariales.

Los fundadores de Mamo pracuj iniciaron un programa específicamente para mujeres ucranianas que buscan trabajo en Polonia poco después del estallido de la guerra en febrero. “Todos estábamos horrorizados. Vi a mujeres con niños llegando a la estación de tren y quisimos hacer por ellas lo mejor que ya hacemos por las mujeres polacas, es decir, ayudarlas a identificar sus competencias [en el mercado laboral]”, recuerda Marcelina Palka, coordinadora de proyectos de Mamo pracuj.

Gracias a más de 100 expertos voluntarios, entre los que se cuentan seleccionadores de personal, responsables de recursos humanos y asesores de carrera, se está ayudando a unas 500 refugiadas ucranianas a encontrar un trabajo decente en Polonia. La ambición de Mamo pracuj es proporcionar a las mujeres ucranianas un apoyo multifacético, desde un asesoramiento legal hasta la asistencia psicosocial. No obstante, la organización es solo una de las muchas iniciativas públicas y privadas que han surgido para apoyar la integración de las refugiadas ucranianas en Polonia desde que comenzó la invasión rusa el 24 de febrero de 2022.

Gracias a su proximidad geográfica y cultural, durante casi una década (y particularmente desde el comienzo de la guerra ruso-ucraniana en el Dombás en 2014), los ucranianos constituyen el grupo más numeroso de trabajadores extranjeros en Polonia. Aunque es difícil obtener datos precisos, según varias fuentes, entre 1,5 y 2 millones de migrantes ucranianos ya se encontraban en Polonia antes de la guerra, en su mayoría realizando trabajos mal remunerados en sectores industrializados como la construcción, el transporte y la agricultura. Sin embargo, se ha producido un considerable cambio demográfico.

Aproximadamente 150.000 trabajadores ucranianos, hombres en su mayoría, han abandonado Polonia desde febrero para unirse al esfuerzo de la guerra, al mismo tiempo, el Gobierno de Polonia ha concedido a todos los ucranianos que huyen de la guerra un derecho temporal de residencia y pleno acceso al mercado laboral.

Aunque suelen denominarse así, la mayoría de los ucranianos en Polonia no son oficialmente refugiados. Se les ha concedido un estatus especial temporal, y son muy pocos los que solicitan asilo, ya que la mayoría de los ucranianos planea regresar a su país en algún momento, si no lo han hecho todavía. De acuerdo con las últimas cifras [del mes de septiembre] del Ministerio de Asuntos Digitales, se estima que 1,346 millones de personas procedentes de Ucrania han solicitado un número de identificación polaco (PESEL); este número les proporciona las mismas prestaciones que a los ciudadanos polacos, en particular el acceso a la atención médica, la educación pública gratuita y los subsidios mensuales por hijos. La gran mayoría de estas personas son mujeres y niños, ya que los hombres ucranianos de entre 18 y 60 años tienen prohibido salir del país, lo que ha provocado importantes desajustes en el mercado laboral.

“Los refugiados ucranianos son en su mayoría mujeres, por lo que obviamente algunas de las ofertas de trabajo no serán adecuadas para ellas porque remiten a profesiones típicamente masculinas como el transporte o la construcción. El mercado [polaco] necesita urgentemente a los ucranianos que regresaron a su país para unirse a la lucha. Sectores enteros, como la construcción, dependían de los migrantes ucranianos”, afirmó el analista Zbigniew Gajewski de THINKTANK Poland durante un panel de discusión organizado por la fundación alemana Friedrich Ebert Stiftung (FES) sobre el impacto de los refugiados ucranianos en el mercado de trabajo polaco a principios de este año.

Mujeres desplazadas: una doble desventaja

Aun cuando la invasión rusa ha obligado a exiliarse a un gran porcentaje de trabajadores formados y altamente cualificados, las mujeres desplazadas generalmente se enfrentan a una doble desventaja, por ser mujeres y por ser migrantes. “Esta crisis obligó a personas que estaban muy bien integradas y eran respetadas en sus comunidades a dejar su país para salvar su vida. Ahora compiten con los trabajadores mal pagados de Polonia. Es extremadamente difícil encontrar un puesto en el que puedan aprovechar sus cualificaciones”, confía la doctora Olena Davlikanova de FES Ucrania, ella misma refugiada que huyó a Polonia.

Las preocupaciones más frecuentes de estas mujeres, a menudo traumatizadas, son el acceso a la vivienda y el cuidado de los niños, la búsqueda de un trabajo decente y desenvolverse en el idioma polaco. “La barrera del idioma es un gran desafío”, afirma Palka a Equal Times. “Si una mujer habla polaco o inglés, sabemos que hay muchas más posibilidades de que encuentre un empleo. Si tenemos una candidata que solo habla ucraniano o ruso, pasar por el proceso de selección para un empleo se convierte en un gran problema”.

Según varios informes en los medios de comunicación polacos, a finales de agosto unos 420.000 ucranianos habían encontrado empleo en Polonia gracias a los procedimientos simplificados. Los migrantes ucranianos no necesitan solicitar un permiso de trabajo; en contrapartida, un empleador tiene 14 días para señalar que está empleando a un ciudadano ucraniano.

Según una fuente del grupo de presión Empleadores de Polonia, la mayoría de los refugiados ucranianos (alrededor del 70%) que han sido contratados en Polonia son mujeres, y la mitad de ellas realizan trabajos mal remunerados en la industria, los servicios o la agricultura.

Sin embargo, el número de refugiados realmente empleados en Polonia puede variar considerablemente de las estadísticas oficiales, ya que los datos presentados por las autoridades se refieren únicamente a los ucranianos que ocupan un empleo legal. En la práctica, debido a las barreras lingüísticas y los problemas de cuidado infantil, muchas refugiadas trabajan en la economía informal.

Tanto los sindicatos como los grupos empresariales están de acuerdo en que la apertura del mercado laboral fue un paso positivo hacia la integración de las trabajadoras ucranianas en la sociedad polaca, especialmente dadas las presiones que enfrentan las ONG y los gobiernos locales que responden a la afluencia de ucranianas que buscan refugio. “Polonia sigue siendo un país relativamente pobre. Es muy difícil proporcionar alojamiento y ayuda [para el gran número de refugiadas]. Cuánto tiempo podremos sostener esta situación sigue siendo una incógnita”, comenta Sebastian Koćwin, vicepresidente de la confederación sindical polaca OPZZ.

Aun cuando los sindicatos y los inspectores de trabajo aseguran que están atentos a la posible explotación de los refugiados ucranianos en Polonia, hasta ahora, se cuenta con muy poca información a través de los canales oficiales. La inspección superior del trabajo de Polonia indicó a Equal Times que no tenían constancia de abusos laborales contra las refugiadas ucranianas que trabajan en Polonia, pero Koćwin, de la confederación sindical OPZZ, afirma que, aunque los sindicatos tienen conocimiento de muchas infracciones, son pocas las trabajadoras que acuden a presentar una denuncia. Da como ejemplo el de una refugiada ucraniana contratada para trabajar en la hostelería a través de una agencia de trabajo temporal que fue obligada a trabajar desde las 5 de la mañana hasta las 11 de la noche mientras sus tres hijos permanecían en un albergue sin la supervisión de un adulto. “Aun antes del estallido de la guerra teníamos problemas de empleo ilegal, e incluso casos de trabajo forzoso. Ahora, dada la magnitud de la crisis, estamos muy inquietos”, asegura Koćwin.

Contratos basura y la protección de las trabajadoras del hogar

Un rasgo muy común del trabajo ofrecido a las refugiadas ucranianas es el de los contratos de trabajo por cuenta propia, conocidos coloquialmente como “contratos basura”. Koćwin sitúa el número de refugiadas legalmente empleadas con este tipo de contratos en un 70%. Si bien es cierto que muchas ucranianas quieren regresar a casa cuando el conflicto haya terminado, los contratos de trabajo por cuenta propia se basan en la ley civil y no en el código del trabajo. Estos contratos pueden estar sujetos a la normativa sobre el salario mínimo y los impuestos de la seguridad social, pero no hay límite de horas de trabajo ni las trabajadoras tienen derecho a las mismas prestaciones que los empleados, como la paga por enfermedad o las vacaciones.

“Me gustaría tener un contrato de trabajo, pero ganaría menos de lo que gano ahora. Para ganar más, debo trabajar más”, asegura Natalia Matsiuk, que ha estado empleada durante cuatro años y medio por una agencia de empleo temporal para trabajar en una de las cadenas de descuento más grandes de Polonia. Su historia ilustra algunas de las dificultades que enfrentan las mujeres ucranianas en Polonia y cómo la guerra ha cambiado la vida de las migrantes ucranianas. Por ejemplo, Natalia trabaja 10 horas al día, seis días a la semana como cajera para mantenerse a sí misma y a sus dos hijas adolescentes, que antes confiaba al cuidado de sus padres en Ucrania, y a las que mantenía mediante remesas. Sin embargo, desde que estalló la guerra y sus hijas escaparon a Polonia, su nivel de vida se ha deteriorado debido al mayor costo de la vida en Polonia, al aumento del costo de la vivienda y a la creciente inflación que merma su salario.

El informe de 2021, The Impact of Covid-19 on Ukrainian Women Migrants in Poland, concluyó que incluso antes de la guerra, las personas más afectadas por el trabajo precario son las mujeres que asumen trabajos de cuidados domiciliarios. Es un sector caracterizado por la informalidad que priva a las trabajadoras de una protección laboral adecuada. Sin embargo, es un área en rápida expansión, especialmente a causa del envejecimiento de la población de Polonia. Un rápido vistazo a las redes sociales dirigidas a las refugiadas ucranianas muestra una avalancha de ofertas de trabajo en el mercado negro.

Miles de personas abrieron su hogar a las ucranianas que buscaban refugio, pero los activistas están haciendo sonar la alarma sobre la posible explotación de las ucranianas que trabajan en el sector de la atención domiciliaria.

“No existe una normativa sobre el tiempo de trabajo o las tareas a realizar. Muchas mujeres son contratadas para cuidar a los ancianos, pero también se les exige que limpien, cocinen, administren medicamentos o incluso inyecciones. No se respeta nuestro derecho al descanso ni al tiempo libre”, afirma Ruslana Poberezhnyk, del Comité de Trabajadoras del Hogar.

“Los empleadores a menudo esperan que las trabajadoras del hogar estén disponibles las 24 horas del día, los siete días de la semana. El dinero que tenemos en la mano representa poco más que un salario mínimo, pero la mayoría son contratadas sin ningún tipo de contrato”, afirma. Poberezhnyk, originaria de Ivano-Frankivsk en el oeste de Ucrania, ha estado trabajando como niñera durante dos décadas. Aunque dice que ha tenido buenas experiencias con familias polacas, también ha pasado muchos años asistiendo a migrantes ucranianas víctimas de explotación. “Sacaba de apuros a compañeras cuando sus empleadores no querían pagarles o les quitaban su pasaporte”, relata.

Poberezhnyk y sus compañeras crearon un sindicato en septiembre de 2021 para luchar por el reconocimiento y los derechos de las trabajadoras del hogar. El sindicato, que está afiliado a la confederación de base Inicjatywa Pracownicza (Iniciativa de los Trabajadores, conocido como OZZ IP) se reúne todos los domingos en el centro de Varsovia. Además de proporcionar apoyo a las trabajadoras del hogar, el sindicato ejerce presión sobre el Gobierno polaco para que legalice su trabajo y garantice un salario y unas condiciones de trabajo decentes.

“Invitamos a las refugiadas a venir a participar en nuestras reuniones durante las cuales explicamos cómo no caer presa de la explotación o evitar trabajar por salarios mínimos y alojamiento. Les damos a conocer sus derechos porque sabemos que pueden ganarse la vida legalmente”.