“La población joven de África podría impulsar la transformación socioeconómica del continente”, dice el demógrafo malauí Eliya Zulu

“La población joven de África podría impulsar la transformación socioeconómica del continente”, dice el demógrafo malauí Eliya Zulu

Eliya Zulu (centre) accepts a 2023 UN Population Award on behalf of the African Institute for Development Policy (AFIDEP) in recognition of its outstanding contribution to population, development and reproductive health at the United Nations Secretariat in New York on 12 July 2023.

(AFIDEP)

África es el continente más joven del mundo, pues el 70% de población de la región subsahariana tiene menos de 30 años y, según las previsiones, para 2030, el 42% del total mundial de jóvenes será africano. Sin embargo, existe desde hace tiempo un debate sobre si esto representaría una tendencia demográfica insostenible o si los líderes africanos pueden catalizar dicha energía y potencial para impulsar el desarrollo por todo el continente y garantizar la paz, la seguridad y la prosperidad para los africanos de todas las edades.

El doctor Eliya Msiyaphazi Zulu se encuentra al frente de dicho debate. Desde que se doctoró en economía y estadística aplicada en la Universidad de Malaui en la década de 1980, se ha forjado una carrera como demógrafo y ha seguido estudiando, dando clases y trabajando en Malaui, Australia, Estados Unidos y Kenia. En 2010 fundó el Instituto Africano de Políticas para el Desarrollo (AFIDEP) en Nairobi (Kenia), que ha crecido hasta convertirse en uno de los principales institutos africanos de investigación y política en este campo, con una segunda oficina en Lilongwe (Malaui). El pasado julio, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) otorgó al AFIDEP el Premio de Población 2023 de la ONU por su trabajo para acortar la distancia entre las conclusiones de las investigaciones y la toma de decisiones en todo el continente africano. Poco después de la entrega del premio, Equal Times entrevistó a Zulu en la oficina de Malaui del AFIDEP y habló con él sobre lo que necesita África para aprovechar al máximo el potencial de su población joven.

¿Qué le motivó para seguir una carrera como la demografía?

En 1984, la demografía era una asignatura nueva en la Universidad de Malaui y yo pensaba que contaba con un gran potencial para contribuir al desarrollo de Malaui y África. Quería entender hasta qué punto las investigaciones influyen en la toma de decisiones del gobierno para mejorar la vida de las personas y qué papel desempeñan las conclusiones en todo esto.

Varios años después, llegué a la conclusión de que se estaban llevando a cabo muchas investigaciones, pero que las conclusiones apenas influían en los procesos de formulación de las políticas. Así que decidí fundar el Instituto Africano de Políticas para el Desarrollo (AFIDEP) para centrarme en acortar las distancias que existen entre la investigación, las políticas y la práctica.

¿Nos puede hablar un poco más del AFIDEP?

Somos un instituto de investigación y política, pero las investigaciones que llevamos a cabo son principalmente translativas y aplicadas. Es decir, tienen como objetivo proporcionar información relevante a los programas y políticas, en especial a los gubernamentales, para mejorar la vida de la gente.

El año pasado trasladamos nuestra sede de Nairobi a Lilongwe, en parte porque sentíamos que, como organización, podíamos hacer más para subsanar las grandes deficiencias que existen aquí en Malaui relacionadas con el modo en que interactúan la investigación política y la práctica en el ámbito político. Se trata de una herramienta importantísima para ayudar a que África crezca.

El pasado julio, el AFIDEP ganó el Premio de Población 2023 de la ONU. ¿Por qué razón concreta ganó dicho premio y cómo cree que contribuirá al campo de la demografía?

El comité de concesión del premio del UNFPA anunció que nuestro enfoque basado en las conclusiones y nuestra colaboración con los gobiernos, las organizaciones de la sociedad civil y los aliados internacionales se habían traducido en unos resultados positivos y una programación que ha tenido un gran impacto en ámbitos como la planificación familiar, la salud materna, la salud sexual adolescente y reproductiva y las dinámicas demográficas africanas.

Nuestra organización ha desempeñado un papel vital en la formulación de las políticas y programas que promueven un crecimiento demográfico sostenible en África. Y también hemos desempeñado un papel importante en la promoción del ‘dividendo demográfico’ [nota del editor: la idea, en este caso, de que el gran incremento de la población en edad de trabajar en África podría impulsar un enorme crecimiento económico en el continente, con una mayor participación en el mercado laboral y una mayor productividad] como un paradigma esencial del desarrollo en África, trabajando en colaboración con los gobiernos nacionales, las entidades regionales intergubernamentales, la Unión Africana, los aliados para el desarrollo, las organizaciones filantrópicas y la sociedad civil para lograr esta colaboración intersectorial.

África tiene la población más joven del mundo y esto a menudo se presenta en Occidente como una ’bomba de relojería’. Pero, ¿cuáles son las oportunidades que ofrece y dónde se pueden encontrar?

Gran parte de nuestro trabajo en el AFIDEP se centra en abordar el tema que usted acaba de plantear: ¿cómo puede África sacar partido de su población joven como la fuerza que impulse la transformación socioeconómica? Si uno lee la citación en nuestro premio de la ONU, todo el concepto del dividendo demográfico, afirma concretamente que parte de la razón por la que se le otorgó este premio al AFIDEP es debido al apoyo que hemos prestado a los gobiernos africanos para que pongan sobre la mesa las conclusiones con el objetivo de ayudarles a entender los beneficios de invertir en este sector demográfico e incluso para que empiecen a formular unas políticas prácticas aplicables.

No cabe ninguna duda de que la población africana joven en edad laboral constituye un gran activo para el desarrollo si se llevan a cabo las inversiones adecuadas en educación y desarrollo de capacidades. Pero también si se reformula la economía para que dichos jóvenes puedan acceder a unos medios de vida y un trabajo dignos. Si así se hiciera, debido al lugar que ocupa África en lo que respecta a su estructura demográfica, dicho dividendo demográfico podría acelerar el crecimiento económico de África. Básicamente, esa es la premisa.

Pero si no llevamos a cabo dichas inversiones –en educación, en salud, etc.–, si no lo hacemos, si no mejoramos el desarrollo de las capacidades, si no generamos puestos de trabajo, entonces sí que podría ser una bomba de relojería.

¿Qué tiene que ocurrir ahora?

Creo que los países africanos tienen que poner de su parte. Tenemos que priorizar las inversiones para desarrollar nuestro capital humano, porque ese es nuestro mayor recurso. África es el único continente cuya población seguirá creciendo a lo largo de este siglo. En las otras regiones del mundo, las poblaciones se estabilizarán o empezarán a decrecer. Por ejemplo, África tiene ahora una población de unos 1.500 millones de habitantes y para 2050 tendrá alrededor de 5.000 millones. En 2070, una de cada tres personas del mundo serán africanas.

La cuestión es: ¿puede el mundo ignorar a África? El hecho de que otras regiones no tengan una población joven significa que África tiene la oportunidad de ayudar a resolver la escasez de trabajadores en otras regiones y el resto del mundo puede contar con los jóvenes africanos para que acudan y contribuyan a su desarrollo. Pero eso tan solo puede ocurrir si la población africana está bien formada y cualificada. Y actualmente esto no está ocurriendo al nivel que debería.

Sin embargo, en última instancia, el mayor recurso que tiene este continente es su gente. Mire usted algunos de los países que han exportado una gran cantidad de trabajadores. Antes decíamos que se trataba de una ‘fuga de cerebros’, ¿verdad? Pero ahora reconocemos que entre nuestros países del sur y el norte podemos lograr transferencias de trabajadores que resulten beneficiosas para ambos. Si tomamos el ejemplo de Kenia, su diáspora aporta más remesas que todos los donantes juntos. Y creo que un país como Malaui tiene que invertir para alcanzar ese nivel. No debe basarse únicamente en personas que vayan a trabajar de jardineros en Sudáfrica o trabajadoras del hogar en Oriente Medio. Un país como Malaui debería tener a algunos de sus ingenieros migrando al extranjero para competir por los mejores puestos de trabajo. Pero para ello, se necesita una población cualificada y bien formada.

En cuanto a los trabajadores y la transferencia de conocimientos especializados, ¿cómo puede el continente trabajar con los países del hemisferio norte para lograrlo?

Cuando hablamos de la colaboración entre países africanos y la comunidad internacional, en mi opinión hay que cuestionar a nuestros colaboradores occidentales y decirles que también es vuestra responsabilidad ayudar a desarrollar dicho capital humano en África. No sólo porque la ayuda a garantizar que no haya ningún conflicto civil en África y que no tengáis a un montón de africanos muriendo en vuestras fronteras mientras intentan escapar de la pobreza, sino también porque ayuda a crear más oportunidades dentro del continente. Además, cuando tengáis escasez de trabajadores, podréis echar mano de los jóvenes africanos que acudirán a ayudar a vuestros países.

¿Cómo puede la juventud africana tener voz y voto para lograr un verdadero desarrollo en el continente?

Los jóvenes africanos deben implicarse más en la toma de decisiones. Deben tener voz y voto. Pero parte del desafío reside en la pregunta: ¿están los jóvenes lo suficientemente empoderados? ¿Está el sistema educativo realmente ayudando a formar a jóvenes líderes cualificados y pensadores críticos o tan solo está enseñándoles a aprobar los exámenes?

Es decir, hablamos sobre la Agenda 2063 [el plan de la Unión Africana para la transformación socioeconómica del continente] y sobre cómo se centra en el cambio de mentalidad. Pero, ¿dónde se está dando eso? Hay que formar a los jóvenes para que realmente se apropien e impulsen la agenda del desarrollo. Así que en mi opinión, no solo es importante que los jóvenes se impliquen, sino que tienen que tomar el control y presentar sus reivindicaciones.

Por ejemplo, los jóvenes constituyen el mayor grupo de votantes. Pero, ¿cómo se comportan en las elecciones? ¿Van a dejarse influir por cuestiones étnicas? ¿Van a elegir a sus líderes basándose en su procedencia o van a elegir a gobernantes que puedan dar prioridad a sus objetivos?

Por tanto, el empoderamiento de la juventud es totalmente crucial. El futuro de África radica en su población. La cuestión es: ¿cómo convertimos a esta población joven en un motor para la transformación socioeconómica? Va a costar mucho. No se trata únicamente de una intervención, sino de una colección de muchos asuntos, algunos de los cuales ya hemos planteado aquí. Pero yo creo que podemos hacerlo.