Las protestas en Ghana mudan de tono y objetivo con la crisis política y económica

Las protestas en Ghana mudan de tono y objetivo con la crisis política y económica

Calls for a new constitution featured during the 5 November 2022 protests in Accra, Ghana, demanding the resignation of President Akufo-Addo.

(Delali Adogla-Bessa)

Namata Serumaga-Musisi, miembro del movimiento político de base Economic Fighters League, suspira mientras recuerda una interacción entre un compañero ugandés y el presidente ghanés, Nana Akufo-Addo, en la Universidad de Harvard en 2019. Este estudiante ocupó los titulares al decir que le gustaría cambiar por Akufo-Addo al presidente de Uganda, Yoweri Museveni, quien mantiene un control férreo del poder en este país de África oriental desde 1986.

Serumaga-Musisi, que vive en Ghana desde hace más de una década, comprendió el sentimiento del estudiante ugandés, atraído por el brillo de la tan célebre democracia ghanesa. Sin embargo, también sospechaba que su admiración por Akufo-Addo no duraría. “La evolución de la democracia en Ghana ha sido muy interesante”, dice Serumaga-Musisi. “Estamos en la misma trayectoria [hacia el autoritarismo de Uganda], con la diferencia de que Uganda ha recorrido más camino”.

Desde el incidente en la Universidad de Harvard, el Gobierno de Akufo-Addo se ha visto sacudido por escándalos de corrupción; ha vivido un período electoral relativamente violento en 2020 y ha experimentado una presencia militar cada vez mayor en los asuntos civiles. Actualmente, Ghana atraviesa su peor crisis económica en tres décadas: el país carga con una gran deuda y actualmente destina más del 70% de sus ingresos al pago de intereses, además de tener la inflación más alta en 21 años (50,3% al 14 de diciembre de 2022).

Esta inflación obedece en su mayor parte a los desafíos relacionados con el mercado de divisas, ya que la moneda local, el cedi, se depreció hasta un 50% con respecto al dólar estadounidense en 2022. Las dificultades experimentadas por el cedi transformaron en una burla el aumento reciente del salario mínimo en Ghana de 12,53 a 14,88 cedis (diarios). Hace aproximadamente un año, 12,53 cedis equivalían a 2 dólares estadounidenses. En el momento en que se redacta el presente artículo, el nuevo salario mínimo equivale a aproximadamente a 1,5 dólares.

Esta convergencia de crisis política y económica llevó a más de 1.000 jóvenes ghaneses a tomar las calles el 5 de noviembre de 2022 para exigir la dimisión del presidente Akufo-Addo y su también atribulado ministro de Finanzas, Ken Ofori-Atta.

Anteriormente, las protestas en Ghana se habían centrado generalmente en cuestiones específicas, como las protestas #DumsorMustStop, en respuesta a la crisis permanente de suministro eléctrico del país, o las protestas más recientes #FixTheCountryNow en 2021, en las que se exigían reformas socioeconómicas. Esta es la primera vez que los manifestantes piden explícitamente que dimita un presidente.

Los jóvenes manifestantes fueron acusados de faltar el respeto, ya que las normas culturales ghanesas dictan que las personas mayores y que ocupan cargos de autoridad siempre deben ser tratadas con deferencia. Un respetado analista financiero encarnó esta idea al arrodillarse en televisión para rogar a Akufo-Addo que arreglara la economía, tan solo unos días antes de que una multitud de jóvenes ghaneses, muchos de los cuales se manifestaban por primera vez, tomaran las calles.

Un cambio de ritmo en la cultura de protesta

Aunque el cedi ghanés ha empezado a experimentar un repunte frente al dólar estadounidense (en previsión de los 3.000 millones de dólares que el país recibirá en concepto de ayuda del Fondo Monetario Internacional), y esto ha hecho que disminuya el precio del combustible, la población ghanesa ha enfrentado en 2022 una avalancha de incremento de precios. Según el Servicio de Estadística de Ghana, el coste de la vivienda, el agua, el gas y la electricidad aumentó en un 79,1% (al 14 de diciembre de 2022). Por otra parte, la inflación de los precios de los alimentos y las bebidas no alcohólicas alcanzó el 55,3%. Estos son algunos de los problemas que tenían en mente las personas que se manifestaron para exigir la dimisión de Akufo-Addo.

“Estoy aquí porque tengo la impresión de que todo se ha ido al garete y porque no puedo pagar las tasas escolares de mis hijos”, explicó enfadada la empresaria Mulaika Salisu durante la protesta.

Nunca antes se había manifestado para exigir la dimisión del presidente, pero era la consecuencia lógica de las dificultades económicas sin precedentes que estaba experimentando. “Podría haberme quedado durmiendo en casa, pero considero que tengo que venir y contribuir”, añadió.

La reticencia tradicional de la población a manifestarse forma parte de la cultura política civil que Serumaga-Musisi trata de cuestionar desde hace cuatro años desde Economic Fighters League, que se formó en 2016 y cuenta con unos 100.000 miembros inscritos. Según ella, son sistemas “concebidos para privar a las personas de su poder”. El movimiento cree que las elecciones de Ghana, con el Nuevo Partido Patriótico de Akufo-Addo y el Congreso Democrático Nacional como líderes recurrentes, es simplemente una competición entre los dos lados de la misma moneda. Ambos partidos han sido responsables de los mismos fracasos socioeconómicos a lo largo de los años, como la corrupción y la falta de disciplina fiscal.

Noah Nathan, profesor asociado de ciencias políticas en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (Estados Unidos), ha investigado sobre la democracia de Ghana durante los 15 últimos años. Raya en el optimismo cuando reflexiona sobre las protestas recientes y la crisis económica.

“El hecho de que la población se sienta segura como para tomar las calles de forma pacífica es en realidad una señal de la buena salud de la democracia ghanesa”, dice Nathan. “En otras partes del continente observamos ejemplos en los que la política responde incluso menos a las necesidades de los ciudadanos”.

Algunos ghaneses suelen burlarse de la percepción de Ghana como modelo de democracia debido a las numerosas transferencias de poder que ha experimentado en los últimos 30 años, cuando Ghana instauró de nuevo un régimen civil tras décadas de golpes militares y perturbaciones en los gobiernos civiles. Es importante señalar que las elecciones de 2016 fueron las primeras en las que el poder cambió de manos entre un presidente en funciones y su contrincante cuando Akufo-Addo derrotó al entonces presidente John Mahama por un margen sin precedentes.

Arrojar luz sobre un sistema corrupto

Sin embargo, a pesar de que los críticos suelen señalar la incapacidad de los dos partidos políticos principales de Ghana para corregir deficiencias que existen desde hace mucho tiempo, como la corrupción, o proteger las arcas públicas mediante una gestión prudente de la economía, Nathan considera que su influencia es extraordinaria e innegable. “No solo dominan el panorama electoral, sino que sus vastas redes y soldados rasos los convierten en instituciones sociales”, explica.

Sin embargo, es posible que los dos partidos tengan que superar obstáculos en el futuro. Según Nathan, aunque las reivindicaciones apartidistas para que el presidente Akufo-Addo dimita indican una buena salud democrática, la crisis económica ha ido acompañada de fisuras que se han creado en el Nuevo Partido Patriótico, el partido gobernante, que apuntan a una relación tensa entre los soldados rasos, normalmente leales, y la élite política.

Las personas leales al partido esperan beneficiarse de los nombramientos del Gobierno, que van desde ministros hasta proveedores de servicios de restauración en escuelas e incluso administradores de aseos públicos. Sin embargo, a medida que escasea el dinero, estos beneficios disminuyen y preocupa que el descontento pueda suscitar un giro hacia elementos más radicales y populistas dentro del partido.

“Si el NPP llega a perder credibilidad entre la población debido a la pésima gestión que está realizando, y eso le hace desconectar de su masa de partidarios, lo que podría ocurrir es que una nueva fuerza podría encontrar hueco en el sistema político”, observa Nathan.

Sin embargo, Nathan confía en que la democracia ghanesa ofrece un valor positivo neto, aunque cree que el ciclo actual de elecciones libres y justas desalienta en última instancia una cultura de protesta sostenible en el contexto ghanés. Describe esta situación como “el precio de un sistema de partidos tan eficaz porque la población puede canalizar sus quejas a través del sistema electoral”.

Serumaga-Musisi está más alarmada por la fe en las elecciones y la Constitución de 1992 de Ghana. Al igual que sus compañeros de Economic Fighters League, cree que la percepción positiva de la democracia ghanesa, tanto en el país como en el extranjero, continuará limitando la eficacia de las protestas políticas en Ghana. Dice que el próximo paso es que los manifestantes pasen de la rabia contra el jefe de Estado a la rabia contra la Constitución, que deja en última instancia el poder en manos del Poder Ejecutivo y es el motor de la democracia imperfecta de Ghana. “Debemos aprovechar la crisis económica y arrojar luz sobre el sistema corrupto”.