Nikoleta Barba, la odisea económica de una promesa de la lucha libre en Grecia

Nikoleta Barba, la odisea económica de una promesa de la lucha libre en Grecia

Until the 2004 Olympic Games in Athens, Greek athletes had world-class funding, trainers and facilities. This golden age ended when the economic crisis broke out and the Greek government cut funding to sport. What does this mean for promising young athletes like wrestler Nikoleta Barba (in the image on the right; during a training with Narek Grigorian)?

(Miguel Fernández Ibáñez)
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Nikoleta Barba tiene 18 años. Triple campeona de los Juegos Balcánicos y doble medallista de bronce en los Campeonatos de Europa en categorías inferiores, es la mayor promesa de la lucha libre femenina en Grecia. Pese a ello, carece de las condiciones económicas apropiadas para desarrollar todo su potencial: solo una dedicación absoluta y el apoyo de su familia le permiten continuar al máximo nivel.

Desde que estalló la crisis económica en Grecia, el Gobierno ha recortado la financiación de las federaciones deportivas en aproximadamente dos tercios. Solo en el periodo de 2009 y 2014, recoge el informe sobre las medidas de austeridad y el deporte Impact of austerity measures on National Sport Federations: evidence from Greece, el dinero destinado a los deportes considerados prioritarios, como el fútbol o el baloncesto, pasó de 37 a 12 millones de euros, mientras que en los de interés nacional, como la halterofilia o la lucha, la caída fue de 10 a 4 millones. Todo apunta a que la situación no ha mejorado, no obstante, el secretariado de Deportes, la máxima autoridad gubernamental, no ha querido responder a las preguntas de Equal Times sobre la evolución de la financiación en los últimos años, pese a haber sido contactado en múltiples ocasiones desde finales del pasado noviembre.

Consciente de las dificultades económicas que afrontan los atletas en Grecia, Nikoleta continúa luchando por abrirse camino en un mundo competitivo. Su historia es una historia de pasión y esfuerzo familiar. Ioannis, su padre y entrenador, fue luchador en la disciplina grecorromana hasta los 19 años, cuando se retiró y comenzó a investigar sobre el deporte en la Universidad Demócrito de Tracia. Allí conoció a su mujer, Evaggelia, con quien tuvo a Nikoleta. Como entonces las guarderías no eran habituales, y además, tampoco sobraba el dinero, Nikoleta acompañó a diario a su padre en los entrenamientos. “Me traía aquí en carrito”, recuerda. “Crecí aquí y ahora es mi vida”, sentencia.

Baja, de cuello ancho, fuerte, Nikoleta entrena seis horas diarias. Antes estudiaba y entrenaba, pero actualmente, porque el deporte profesional requiere dedicación absoluta, ha decidido centrarse en la lucha libre. Es el único camino posible para alcanzar su sueño: conseguir el oro en unos Juegos Olímpicos, concretamente apunta a los que se celebrarán en Los Ángeles en 2028.

El entrenamiento

En Komotini, una de las principales urbes de las regiones de mayoría musulmana de Grecia, los minaretes conviven con los templos ortodoxos. En las afueras, cerca del campus universitario, está el hogar de la familia Barba. Evaggelia se preocupa por la juventud ‘perdida’ de su hija, y las conversaciones giran en torno a lo que podría haber sido su vida sin el deporte y lo que aguarda el futuro. Su madre duda, su padre también, pero Nikoleta lo tiene decidido: quiere luchar.

Las atletas tienen una vida llena de rutinas y privaciones. Nikoleta madruga y sigue una dieta estricta. “Las luchadoras tenemos un gran problema con los kilos y las categorías. Tenemos que mantener el peso”, apunta Nikoleta, que además está bajando de la categoría de 68 a 62 kilogramos; con su fisionomía, considera Ioannis, es la categoría a la que mejor se adapta.

En la universidad, donde entrena a diario, Nikoleta hace ejercicios con Marinos Marinidis, un preparador físico. Está entrenando la musculatura con balones, pesas y máquinas de gimnasio. Luego corre y se ejercita con cuerdas. Al día siguiente, forma parte de una investigación del doctorando Athanasios Gkrekidis. A través de unos sensores está comprobando la fuerza y la resistencia de la musculatura y los tendones de la rodilla de Nikoleta.

Por la tarde, Nikoleta entrena con Narek Grigorian, de 25 años y origen armenio –anterior quinto de Europa en categorías inferiores–. Después de calentar, luchan; el contacto es constante, y con fuerza se agarran de los brazos y el cuello mientras intentan tirar al oponente al suelo. Utilizan las manos y las piernas, buscan que la espalda del rival toque la colchoneta, y, una vez arrastrados, se voltean y resisten intentando rotar el cuerpo con ayuda de un cuello hiperdesarrollado. Más allá de otros matices, la diferencia principal entre la lucha libre y la lucha grecorromana es el uso de las piernas, prohibidas en esta última.

Grigorian, a diferencia de Nikoleta, careció del apoyo familiar y tuvo que empezar a trabajar. Su carrera se ha truncado, porque el deporte exige dedicación completa, y refleja a esos deportistas que tuvieron que abandonar su pasión por falta de apoyo institucional. Son la norma.

“Por desgracia, en nuestro país, al igual que en otros, necesitamos más apoyo. Cuando tienes un equipo detrás de ti, y por suerte yo lo tengo, es más fácil”, reflexiona Nikoleta.

Al igual que María Prevolaraki, la más exitosa de las luchadoras helenas, Nikoleta entrena a menudo con hombres: la lucha libre femenina no tiene nivel suficiente en Grecia. “Lo más importante es tener compañeras de entrenamiento. En Grecia, y en mi ciudad, no hay mujeres que luchen en mi categoría, y por eso vamos a otros países en los que puedo cambiar de compañera de entrenamiento, que es muy importante”, destaca Nikoleta.

La financiación

La profesionalización del deporte está provocando que los atletas, hombres y mujeres, alcancen su apogeo a edades más tempranas. El reto ahora es mantenerse en la cima el máximo tiempo posible. Ejemplos recientes son los prometedores canteranos del Fútbol Club Barcelona o el ciclista esloveno Tadej Pogacar*, que conquistó su primer Tour de Francia en 2020 con tan solo 21 años. El deporte es ciencia –y todo está perfectamente estudiado para alcanzar el pico de forma en momentos determinados–, también intuición y concentración, como refleja el saltador griego Miltiadis Tentoglou, asiduo a ganar campeonatos en el último intento. Ioannis apunta a ese segundo o gramo de más, y destaca el talento y la mentalidad ganadora de Nikoleta.

Para que su alumna mantenga el nivel competitivo, todos los años Ioannis programa cinco o seis entrenamientos en el extranjero, en países punteros como Japón, Rusia o Ucrania. Sin embargo, denuncia, las ayudas gubernamentales apenas cubren un tercio de los costes. Para obtener el respaldo completo hace falta conseguir una medalla en categoría absoluta en Olimpiadas, Mundiales o Europeos.

“En 2022, cuando Nikoleta consiguió la medalla de bronce en los Campeonatos de Europa sub-17, el gobierno pagó dos de los cinco entrenamientos. El resto los pagamos con nuestro dinero y con la ayuda de amigos”, ejemplifica Ioannis, y calcula que cada entrenamiento fuera cuesta de media unos 1.500 euros y que, anualmente, su familia invierte unos 7.000 euros. “Cada año el gobierno recorta el dinero de la Federación, que hace lo que puede dentro de sus posibilidades económicas. Todo se encarece pero el dinero para el deporte decrece. Nikoleta tiene tres medallas de oro en los Juegos Balcánicos y dos de bronce en los Europeos, y ha sido quinta y octava en los Campeonatos del Mundo. Es un nivel alto. Necesita entrenamientos, y tienen un coste”, añade, e insiste en que la carga recae sobre las familias: “Es así como se consigue el éxito en Grecia”.

“Las federaciones tendrían que apoyar a los atletas, porque por ellos mismos no pueden encontrar financiación. Es una inversión que nuestro gobierno tendría que hacer para, cuando maduren, obtener éxitos deportivos”, coincide María Michalopoulou, vicerrectora de la Universidad Demócrito de Tracia. “No podemos apoyar económicamente a los atletas. Como Universidad, perseguimos otros objetivos, y la prioridad son los estudiantes”, añade, y destaca que pueden ayudar con descuentos en la cafetería y con instalaciones y entrenadores profesionales y que, además, colaboran con las autoridades locales: “ellas ofrecen alojamiento y nosotras ofrecemos el resto de servicios”.

Hasta 2004, cuando se celebraron los Juegos Olímpicos de Atenas, los atletas griegos tenían financiación, entrenadores e instalaciones de primer nivel. Fue la época dorada, coronada por unas Olimpiadas que deslumbraron al mundo pero que dejaron un vacío enorme en las arcas del Estado.

Con la crisis económica, el Gobierno dejó de priorizar el deporte. En primer lugar, endureció los requisitos para obtener la financiación completa: antes de 2008 bastaba con quedar en el puesto de finalista, entre los ocho primeros, mientras que ahora se necesita conquistar una medalla.

Y luego empezó a recortar la financiación de las federaciones: en el periodo entre 2009 y 2014 la reducción fue de dos tercios, con un recorte superior al 50% en la lucha, que pasó de 2,1 millones euros a 939.000. En 2016, el presidente del Comité Olímpico Heleno, Spyros Kapralos, denunció la insuficiencia de las ayudas y subrayó que el 70% del presupuesto destinado a los atletas lo consumían los costes administrativos.

La precariedad y la incertidumbre son manifiestas, tal vez incluso insostenibles. Por eso, Ioannis solo entrena a su hija. Cualquier imprevisto, que en el deporte suelen ser las temidas lesiones, puede truncar una carrera, sobre todo si se carece de apoyo económico. Las operaciones y las rehabilitaciones son caras, y psicológicamente generan traumas. Nikoleta ya lo sabe: en otoño de 2022 sufrió una lesión en el menisco, y lo que era una operación simple, de un par de meses de rehabilitación, salió mal en Atenas y tuvo que repetirse, pero esta vez en Alemania y con un coste de 6.000 euros. Sin recursos, varias personas ayudaron a Ioannis: el exluchador kazajo Daulet Turlykhanov aportó 3.000 euros. El Estado griego, en cambio, no ayudó a cubrir los costes de la operación de su mayor promesa en lucha libre femenina.

Sin éxito, Ioannis intenta encontrar patrocinadores. Solo le ofreció ayuda el banco turco Ziraat, y no pudo aceptarla. Asegura que en Grecia miran con suspicacia la influencia turca, lo que añadiría presión psicológica a Nikoleta. Tampoco el consistorio de Komotini puede ayudar. En un acto en el

que Nikoleta recoge una placa en la que las autoridades reconocen sus hazañas deportivas, la familia Barba, encabezada por Evaggelia, da un discurso en el que recuerda que las palabras son insuficientes: se necesita dinero.

This article has been translated from Spanish.

(*) Ps.- Este artículo ha sido editado tras su publicación. En la versión inicial podía leerse: “Ejemplos recientes son los prometedores canteranos del Fútbol Club Barcelona o el maratoniano Kelvin Kiptum, que en octubre de 2023 batió el récord mundial con tan solo 23 años”. Retiramos la mención de Kiptum tras recibir información sobre su fallecimiento, que tuvo lugar el domingo 11 de febrero, mientras que el artículo había sido escrito, editado, traducido y prepublicado en fechas previas.