¿Puede la India, el país más poblado del mundo, dar trabajo a sus jóvenes?

¿Puede la India, el país más poblado del mundo, dar trabajo a sus jóvenes?

A group of pupils at a school near Udaipur in Rajasthan. In India, 78 per cent of the working population has not been educated beyond secondary school.

(Syed Altaf Ahmad/UNICEF India)

Hace unos meses la India se convirtió oficialmente en el país más poblado del mundo, con 1.400 millones de habitantes. Aunque durante mucho tiempo estuvo considerada como un país pobre, su economía ha superado ya la de su antigua metrópoli colonial, el Reino Unido, y ocupa actualmente el quinto puesto mundial, registrando al mismo tiempo una de las tasas de crecimiento más elevadas del planeta.

Estos indicadores pueden eclipsar las deficiencias estructurales de la economía india, que son, fundamentalmente, el empleo y la pobreza. El 45% de su población vive con menos de 3,65 dólares diarios, y, en términos de PIB per cápita, apenas alcanza el 127º puesto mundial.

Las espectaculares tasas de crecimiento de la economía india registradas en los últimos 20 años no han supuesto más que una modesta mejora en las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población india. El empleo es el principal canal de transmisión del crecimiento económico hacia unas mejores condiciones de vida, por lo que se ha convertido en un importante motivo de preocupación.

Una expansión económica que no consiga crear empleo no propicia el desarrollo humano. Y en la India, la elasticidad del crecimiento con respecto al empleo, es decir, la variación porcentual del número de puestos de trabajo por cada 1% de crecimiento, no ha dejado de disminuir desde los años 1970. A principios de la década de 2000 era de 0,44, es decir, que por cada punto de crecimiento se estaban creando menos de 0,5 puestos de trabajo; y siguió disminuyendo hasta que en 2014 se volvió negativa, lo que significa que el crecimiento estaba destruyendo empleo.

El crecimiento se calificó en aquel momento como “crecimiento sin empleo” o jobless growth. Posteriormente se ha situado en torno al 0,01, lo que implica que una tasa de crecimiento del 7,2% (que es la que se registró para el ejercicio 2022-2023) permitiría crear 6 millones de empleos, mientras que la población activa está creciendo a razón de 10 millones de personas al año y solo 4 de cada 10 indios en edad de trabajar buscan o tienen trabajo.

Esta última transición demográfica y el consiguiente aumento de la población activa ponen de relieve la gravedad del problema del empleo.

El empleo se basa sobre todo en el sector manufacturero

La escasa capacidad del crecimiento indio para crear empleo se origina, por una parte, en el limitado desarrollo del sector manufacturero y, por otra, en el desarrollo precoz del sector servicios.

Durante la década de 1970, la introducción combinada de dos legislaciones obstaculizó el crecimiento de las unidades de producción y su capacidad para beneficiarse de las economías de escala.

En primer lugar, las enmiendas a la Ley de Conflictos Laborales en 1976 y 1984 introdujeron rigideces en el mercado laboral, incitando a las empresas a recurrir a mano de obra informal, que además es más barata. Al reducirse el coste medio de la mano de obra, las industrias prefirieron utilizar este factor en detrimento del capital. La intensidad de capital del sector era, por tanto, relativamente baja, al igual que la productividad laboral.

Por otra parte, en los años 1970 y 1980 se introdujeron normativas para restringir la producción de determinados bienes a pequeñas unidades, lo que obstaculizó el crecimiento del tamaño de las unidades de producción.

La conjunción de estos dos fenómenos –salarios bajos y protección de las pequeñas unidades de producción– desincentivó el uso del capital y limitó la capacidad de estas industrias para beneficiarse de las economías de escala. El empleo en el sector manufacturero era por aquel entonces relativamente abundante, pero la productividad del trabajo era baja.

En el momento en que, en los años 1990 y principios de los 2000, la India se embarcó en la apertura y liberalización de su economía, en parte bajo los auspicios del FMI, las medidas protectoras de las pequeñas industrias desaparecieron. En consecuencia, estas industrias se enfrentaron no solo a la competencia nacional, sino también a la de las importaciones.

Trataron de aumentar su tamaño, favoreciendo el uso del capital en detrimento del trabajo. El consiguiente crecimiento del sector manufacturero se basó en un aumento de la productividad laboral, mientras que las cifras de empleo eran bajas. Así pues, entre 2011 y 2018 el sector manufacturero registró una tasa de crecimiento medio del 5,8%, destruyendo al mismo tiempo 3 millones de puestos de trabajo.

Una transferencia intersectorial de mano de obra demasiado lenta

El crecimiento del empleo en el sector manufacturero es esencial para la mejora del nivel de vida de una gran parte de la población india, gracias a la transferencia intersectorial de mano de obra. Teniendo en cuenta que el 44% de la población activa está empleada en el sector primario –que, por cierto, solo contribuye al 17% del PIB–, la productividad agrícola y, por tanto, la remuneración del trabajo agrícola, son bajas.

Este exceso de mano de obra puede explicarse en parte por la seguridad que proporciona el sector agrícola en la India: dos tercios de los empleos son informales, por lo que los trabajadores no tienen más red de seguridad que el trabajo de la tierra.

Por ello, pese a la tendencia a la baja registrada en los últimos 30 años en la proporción de mano de obra empleada en la agricultura, a partir de 2020 esta volvió a aumentar a raíz de las medidas de confinamiento adoptadas por la pandemia de covid-19. Muchos indios, privados de sus medios de subsistencia, regresaron a sus pueblos para trabajar en las explotaciones agrícolas familiares. Una transferencia de mano de obra de la agricultura a la industria permitiría aumentar la productividad y, por tanto, las rentas agrícolas, mientras que los salarios en la industria son, por término medio, más elevados.

Además, dado el nivel medio de cualificación de la mano de obra india, un tercio de la población activa no ha recibido una educación básica. El sector manufacturero parece ser el que más posibilidades tiene de absorber a estos trabajadores. La mejora del nivel de vida de casi uno de cada dos indios depende de esta transferencia de mano de obra y, por tanto, de la creación de empleo en la industria, creación que ha sido muy escasa en los últimos años.

La escasa contribución del sector servicios

El sector servicios también podría haber creado empleo si su crecimiento no se hubiera basado desde los años 1980 en nichos de mercado sumamente productivos que requieren un elevado nivel de cualificación, como los servicios financieros, los servicios de comunicación o los servicios a empresas. En 1983 este subsector representaba el 9% del valor añadido y el 5% del empleo en los servicios. En 2012 representaba el 30% del valor añadido de los servicios, pero solo empleaba un 10% de la mano de obra del sector.

La expansión del sector no se ha traducido en una creación masiva de empleo. En muchos países similares, las proporciones del sector servicios en el PIB total y en el empleo son equivalentes. En la India el sector servicios contribuye actualmente al 48% de la creación de valor añadido, pero solo emplea el 31% de la mano de obra.

La fuente del crecimiento en los servicios no favorece la creación masiva de empleo y, además, se trata de empleos que requieren un alto nivel de cualificación, que pocos trabajadores indios poseen. Efectivamente, como hemos avanzado, el 78% de la población activa solo tiene estudios de secundaria.

La creación de empleo en la industria es un reto crucial para la economía india a la hora de absorber el elevado número de nuevas incorporaciones al mercado laboral, de favorecer la transferencia de mano de obra de la agricultura a otros sectores y mejorar así las condiciones de vida, y de hacer sostenible el crecimiento fomentando la demanda interna, ya que la economía india no está actualmente muy orientada a la exportación.

La importancia de desarrollar el sector manufacturero ha sido reconocida por el Gobierno mediante la introducción de planes destinados a estimular esta industria, como Make in India o el componente industrial del programa Atmanirbhar Bharat Abhiyaan (India Autónoma), así como la flexibilización de la legislación laboral.

Entre 2020 y 2022 el sector manufacturero volvió a crear 8 millones de puestos de trabajo. Si bien estas cifras son alentadoras, todavía no están a la altura de la situación, dada la afluencia masiva de personas al mercado laboral. El empleo es, sin lugar a dudas, un factor fundamental para la expansión económica y la estabilidad política de la India.

This article has been translated from French by Guiomar Pérez-Rendón