En el aniversario de la bomba atómica de Hiroshima, Japón se plantea el futuro de sus centrales nucleares

 

Suena la campana de un templo seguida de un espacio de silencio.

Así es como se inició el martes 6 de agosto la conmemoración del 68 aniversario del ataque a la ciudad de Hiroshima (Japón), el primero con bomba atómica de la historia.

 

Aproximadamente 50.000 personas se reunieron ante la llama eterna, ubicada en el centro del Parque de la Paz de la localidad.

Entre ellas había supervivientes, parientes, funcionarios gubernamentales y delegados extranjeros que guardaron un minuto de silencio a las 8.15 am, la hora exacta en que el bombardero B-29 estadounidense “Enola Gay” lanzó la bomba atómica en 1945, matando a más de 140.000 personas y destruyendo todo a su alrededor.

Ese mismo año, y tan solo tres días después, una segunda bomba atómica en Nagasaki mató a decenas de miles más y obligó a Japón a rendirse ante los Aliados de la Segunda Guerra Mundial.

El primer ministro Shinzo Abe manifestó su compromiso con el desarme mundial y afirmó que Japón tiene la obligación de conseguir la abolición de las armas nucleares.

El alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui, insistió en la necesidad de lograr una “declaración de paz” y urgió al Gobierno de Japón a “desarrollar y aplicar rápidamente una política energética que tenga como principal prioridad la seguridad y el sustento del pueblo”.

La Confederación de Sindicatos de Japón (Rengo) apoyó la conmemoración en Hiroshima y Nagasaki. Asimismo, una delegación de la CSI asistió al acto.

“Junto a nuestros afiliados y a la CSI Asia Pacífico, hemos estado ejerciendo presión en los foros internacionales, incluida la ONU, para conseguir un mundo libre de armas nucleares y una transición justa basada en los empleos verdes y la producción con el objetivo de la paz”, afirmó Isabelle Hoferlin, una dirigente de la CSI.

Desde el accidente de Fukushima en 2011, el aniversario del ataque a Hiroshima constituye una oportunidad para debatir sobre si se vuelven a poner en marcha las centrales nucleares.

El primer ministro japonés, Abe, está a favor de reiniciar las centrales si se aplican nuevas medidas de seguridad, pero amplios sectores de la opinión pública japonesa se oponen a la idea.

Los 200.000 supervivientes del bombardeo de Hiroshima (los llamados hibakusha) se oponen firmemente a cualquier uso militar o civil de la energía nuclear. El Partido Comunista Japonés (JCP) y el Partido Socialdemócrata (SDP) también exigen que se desmantelen los 10 reactores de las centrales nucleares nº 1 y nº 2 de Fukushima.

El Consejo Japonés contra las Bombas Atómicas y de Hidrógeno (Gensuikyo) conmemoró el aniversario de Hiroshima y Nagasaki organizando la Conferencia Mundial contra las Bombas Atómicas y de Hidrógeno entre el 3 y el 9 de agosto de 2013 con la siguiente temática: “Por un mundo justo y en paz libre de armas nucleares”.

“La gente en Japón y en todo el mundo está alzando la voz para lograr un mundo justo y en paz libre de armas nucleares. Dichas voces deben ampliarse y hay que emprender acciones con este objetivo”, explicaron los organizadores.

El Gensuikyo señaló que, hace tres años, 189 Estados firmantes del Tratado sobre la No Proliferación de Armas Nucleares acordaron lograr “la paz y la seguridad de un mundo sin armas nucleares”, pero que el progreso para alcanzar dicho objetivo se ve obstaculizado por los Estados que tienen armas nucleares y defienden la “teoría de la disuasión nuclear”, es decir, que las armas nucleares constituyen una “garantía de seguridad”.