Orgullo Báltico: activistas unidos, políticos divididos

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Los organizadores y activistas de los derechos humanos están bastante contentos con los resultados de la manifestación del Orgullo Báltico 2013, un importante evento que fomenta los derechos de los LGBT, celebrado en Vilnius el 27 de julio.

Lituania es en estos momentos foco de la atención europea por ocupar desde principios de julio la presidencia de turno de la UE.

Los comentarios despreciables que se publicaron en línea y unos cuantos huevos que se lanzaron a las filas delanteras de manifestantes no perturbaron la manifestación.

El Orgullo Báltico se celebra todos los años en una capital báltica distinta. En 2010 los activistas ganaron una complicada batalla legal y los tribunales obligaron a las autoridades a proporcionar las medidas de seguridad necesarias para proteger a varios centenares de manifestantes contra una multitud rabiosa.

 

Solidaridad a través de las fronteras

Polujanova, voluntaria y coordinadora de recaudación de fondos de la Liga Gay Lituana, considera que se han logrado progresos notables desde 2010 en Vilnius y 2012 en Riga, donde los manifestantes tuvieron que permanecer separados con cercas del resto de la multitud. Este año la policía ha bastado para garantizar su seguridad.

No obstante, Aliona lamenta que determinados obstáculos legales hicieran que los preparativos resultaran estresantes para los activistas y poco atractivos para posibles asociados comerciales.

En un primer momento el municipio declaró que no se podía garantizar una seguridad adecuada en la calle principal de Vilnius, pero la instancia suprema le obligó a reunir suficientes policías y permitir que la manifestación se llevara cabo como se había planeado.

“Después del evento seguiremos haciendo un seguimiento de los proyectos legislativos homófobos y educando a la sociedad”, dice Birutė Sabatauskaitė del Centro Lituano para los Derechos Humanos, que organiza el festival “Inconvenient films” sobre el tema de los derechos humanos.

Este año el festival, junto con una serie de talleres, debates y exposiciones, fue parte de la semana dedicada a los derechos de los LGBT que precedió a la manifestación del sábado.

El Centro es miembro de la Coalición de Derechos Humanos, organización paraguas de diferentes instituciones, incluido el Observatorio de Derechos Humanos, y asociaciones minoritarias como la Liga Gay Lituana, la Comunidad Judía Lituana y el Centro de la Sociedad Romaní.

¿Se pusieron estas organizaciones tan diversas de acuerdo en el enfoque que se adoptó en el Orgullo Báltico?

Sabatauskaitė dice: “El odio está dirigido hacia muchos grupos. Los miembros entienden que los que odian a un grupo de personas por el color de su piel, en general odiarán o despreciarán a otro grupo por su orientación sexual.”

La división política

Mientras tanto los políticos parecen divididos en cuanto a los derechos de los LGBT en un país donde la Constitución excluye la posibilidad de matrimonio entre parejas del mismo sexo y la legislación sobre unión civil sigue estando ausente.

El único parlamentario gay declarado, el conservador Rokas Žilinskas, escribió un artículo de opinión en Delfi, la página de noticias más popular, diciendo que en vez de desfilar en defensa de sus derechos los homosexuales deberían centrarse en sus propias luchas individuales.

Su compañera Petras Gražulis (populista del partido “Orden y justicia”) fue una de las 28 personas detenidas por la policía por intentar interrumpir de forma agresiva la manifestación.

Gražulis utilizo también los recursos y el sitio web del parlamento para hablar contra “la promoción de la homosexualidad”, y su llamamiento fue firmado también por el vice-alcalde de Kaunas, la segunda ciudad más grande, y un destacado clérigo católico.

Aloyzas Sakalas, ex miembro socialista del Parlamento Europeo, escribió un artículo de opinión afirmando que “no había escuchado” que hubiera discriminación contra los homosexuales, y que, si quisieran tener hijos, las lesbianas y los gays podían “cooperar”.

La Presidenta, Dalia Grybauskaitė y el Primer Ministro, Algirdas Butkevičius mantuvieron una postura ambigua, mientras que el Ministro de Asuntos Exteriores, Linas Linkevičius expresó su apoyo.

El alcalde de Vilnius, Artūras Zuokas, que se hizo internacionalmente famoso después de simular un tanque que aplastaba a un coche mal aparcado, dijo que su ciudad “no necesitaba” este tipo de manifestaciones.

Con su creciente éxito, los activistas rechazan la expresión de moda “joven democracia” utilizada en Lituania y en el extranjero para explicar la situación de los derechos humanos.

La campaña de 20 años a favor de los derechos de los LGBT (en la nueva Lituania independiente la homosexualidad fue despenalizada en 1993) demuestra que los cambios requieren el compromiso de los activistas, no sólo un cambio de época y de generación.