Disminuye el reclamo de Rusia para los migrantes tayikos

Según el Banco Mundial, Tayikistán depende más de las remesas que cualquier otro país del mundo.

El 42 por ciento de la economía nacional está supeditado al dinero que envían los migrantes tayikos, que mayoritariamente trabajan en Rusia.

Pero la combinación de nuevas restricciones sobre la migración introducidas por el Kremlin y la caída del rublo están afectando considerablemente a Tayikistán, la más pobre de las repúblicas de Asia Central.

Tal como señaló el analista financiero Bekhruz Khimo a radio Ozodi, las remesas podrían disminuir en hasta un 20 por ciento durante la segunda mitad de 2014.

Con la pérdida de valor del rublo, los migrantes y sus familias pierden un porcentaje importante del dinero duramente ganado al cambiarlo en la moneda local.

Mientras que en junio un somoni tayiko (TJS) equivalía a menos de siete rublos (RUB), ahora vale más de 11 rublos.

En septiembre de 2014, según el servicio de inmigración ruso había 1,2 millones de ciudadanos de Tayikistán, un país de apenas ocho millones de habitantes, registrados en el territorio de la Federación Rusa.

Y pese a la actual caída de la divisa, muchos siguen pensando en tentar suerte en Rusia.

“Aquí no puedo encontrar trabajo, no puedo ganar dinero”, afirma Alisher, un joven de 24 años de Shahristan, al norte de Tayikistán.

“Pero siempre hay algo que construir, algo que limpiar, algo que cargar en Rusia”.

 

Un mercado laboral sombrío

Como muchos de su generación, Alisher ha venido luchando por encontrar un empleo estable desde que terminó la universidad en 2012.

El Banco Mundial señala que el país tenía una tasa de desempleo de casi el 11 por ciento en 2013, la más elevada en Asia Central. Pero algunas organizaciones de derechos humanos consideran que podría ser de hasta el 40 por ciento.

Las oportunidades de trabajo son escasas, y el salario medio equivalente a 175 USD es el más bajo de los países de la antigua Unión Soviética.

El mercado laboral en Tayikistán está marcado por una extensa economía informal, donde el sector agrícola ofrece la mayoría de los puestos de trabajo pero también los salarios más bajos.

Tras el asesinato de su marido, Gulnora, de Kanibadam, en la provincia tayika de Sughd, quedó sola con sus dos hijos.

“Tenía que trabajar en el campo todos los días para alimentarme y mantener a mis hijos. No había otro trabajo disponible. Ya no podía aguantar más, así que me decidí a irme a Rusia”.

Lleva siete años viviendo en la localidad rusa de Rostov del Don junto con sus dos hijos, Tolik de 11 años y Tatyana de 9.

“Los he educado de manera que no puedan llamarlos “churka” (un término despectivo para referirse a los trabajadores ilegales procedentes de las antiguas repúblicas soviéticas). Sus nombres han cambiado, ahora tienen nacionalidad rusa… mis hijos no han conservado nada de su país natal”.

Gulnora trabaja en una panadería de las 4 de la mañana a las 9 de la noche, seis días a la semana. En comparación con su vida anterior, su salario se ha incrementado de 120 TJS (23 USD) a 40.000 RUB (590 USD) al mes.

No obstante, muchos de aquellos que consiguen llegar a Rusia se ven obligados a aceptar salarios inferiores a la media.

Umed, un ingeniero cualificado de Tayikistán, viven en Noginsk, cerca de Moscú, desde hace cuatro años.

“Trabajo como cargador en un almacén de 8 de la mañana a 10 de la noche. Gano 25.000 rublos (370 USD) al mes, pero mis compañeros rusos que hacen el mismo trabajo llegan a cobrar 40.000 rublos (590 USD). No tengo ningún derecho pero debo aceptarlo. Si ocasiono el más mínimo problema me despedirían sin más”.

Consciente de la importancia de las remesas para su economía, el gobierno tayiko fomenta la emigración de sus ciudadanos, ya que la entrada de efectivo que generan se considera un estabilizador social.

Desde 2013, incluso publica “notas para migrantes”, un documento que recoge recomendaciones prácticas para aquellos que estén pensando en emigrar para trabajar en Rusia.

El Gobierno ha creado además clases de ruso específicamente dirigidas a potenciales emigrantes.

Un estudiante en la Universidad Pedagógica, uno de los principales centros educativos del país, recuerda un discurso del rector: “¡Aprendan idiomas! Si saben chino, podrán trabajar en China. Si saben inglés, francés o alemán, podrán ir a Europa. Si saben ruso podrán trabajar en Rusia”.

En ningún momento se menciona la posibilidad de trabajar en Tayikistán.