A la sombra de los primeros “Juegos Europeos”, la represión sin tregua del régimen azerí

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El 12 de junio, la capital de Azerbaiyán, Bakú, acogerá los “Juegos Europeos” de 2015, la primera edición de una manifestación deportiva de alto nivel establecida por el Comité Olímpico Internacional en 2012.

Este certamen de múltiples disciplinas deportivas gracias a una contribución del Gobierno azerí a por valor de 1.250 millones de USD y verá aterrizar sobre el suelo de este pequeño (pero riquísimo) país, reputado por sus violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos, a alrededor de 6.000 deportistas provenientes de 50 países europeos.

Representa una ocasión para numerosas organizaciones de llamar la atención y pedir a los dirigentes europeos que boicoteen la ceremonia de apertura de este evento el 12 de junio, declaró Ulrike Lunacek, Vicepresidenta del Parlamento Europeo, durante una audiencia que tuvo lugar al respecto exactamente un mes antes del inicio de los Juegos.

“Queremos utilizar los ‘Juegos de Bakú’ para sacar gente de las cárceles, para conseguir la liberación de presos políticos. Pienso que realmente podría hacerse presión sobre el presidente Ilham Aliyev si se le hace saber que los Gobiernos de los países miembros de la Unión Europea (UE) y los representantes de las instituciones europeas no estarán a su lado durante la ceremonia de apertura a menos que se libere entre otros. Hemos de asegurarnos que los Gobiernos de la UE lo hagan y en tanto que eurodiputados nos estamos movilizando al respecto”.

Porque Azerbaiyán, pese a ser miembro de numerosas organizaciones intergubernamentales como Naciones Unidas y el Consejo de Europa, es un país donde las detenciones arbitrarias, los desplazamientos forzosos, la discriminación religiosa y los atentados a la libertad de expresión son habituales. Denunciar los abusos del Gobierno, sus violaciones de los derechos humanos y su corrupción resulta altamente peligroso.

Decenas de periodistas y de activistas lo han pagado caro, como Khadija Ismayilova, periodista independiente de investigación que reveló la implicación de la familia Aliyev en casos de corrupción y que se encuentra en prisión preventiva y pendiente de juicio acusada de haber “incitado al suicidio” a su antiguo compañero sentimental.

Rusul Jafarov, fue detenido en agosto de 2014 por “actividades ilícitas” y “evasión fiscal”, entre otras acusaciones. Es presidente de la coalición Human Rights Club que organizara una campaña de sensibilización en víspera de la celebración del concurso de Eurovisión en Bakú, en 2012, y en el momento de su detención había empezado a trabajar en una campaña similar denunciando los encarcelamientos políticos con vistas a los Juegos Europeos.

 

La diplomacia silenciosa no funciona

Equal Times tuvo ocasión de reunirse en Bruselas con la hija de otros dos destacados defensores de los derechos humanos en Azerbaiyán, Arif y Leyla Yunus, detenidos desde 2014 acusados de “traición al Estado” y “fraude” y que aún están en espera de juicio.

Su hija Dinara vive exilada en los Países Bajos, donde lucha incansablemente por informar y concienciar a la opinión pública europea respecto a la situación de estos presos políticos, así como respecto a estado de salud de su madre, finalista del precio Sakharov, que se agrava por momentos, según nos informó.

Leyla Yunus sufre de una forma grave de diabetes a la que se suma una hepatitis, y no recibe el tratamiento médico adecuado en prisión. Su hija está convencida de que la ampliación sistemática de su detención provisional “demuestra que el Gobierno está decidido a provocar su muerte entre rejas”.

Dinara no ha vuelto a Azerbaiyán desde hace cinco años, sabiendo que el Gobierno “tiene por costumbre utilizar a los miembros de la familia para ejercer presiones sobre los presos” y tampoco mantiene ningún contacto directo con sus padres.

“La diplomacia silenciosa no funciona”, añade Dinara. “Exhorto a los Gobiernos a denunciar públicamente los abusos y espero que el Gobierno francés tome la iniciativa, teniendo en cuenta que mi madre ha sido condecorada con la insignia de Caballero de la Legión de Honor. No sé qué es exactamente lo que están haciendo los Gobiernos, pero no funciona, porque no se ha producido mejora alguna. Hay otros intereses en juego, económicos, y mis padres están pagando las consecuencias. Me da la sensación de que mis padres han sido abandonados y no pasará mucho antes de que tengamos noticia de que uno de ellos ha muerto, en vista de su estado de salud”, comentó Dinara a Equal Times.

Una opinión compartida por Human Rights Watch. Giorgi Gogia, experto de dicha organización para el Sur del Cáucaso, lo confirma: “La diplomacia silenciosa no funciona con Azerbaiyán, y si hay algo que realmente les importe a los líderes azeríes es el estatus y el prestigio. A menos que se les critique públicamente, creo que no se obtendrán resultados”, indica, recordando que la represión del régimen nunca es más feroz que nunca.

Los llamamientos de las ONG y los defensores de los derechos humanos en vísperas de los Juegos Europeos son inequívocos: aunque no se trata de boicotear el acontecimiento deportivo, los dirigentes europeos no deberían en ningún caso legitimar, mediante su presencia durante la ceremonia de apertura del 12 de junio, un régimen que pisotea los derechos fundamentales y que encarcela arbitrariamente a sus ciudadanos.

Pero tras la celebración de los Juegos de Bakú, volverán a plantearse las cuestiones de fondo – las relaciones económicas y la dependencia energética hacia ese país que se ha enriquecido enormemente gracias a la exportación de petróleo.

“Disminuir nuestra dependencia de los combustibles fósiles constituye otro aspecto importante, no sólo desde el punto de vista del cambio climático, sino también del de los derechos humanos. Si disminuimos nuestra dependencia del gas azerí, nuestros gobiernos tendrán mayor libertad para denunciar sus abusos”, concluye Ulrike Lunacek.

 

This article has been translated from French.