¿Están los empleadores haciendo lo suficiente para luchar contra las causas del cáncer?

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Las campañas contra el uso de un asesino “apenas visible”, responsable de la muerte de unas 100.000 personas en Europa cada año, se están intensificando. “El cáncer de origen laboral es la causa apenas visible de un número intolerablemente elevado de muertes”, señala Shelley Frost, Directora Ejecutiva de Política en el Instituto de Salud y Seguridad Ocupacional (IOSH, por sus siglas en inglés) del Reino Unido.

“Se trata de un factor que apenas resulta visible principalmente por dos razones: la invisibilidad literal de las sustancias cancerígenas, y la latencia de sus efectos”, explica Frost a Equal Times. “Algunos cánceres no se diagnostican hasta una década después de que la persona haya estado expuesta – muchas veces sin saberlo – a una sustancia cancerígena en el trabajo. Otros pueden tardar más de 35 años en desarrollarse”.

El riesgo de cáncer no suele ser la primera cosa que la gente piensa cuando se habla de salud y seguridad en el trabajo. “Las empresas se han centrado habitualmente más en el aspecto seguridad de la salud y seguridad”, según indica Frost, debido a las “repercusiones inmediatas y a menudo graves que conlleva un incidente en el trabajo”.

“Entre 2014 y 2015, un total de 142 trabajadores/as perdieron la vida en el trabajo en el Reino Unido, en casos todos ellos trágicos y evitables. Esta cifra, no obstante, se ve superada con creces por la de las 8.000 personas que mueren cada año como resultado de cánceres relacionados con el trabajo”.

En su campaña de sensibilización sobre el cáncer de origen laboral, el IOSH se está centrando en cinco “factores” habituales asociados al cáncer relacionado con el trabajo en el Reino Unido: el asbesto, los gases de escape de motores diesel, el polvo de sílice, la radiación solar y el trabajo por turnos.

El asbesto sigue siendo la causa más habitual de cáncer relacionado con el trabajo en el Reino Unido, según el IOSH. Está provocando alrededor de 4.000 muertes al año.

“El asbesto afecta principalmente a la construcción y a las industrias de la fontanería y el mantenimiento, pero también puede afectar a las personas que trabajan en sectores como la venta al por menor, la educación y los servicios públicos, en edificios viejos que contienen asbesto”, dice Frost.

 
Asbesto cubierto

Los empleados de una escuela situada al norte de Manchester, que han preferido permanecer en el anonimato, explican a Equal Times que están pensando poner en marcha una campaña para cambiar la solería de la escuela, puesto que el año pasado se había descubierto que contenía asbesto.

“Aquí tenemos una buena política de salud y seguridad, pero las sustancias que provocan cáncer no es algo con lo que uno se espera tener que lidiar en lugares como las escuelas”, dice el director de la obra del colegio, que supervisa los procedimientos en materia de salud y seguridad.

“El personal está evidentemente bastante preocupado por la presencia de asbesto. No estamos contentos con la respuesta de la dirección de la escuela, que ha sido cubrir el suelo con otro material porque decidieron que quitar toda la solería y poner una nueva iba a salir demasiado caro”. Al parecer la decisión se ajustaba a la ley.

Existe un requisito legal por el cual un empleador podrá permitir la presencia de una sustancia cancerígena en el lugar de trabajo únicamente si “no hay ninguna alternativa razonable” – según indica un portavoz del sindicato británico Prospect.

“En la práctica esto suele significar que seguirán utilizando una sustancia que provoca cáncer si la alternativa resulta más cara. Por lo general, tampoco se plantearán otras alternativas si el nivel de exposición está por debajo del máximo legal permitido.

“La normativa es bastante clara en cuanto a que el objetivo principal deberá ser siempre eliminar el riesgo”, prosigue. “Por desgracia, los empleadores se olvidan a menudo de esto y consideran que su papel es controlar los riesgos mediante cosas como suministrar a los trabajadores material de protección”.

Pero añade que, no obstante, muchos empleadores están empezando a tomar conciencia de la problemática de las sustancias cancerígenas en el lugar de trabajo – incluidos los lugares de trabajo donde no cabría esperarse encontrar este tipo de peligro.

 
La conciencia como un buen negocio

Frost señala que el IOSH ha constatado que un creciente número de empresas están “dándose cuenta de que adoptar medidas de salud y seguridad puede aportar beneficios genuinos, no sólo para sus trabajadores sino también en términos de reputación y rendimiento general”.

“Tener más conocimientos al respecto es clave”, explica. “Las empresas están haciendo la mayor parte de lo que se les exige, pero es preciso que hagan más al respecto”.

“Las empresas tienen que tratar de evitar utilizar sustancias cancerígenas sustituyéndolas por sustancias menos dañinas, modificar el proceso de manera que se reduzca la exposición, o contener el proceso. La ventilación en diversas formas puede utilizarse para reducir el nivel de exposición, y como último recurso puede suministrase material de protección personal”.

Al igual que otros sindicatos, Prospect dice que ellos también apoyan el “principio de cautela” – lo que significa que si hay una posibilidad razonable de que una sustancia pueda resultar perjudicial, entonces debe presumirse que lo será, y deberá ser por tanto controlada.

La Confederación Europea de Sindicatos (CES) está haciendo campaña para que se modifique la normativa de la UE sobre sustancias cancerígenas en el trabajo, que, según indica, establece límites de exposición obligatorios en el lugar de trabajo únicamente para tres sustancias.

La CES ha elaborado una lista de 50 sustancias cancerígenas que considera deben ser controladas, entre ellas los gases de escape de motores diesel, el polvo de cuero y el formaldehído.

Los activistas de la CES informan que en los últimos 12 años durante los cuales la directiva ha sido objeto de examen, no se ha tomado ninguna medida en absoluto, y acusan a la Comisión Europea de “inmovilismo”.

“El cáncer de origen laboral es una epidemia ante la cual se ha preferido cerrar los ojos”, declara Esther Lynch, Secretaria Confederal de la CES. “Hay trabajadores que se están muriendo, literalmente a miles por año, y durante 12 largos años la UE no ha hecho nada al respeto. Estas muertes son resultado de exposiciones evitables en el trabajo”.

Aunque campañas como estas significan que la concienciación está aumentando poco a poco, podría pasar cierto tiempo antes de que las sustancias cancerígenas en el lugar de trabajo se conviertan en una prioridad de la salud y seguridad.