Desempleo juvenil: “Los jóvenes tienen derecho a tener oportunidades”

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Fatin (nombre ficticio) es una veinteañera desempleada. Vive en el pueblo cisjordano de Al Tireh, en la Palestina ocupada, donde existen pocas oportunidades laborales. Sin embargo, tras haber recibido capacitación profesional en una ONG local, Fatin y varias mujeres más de la zona van a abrir una guardería este mes y empezarán a tener ingresos propios.

“En realidad necesitábamos ayuda para realizar la transición”, nos cuenta. “Queremos mejorar nuestra situación, la de nuestro pueblo y la de nuestra comunidad. Con la capacitación podemos marcar una diferencia”.

Una investigación reciente llevada a cabo por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) demuestra que la situación de Fatin es típica de su región y, cada vez más, de los jóvenes de todo el mundo. En su informe Perspectivas sociales y del empleo de los jovenes en el mundo 2016 revela que en la región de Oriente Medio y África del Norte (MENA) más del 30% de los jóvenes de entre 15 y 24 años están actualmente desempleados, mucho más que en cualquier otra región.

Asimismo, la OIT asegura que la situación de los jóvenes va a empeorar a nivel mundial. Tras años de mejoras en las tasas de empleo juvenil, en 2016 la cifra de jóvenes desempleados aumentará en 500.000 personas hasta alcanzar un total de 71 millones. Según la OIT, esta tendencia es culpa del escaso crecimiento en los países en vías de desarrollo, así como de las recesiones más graves de lo previsto que han afectado seriamente a los principales países emergentes y exportadores de materias primas.

Según las investigaciones de la OIT, en el contexto actual, las mujeres salen peor paradas que los hombres. A nivel mundial, el índice de participación de los hombres jóvenes en el mercado laboral se sitúa en un 53,9% para 2016; si se compara con el 37,3% de las mujeres jóvenes, observamos una diferencia de 16,6 puntos porcentuales.

Numerosos factores socioeconómicos y culturales profundamente arraigados pueden impedir que mujeres como Fatin accedan al mercado laboral. En la región de Oriente Medio y África del Norte, la diferencia entre la participación de hombres y mujeres jóvenes en el mercado laboral es de 32,2 puntos porcentuales. “Solo podemos hacer esto si nuestros maridos nos lo permiten”, nos cuenta Fatin.

Otra preocupante tendencia que ha salido a la luz gracias al informe es la cifra de jóvenes que se encuentran en situación de pobreza laboral. En 2016, 156 millones de jóvenes trabajadores (el 37,7%) viven situaciones de pobreza extrema a pesar de tener un trabajo. Dos tercios de los mismos se encuentran en economías emergentes.

 

Todo empieza con la educación

La ONG británica Y Care International (YCI), en colaboración con una filial local de la YMCA, ofreció a Fatin la capacitación profesional que necesitaba. YCI ofrece capacitación empresarial y de inserción laboral en todo el mundo. Su director ejecutivo, Adam Leach, asegura que las previsiones de la OIT no le sorprenden lo más mínimo y que las causas del desempleo juvenil empiezan en la escuela.

“El desprecio por la educación práctica y orientada al mundo empresarial constituye un problema universal”, declaró Leach. “La educación en general está fracasando y no consigue preparar a la gente para el mundo laboral”.

Leach asegura que por eso los jóvenes suelen aceptar empleos en el sector informal, especialmente en los países en vías de desarrollo. Participan en actividades comerciales a pequeña escala, como la venta ambulante o las tareas agrícolas informales, pero dichos empleos no les ofrecen un desarrollo de sus capacidades ni oportunidades para acceder a mejores trabajos con una remuneración más alta.

En algunas zonas, como en Palestina, Leach asegura que los jóvenes pueden estar altamente cualificados tras haber cursado una educación superior. Sin embargo, no hay una oferta de puestos de trabajo. Los que pueden permitírselo, migran a Estados Unidos, Canadá o a países del golfo Pérsico. Según el informe de la OIT, en 2015 casi 51 millones de migrantes internacionales tenían edades comprendidas entre los 15 y los 29 años.

Leach afirma que las actitudes culturales son uno de los mayores retos a los que tienen que enfrentarse las mujeres jóvenes que buscan trabajo. “Se sobreentiende que las mujeres trabajarán en casa y que ahí es donde tienen que estar”, explicó sobre el contexto palestino. Sin embargo, el grupo de la YMCA al que se apuntó Fatin le ha apoyado para que participe en su comunidad y pueda tener una independencia económica. “Al montar el proyecto de la guardería nos hemos ganado el respeto de la comunidad”, asegura Fatin.

“Incluso en una situación como ésta, la gente conserva su ingenio y encuentra un modo de avanzar”, explica Leach al referirse a los ciudadanos que viven en los territorios ocupados. Asimismo, sugiere que el mejor modo de ayudar a los jóvenes a encontrar empleo consiste en ayudarles a ayudarse a sí mismos. “El peor favor que podemos hacer a los jóvenes es tratarles como si no tuvieran oportunidades ni el derecho a tener oportunidades”, declara.

La ONG Youth Business International (YBI) también defiende una solución para el desempleo basada en los jóvenes. Fundada por organismos entre los que se encuentran el Department for International Development (DfID) británico y USAID, ofrece a los jóvenes emprendedores paquetes para que funden y desarrollen empresas en más de 40 países.

Su directora de comunicación, Andreea Bordei, cree que a través de las iniciativas emprendedoras los jóvenes pueden resolver tanto el problema de su desempleo, como el de los otros jóvenes.

“Lo ideal es que cada empresa que apoyamos tenga como objetivo crecer de tal manera que dé trabajo a otra gente”, explica. “Los jóvenes constituyen la mitad de la población mundial actualmente. Tenemos que ayudarles ahora a iniciar y desarrollar sus empresas para que el día de mañana la economía sea estable”.

 

De desempleados a empleadores

Según Bordei, convertir a los jóvenes en empleadores no tiene por qué ser difícil. YBI ofrece capacitación técnica, ayuda financiera y asesoría. Asimismo, se centra en grupos específicos y adapta sus paquetes a las necesidades concretas de cada uno.

“Hay determinados países en los que la iniciativa emprendedora no está bien desarrollada”, explica. “Nosotros trabajamos en dichos países para concienciar a la gente sobre la iniciativa emprendedora como una alternativa al empleo. Por ejemplo, en Uganda no existe una cultura emprendedora entre las mujeres. Allí hacemos hincapié en el hecho de que la iniciativa emprendedora es para todos y todas”.

Bordei asegura que el desempleo juvenil solo se puede abordar si el sector privado, el público y el terciario trabajan conjuntamente. Opina que en la actualidad esto ya está ocurriendo. “En todos los países en los que estamos presentes empezamos a ver cómo las personas con las que trabajamos se abren a la idea de colaborar para crear un impacto, probablemente debido al modo en que está evolucionando el mundo en la actualidad”, explica Bordei.

Youth Career Initiative es otra organización que se centra en el empleo juvenil y depende del trabajo colaborativo. Ofrece a los jóvenes programas de capacitación laboral de 24 semanas en hoteles de todo el mundo. Su directora, Fran Hughes, explica que utiliza a socios sin ánimo de lucro sobre el terreno para encontrar a jóvenes excluidos del mercado laboral, que pasan a invertir el 60% del tiempo del proyecto turnándose en diferentes departamentos del hotel y el 40% restante en las aulas.

“Se ven expuestos a diferentes tipos de trabajo y ven en qué prosperan. Así les ofrecemos mejores opciones para avanzar”, nos cuenta Hughes. El tiempo en las aulas se dedica a las habilidades para la vida diaria, lo cual, según Hughes, marca la diferencia. “Se trata de tomar a personas que tienen algunas dificultades y de colocarlas en una posición en la que desarrollan sus habilidades interpersonales, como las capacidades informáticas, la elaboración de un currículum, las habilidades para la vida diaria y las finanzas personales”, explica.

Un promedio del 85% de los jóvenes que acaban el programa continúan sus estudios o acaban siendo empleados. Los que terminan no acaban trabajando en la hostelería.

El coautor del informe de la OIT, Stefan Kühn, explicó a Equal Times que el uso de las políticas del mercado laboral dirigidas específicamente a los jóvenes fue un modo directo de intentar evitar la tendencia al desempleo. Asimismo, reconoció que los jóvenes tienen que formar parte de la solución.

“Los jóvenes deben estar más representados en el diálogo social como interlocutores, pues en el diálogo social se pueden olvidar de que forman parte de la fuerza laboral”, declaró. “Los representantes del gobierno tienen que dejar claro que también representan a los jóvenes. Los interlocutores sociales (tanto empleadores como empleados) tienen que darse cuenta de que también deben representar a los jóvenes”.

El futuro de Fatin parece muy distinto ahora que tiene la oportunidad de ser empleada. En 2017 quizá ya no se encuentre entre el 13,1% de la población mundial que la OIT asegura estará buscando trabajo.