Sexo y amor con robots: ya no es ciencia ficción

Sexo y amor con robots: ya no es ciencia ficción
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En 1927, Fritz Lang introducía en su filme futurista Metrópolis el que probablemente sea el primer rol de mujer fatal de la historia del cine atribuido a un robot: Maschinenmensch, una réplica androide de María, el principal personaje femenino de la película. El aspecto humano de la María robot es tan perfecto que, suplantando sin problemas a la original, inicia una sublevación de los obreros contra los patronos.

Casi un siglo después de Metrópolis, el vertiginoso ritmo de los avances tecnológicos obliga a replantearnos constantemente dónde queda la línea que separa la ficción de la realidad. Hoy, el Robot María está listo para dar ese salto a lo real. Hablamos de la fabricación de un nuevo tipo de robot de aspecto humano, de talla real y con un cierto tipo cerebro. Entre los futurólogos no faltan aquellos que aseguran que, en cuestión de décadas, las máquinas podrían sustituir a seres humanos en un número aún indeterminado de relaciones de amistad, cuidado o sexuales (que actualmente sólo tienen cabida entre dos o más sujetos de nuestra especie).

¿Podría tener un robot como pareja sentimental?

La posibilidad de adquirir robots inteligentes como compañeros se hará realidad, en principio, este mismo año. Varias empresas del sector de la tecnología sexual trabajan, en varios puntos del planeta, en el lanzamiento, según ellos “inminente”, de nuevas muñecas eróticas hiperrealistas dotadas de inteligencia artificial, capaces de conversar sobre literatura, seleccionar música romántica si el ambiente lo requiere, o contar un chiste, si bien, por cuestiones de demanda, reaccionan primeramente a todo tipo de impulsos sexuales.

De momento, la referencia en el sector de las muñecas/os sexuales hiperrealistas son las RealDoll de Abyss Creations. Esta empresa estadounidense, con 20 años de recorrido y con base en San Marcos (California), trabaja para dotar a su prototipo, Harmony, de inteligencia artificial. El objetivo de su inventor, Matt McMullen, es que sus robots interactúen con los usuarios de la manera más natural posible, aprendiendo, entre otros, detalles de la vida de éstos.

Pero McMullen no es el único. En Cataluña (España) opera Sergi Santos, un experto en nanotecnología y computación. Sus robots-mujer pueden interactuar de modo familiar o romántico, si bien están orientados, primariamente (como ocurre con Harmony) para mantener relaciones sexuales y sentir un orgasmo. Los robots, en este caso, serían una herramienta para hacer realidad todo tipo de fantasías.

Las versiones hombre de estos robots, que también serán una realidad en el taller de Santos –según nos informa éste–, aún se encuentran en un estadio de desarrollo inferior, tanto por demanda –menor– como por razones de peso, literalmente: los materiales de fabricación, a día de hoy, son “demasiado pesados” si el público final es femenino.

¿Estamos ante una mera anécdota? No para la fundación holandesa enfocada en robótica responsable, Foundation for Responsible Robotics (FRR). Una reciente publicación suya alerta, entre otros, sobre las implicaciones de una previsible fabricación y uso de robots con apariencia infantil. “Necesitamos unas políticas internacionales claras sobre robots sexuales con aspecto de niño/a –y cuanto antes, mejor– que definan si estos robots deberían ser vendidos, con qué propósito y qué tipo de propiedad deberían permitirse” , urgen los autores del informe.

Tampoco es baladí la cuestión para la institución académica Goldsmiths, de la Universidad de Londres, que acogerá el próximo mes de diciembre el tercer congreso internacional Love and Sex with Robots.

En este fórum, el mundo académico y el industrial se unen para debatir sobre cuestiones filosóficas y éticas, oportunidades y riesgos, además de implicaciones de género (la gran parte de la oferta y la demanda se centra en muñecas, lo que no deja de perpetuar ideas masculinas sobre la sexualidad), o las posibilidades afectivas de los robots-compañeros.

Entre los organizadores del congreso se encuentra David Levy, una de las voces más mediáticas en cuestiones de inteligencia artificial. Este experto ha vaticinado que las bodas entre humanos y robots comenzarán hacia 2050 en el estado norteamericano de Massachusetts (por aquello de que este estado ha sido la cabeza de lanza en la legalización de los matrimonios del mismo sexo en EEUU).

Puede parecer una provocación gratuita, pero relativicemos: Levy empezó siendo maestro ajedrecista. Pasó a involucrarse en la generación de computadores capaces de jugar al ajedrez, y ahora lleva décadas envuelto en el desarrollo de inteligencia artificial. En 1968, Levy apostó a que ningún cerebro artificial podría derrotarle al ajedrez en los siguientes 10 años. En 1978, renovó su reto por 5 años más… tras los cuáles dejó de apostar. Veía cómo el futuro de las máquinas se tornaba presente. Hoy Levy sólo advierte lo que cree vislumbrar: que la llegada de robots inteligentes a nuestras vidas se está tornando presente. Ahora.

 

Ava – one of the Samantha prototype dolls, equipped with basic artificial intelligence – wrapped in plastic and ready to be dispatched to a future customer.

Photo: Joan Alvado

El robot sexual Samantha es una creación del español Sergi Santos, quien pugna actualmente con otras empresas del sector por ser el primero en comercializar una muñeca sexual dotada de inteligencia artificial. Los primeros modelos de este robot, con sello español, llegarán al mercado en los próximos meses con un valor que oscila entre los 3.000 y los 4.000 euros (unos 3.400 a 4.550 dólares USD).

 

Portrait of Ava, one of the robots created by Santos.

Photo: Joan Alvado

Los clientes pueden personalizar el tipo de robot que compran, escogiendo detalles como su tamaño, la talla de pecho, color y tipo de pelo, o el color de su piel. También existen diferentes tipos de cara. Ava es uno de los modelos más avanzados de Santos, y su nombre hace referencia a la película de ciencia ficción Ex Machina de 2015, filme en el que un atractivo prototipo de robot-mujer desempeña un papel de femme-fatale, seduciendo y matando a su examinador.

 

Human-robot interaction is here.

Photo: Joan Alvado

Las muñecas sexuales con las que trabaja Santos están hechas de un material que trata de emular el tacto de la piel humana de manera lo más realista posible, el elastómero termoplástico. La ficción futurista ha fantaseado con las relaciones entre seres humanos y máquinas desde hace décadas, y algunos de esos guiones futuristas podrían volverse realidad en las próximas décadas.

 

The Samantha doll’s hands and legs after a demonstration of its capacity to perform sexual functions.

Photo: Joan Alvado

Las muñecas diseñadas por Santos tienen sensores integrados en todo el cuerpo para sentir y reaccionar al tacto. Su creador sostiene que, al igual que las características físicas de las muñecas pueden adaptarse a peticiones específicas, la inteligencia y capacidades de cada muñeca también podrían variar y ser adaptadas para cada robot. Sin embargo, la demanda estándar del mercado se centra en las habilidades sexuales de estos maniquís.

 

Samantha, a robot capable of ’’feeling’’ an orgasm.

Photo: Joan Alvado

Los robots sexuales pueden producir diferentes sonidos y reacciones dependiendo de las interacciones externas que reciban. Los robots creados por Santos se pueden preprogramar en tres niveles de dificultad, de manera a facilitarse o ponerse difícil la excitación del robot. Según el ingeniero, estos robots son capaces de tener sentimientos, y pueden llegar a sentir un orgasmo.

 

Sex robot Ava, with part of the hardware used to implement the brain, prior to being covered with a wig. The robots produced by Santos have three interaction modes: sexual, romantic and family.

Photo: Joan Alvado

Aunque la función de juguete sexual es la principal demanda de los usuarios, estos robots también pueden tener una conversación, hablar sobre filosofía, o desempeñar roles más propios de una compañera sentimental.

 

Various models of sex doll before being equipped with the artificial intelligence circuits that make them into robots.

Photo: Joan Alvado

Las muñecas usadas por la compañía de Santos son fabricadas en China, y su diseñador es un creador de maniquíes. Posteriormente, tras trasladar las muñecas a Barcelona, estos modelos se adaptan integrándoles chips tecnológicos que los hacen capaces de reaccionar a impulsos externos.

This article has been translated from Spanish.